El 20 de abril de 2018, falleció Álvaro Conrado, a los 15 años de edad, siendo la víctima más joven de la represión desatada por la dictadura sandinista en el marco del estallido social.

Las autoridades sanitarias, a través del Hospital Cruz Azul, negaron atender a Conrado, quien falleció en el Hospital Bautista durante una cirugía.

Su progenitora, doña Lizeth Dávila, actualmente en el exilio, asegura que el asesinato de su hijo le parece “que fue hoy mismo” y que la dictadura le arrebató lo más preciado que tenía.

Conrado, estudiante del jesuita Instituto Loyola, se unió a las manifestaciones en  la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, suministrando agua a los manifestantes.

Doña Lizeth Dávila, entrevista a Café con Voz, recuerda que la dictadura “engavetó” el caso de Conrado y que a cuatro años, este crimen sigue en la impunidad.

¿Por qué usted no volvió a Nicaragua y se encuentra en Europa?

ME vi obligada a exiliarme por amenazas de muerte y de cárcel. Vine a la 49 sesión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y ya no pude regresar al país.

Al inicio no podíamos regresar por el tema de la pandemia, pero luego no se pudo porque las amenazas ya estaban. Para resguardar mi vida, tomé la decisión de quedarme aquí en Europa.

Creo que es importante seguir con vida para continuar la lucha, exigiendo justicia por mi hijo, por el resto de los asesinados y los que están presos.

¿Cómo describiría estos cuatro años?

Son cuatro años, pero siento que fue hoy mismo que recibí la noticia del asesinato de mi hijo. Cuando me llamaron que estaba herido de muerte yo no lo podía creer.

Cuando lo vi a la camilla del hospital y fui a reconocer su cuerpo yo no lo podía creer. Han pasado cuatro años y sigo con el dolor, porque estamos llenos de impotencia, pero a la vez tenemos esperanzas porque hay un Dios que todo lo ve. Confío en que vamos a lograr la libertad del país.

¿Cómo se enteró usted del asesinato?

Álvaro estaba inquieto porque miraba las imágenes en las que golpeaban a los ancianos. Él preguntó y le dijimos que era peligroso salir a las calles y que la Policía podía tirar bombas lacrimógenas, nunca imaginamos que iban a salir a tirarles balas a los jóvenes.

Él tenía doce días de haber cumplido 15 años y se le regaló un dinero. Con ese dinero él se fue a comprar agua para los manifestantes.

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Dicen los muchachos que cuando quiso pasar de la UNI a la Catedral, lo alcanzó una bala. Lo llevaron al Centro de Salud, pero la Ministra de Salud orientó que no se atendieran a los heridos.

Luego lo llevaron al Hospital Bautista, donde si lo atendieron. Álvaro pidió que no lo dejaran dormir porque sentía que si se dormía se iba a morir. Eso me duele mucho por todos los momentos dolorosos que pasó  mi hijo, porque una como madre, prefiere sufrir a que sus hijos sufran.

Yo estaba trabajando, primero llamaron a su papá y luego me llamaron a mí. Yo no lo podía creer. Cuando llegué me dijeron que estaba herido de gravedad y que estaba en el quirófano. Pero él no resistió la cirugía.

Ese día dieron libre en el colegio por las protestas. Como él pertenecía al grupo de atletismo, el sábado él tenía una competencia y se estaba preparando, porque sería en Panamá. Él ya había ganado tres medallas anteriores.

¿Cómo le cambió la vida esto?

Uno nunca espera esas noticias tan repentinas. Las muertes naturales duelen, pero uno se resigna porque fue algo natural. Pero cuando te arrebatan la vida de un hijo cuesta aceptarlo, te encerrás en tu dolor, no pensás en el resto de la familia o de los otros hijos.

La vida no fue igual, para los otros niños tampoco fue igual, porque no hay libertad. Es muy difícil explicarles a los otros hijos más pequeños el porqué de todo esto.

La división de la familia también marca, destruye por completo. Uno platica y ríe, pero no es algo que se sienta realmente porque llevás esa tristeza por dentro. Es un dolor inexplicable y muy profundo.

¿Qué le respondió el régimen cuando denunció el asesinato de Álvaro Conrado?

Me hicieron sentir como que si estaba loca porque la persona que me tomó la denuncia me preguntó si estaba segura de lo que estaba diciendo, porque miraba “normalidad en el país” y no veía a gente armada.

Yo le dije que me explicara dónde estaba mi hijo, porque yo lo velé y lo enterré.

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Entonces me dijeron que les demostrara cómo fueron los hechos y donde fue, pero ese es su trabajo. Las denuncias están engavetadas, no hubo ningún avance.

¿Logró conversar con la Fiscal General Ana Julia Guido?

Si, logré hablar con ella, e incluso, ella me quería dar el pésame y yo no pude aceptarlo. Me dijeron que me tranquilizara y que pensara bien las cosas. Pensaron que nos íbamos a quedar callados, que no íbamos a denunciar y que iba a quedar en la impunidad.

Se formó la Comisión de Justicia y Paz, ¿en algún momento ellos la buscaron?

Esa Comisión busca tapar los crímenes que ellos cometieron. Buscaron a varias familias, pero no se puede tapar el sol con un dedo.

Ellos están acostumbrados a intimidar, a sobornar y comprar. Ahí depende de cada uno si acepta o no. Nosotros no tenemos en venta la sangre de Álvaro y no nos van a callar.

Cuando pasaron los hechos quisieron comprarnos con la cantidad que quisiéramos.

La dictadura afirma que eran delincuentes los que estaban en la calle, ¿Qué piensa ante esta difamación?

Me molesta pero a la vez es un reflejo de la ignorancia de los grandes y sus seguidores. En el caso de mi hijo, yo sé lo que parí, cómo lo formé y los valores de Álvaro. Él era excelencia académica, hacía deportes, tocaba guitarra y no caminaba en las calles, ni rotondeando, ni recibiendo 200 pesitos ni para hablar tonteras. Él estudiaba, no andaba en las calles.

Además, todo ciudadano tiene derecho a expresarse y protestar y eso es lo que les ha molestado, que eran personas pensantes, no títeres que se dejaban doblegar. Yo sé lo que valía mi hijo.

¿Piensa regresar algún día?

Creo que cada uno de los nicaragüenses que salimos al exilio tenemos la esperanza de regresar, cuando haya garantías y el gobierno de Daniel Ortega esté fuera del poder. Es nuestra patria, el lugar que me vio nacer y donde está enterrado mi hijo.

Si están encarcelando, cerrando personerías jurídicas y violentando derechos, ahorita es imposible. Toca continuar denunciando y decir que nada está normal.

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Muchos cenutrios dicen que los manifestantes mataron a Álvaro Conrado, ¿qué responde usted?

Recién Álvaro fue asesinado, llegaron policías a mi casa y a mi negocio y me dijeron que ellos sabían que los manifestantes dispararan a Álvaro. Yo les pedí pruebas, pero nunca dijeron nada. Solo hablan pero no dan pruebas.

Ellos quieren cambiar la versión, pero ya todos sabemos quiénes eran los que andaban armados y los que estaban desde el estadio. El médico explicó la posición de la bala y su trayectoria, así que no nos cuenten cuentos ahora.

¿Qué estaría haciendo Álvaro Conrado ahora?

Él estaría estudiando su carrera universitaria. Él tenía claros sus sueños y sus proyectos. Yo confiaba que si iba a salir adelante como un profesional. Con su empeño lo iba a lograr.

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