El obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, señaló en su homilía dominical que el silencio no es la mejor opción cuando es atropellada la dignidad de las personas, a la vez que expresó que a los tiranos que se mantienen en el poder a base de represión “les llegará su fin”.

“En sociedades injustas, el silencio no favorece a los perseguidos y a las víctimas. Si callamos ante la manipulación de la ley, ante las agresiones injustas o ante los juicios infames contra personas inocentes, nos hacemos cómplices de toda esta iniquidad”, señaló el jerarca en referencia a la parábola de la Viuda y el juez injusto.

Báez expuso que la viuda de la parábola tampoco usó la violencia, ni agredió al juez injusto.

“No hay necesidad de usar el insulto, no hay que devolver mal por mal, ni hay que recurrir jamás a medios violentos. Lo que no podemos es ser indiferentes y pasivos”, dijo el obispo Carmelita.

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Justicia puede tardar, pero llegará

Báez afirmó que en la lucha por la justicia es fácil cansarse y llegar a creer que los esfuerzos que se hacen por denunciar a los verdugos y defender a las víctimas son inútiles.

“Al final, aunque tarde en llegar, siempre triunfa la justicia. No hay que desistir jamás en el esfuerzo por soñar y construir relaciones humanas basadas en la verdad, el derecho y la justicia. Hay que alzar la voz para denunciar, hay que documentar los delitos, hay que hacer valer el derecho y la voz de las víctimas y sobre todo hay que tener una gran confianza en la fuerza de la justicia”, expresó.

A los tiranos les espera su inevitable final

Añadió que los tiranos tarde o temprano rendirán cuenta ante la justicia y escucharán un veredicto condenatorio en su contra,” ya sea aquí en este mundo, ante tribunales humanos, o más tarde, ante el tribunal del Dios justo que ama la justicia”.

A la vez destacó que la perseverancia e insistencia son el camino para conseguir justicia en sistemas injustos.

“A pesar de que a veces las cosas no mejoran como quisiéramos y la maldad parece imponerse implacable; a pesar de que a veces parezca que Dios no nos oye o tarda en actuar, Jesús quiere que confiemos en la bondad y la justicia de Dios y no dejemos de esperar en él”, añadió.

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Orar siempre

El religioso añadió que orar siempre “no significa que vamos a estar recitando rezos todo el día, pasar en la iglesia todo el tiempo o estar siempre hablando con Dios”.

“Orar siempre, incesantemente, es vivir en amistad con el Señor a lo largo del día, pensar y realizar todo en la presencia de Dios, acostumbrarnos a escuchar su voz para tomar decisiones, recordar con frecuencia que vivimos bajo su mirada amorosa, ofrecerle con sencillez todo lo que hacemos y confesar con valentía nuestra fe a través de nuestro modo de actuar”, expuso.

“Como la viuda de la parábola de hoy, no nos cansemos de presentar ante el Señor en la oración nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras dudas y nuestros anhelos de justicia”, añadió.

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