El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, afirmó este domingo que no se construye el mundo eliminando a quienes no piensan igual y que los problemas sociales no se erradican excluyendo a los que se expresan de forma diferente.
“No debemos olvidar la condición de hijo de Dios de todo ser humano, independientemente de sus sentimientos, de sus ideas, de su conducta e incluso de sus pecados. Haciendo bajar fuego del cielo, terminaremos ardiendo todos. La rabia, la impaciencia, la intolerancia y la venganza, no producen más que sospechas, resentimiento, enemistad y violencia”, dijo Báez.
El religioso Carmelita, aseguró que en una sociedad sana deben resonar todas las voces y que nadie debe ser acallado por pensar diferente al resto de las personas.
“Quien reprime o encarcela para silenciar a quienes resultan incómodos por su forma de pensar es un enemigo de la vida que expresa su cobardía aplastando las conciencias libres. No nos acostumbremos a ser reprimidos y silenciados. Luchemos para que en nuestro corazón, en nuestras palabras y también en las instituciones sociales, no haya espacio para la intolerancia y la exclusión”, expuso.
Café con Voz: Dictadura recibió casi 658 mil dosis de vacunas Pfizer de Estados Unidos «imperio que se está hundiendo»
El jerarca aseveró que el gran reto es aprender a aceptar lo diverso desde nuestra propia identidad, dando testimonio de que se puede ser uno mismo sin eliminar al otro.
Báez aseguró que quienes asumen el llamado a la proclamación y del anuncio de la palabra de Dios, tarde o temprano se vuelven incómodos y corren el riesgo de ser rechazados o perseguidos.
Le puede interesar: Condenan a dos años de prisión a sacerdote de Nandaime
“Por eso algunos piensan que es mejor callarse, que es mejor no buscarse problemas, que es más prudente actuar como si no nos enteráramos de nada y evitar decir cosas que puedan disgustar. Este es el camino más fácil, pero es el que más nos aleja de Dios y de nosotros mismos”, expuso.
El obispo Auxiliar, añadió que muchas veces se olvida que hacer el bien no es para cosechar aplausos y aprobación de los demás.
“Por eso, a veces perdemos la paciencia al ser incomprendidos, nos desanimamos ante el rechazo, deseamos acabar con quien no piensa con nosotros y no acepta nuestras razones”, añadió.