La dictadura cubana mostró el pavor que tiene a que la población haga uso de sus derechos. Desde el amanecer de lunes, agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil se desplegaron en plazas, parques y tomaron las azoteas próximas al Capitolio de La Habana, como parte del operativo para impedir la Marcha Cívica convocada para las tres de la tarde de este 15 de noviembre y que finalmente no pudo realizarse debido a la represión.

Agentes vestidos de civil que simulaban estar en la cola de un comercio, calles con pocos transeúntes y grupos de vigilantes en las esquinas marcaron este lunes en que, la represión logró ahogar la convocatoria pero también dejó un hondo malestar entre los ciudadanos, hartos del aumento de controles que se han vivido en la Isla tras las protestas del 11 de julio.

La marcha arrancaría a las 3 de la tarde hora local de Cuba, pero a esa hora debido a los asedios, secuestros, amenazas y represión generalizada ordenada por la dictadura cubana contra los líderes que la covocaron, las calles estaban solitarias. Muchos agentes de la policía política inquietos en las esquinas, algún que otro transeúnte en sus labores diarias y unas personas vestidas de blanco.

Galiano, una de las principales calles de Centro Habana y que recorrieron los manifestantes el pasado 11 de julio, permanece cerrada a los vehículos desde su inicio en la avenida de Malecón hasta la calle Reina. La vía, una arteria comercial con abundantes portales y próxima al Paseo del Prado, se barajó como una alternativa para los convocados este 15N.

El día fue atípico, sin bullicio ni colas. «En una de las tiendas de Carlos III estaban vendiendo pan con jamón en moneda nacional», relató Yuniel un joven que brindó una entrevista para el medio 14ymedio, de la periodista Yoani Sánchez, en el Parque Central de la Habana. Una de las dependientas mostró su temor y mencionó que estaba «loca por regresar a casa» pero tenía que estar ahí hasta las 9 pm. «Nos obligaron a trabajar», aseguró.

La sucursal bancaria de la calle Aranguren, que normalmente cierra a las 3:30 pm, adelantó el fin de servicio. «Hoy y mañana cierra a las dos de la tarde», dijo un guardia de civil a un cliente asombrado. Muchos negocios privados no abrieron sus puertas y otros avisaron a sus clientes que suspendían los envíos a domicilio hasta el próximo miércoles.

La paranoia

Decenas de activistas, artistas y periodistas independientes fueron detenidos en la noche del domingo y la madrugada y mañana del lunes, por órdenes de la dictadura cubana. Otros permanecieron sitiados desde el fin de semana, para impedirles salir de sus casas. Una de las pocas personas que ha podido evadir el cerco policial fue la reportera independiente Iliana Hernández, que a las 3 pm salió a marchar.

«Mi misión era demostrarles a ellos [al Gobierno] que no era imposible fugarse como lo he hecho otras veces», dijo Hernández en un vídeo circulado en redes sociales, sabida que en algún momento sería apresada por las fuerzas de la dictadura.

A pesar de la vigilancia, algunos salieron vestidos de blanco a recorrer la ciudad, el color que habían promovido los organizadores de la convocatoria. Otros, mostraban su simpatía con la Marcha de cualquier manera: Una trabajadora estatal de 60 años enseñó orgullosa la pantalla de su móvil con una imagen de su prima «haciendo una L con la mano el símbolo de la libertad» e hizo saber a este diario su sintonía por el 15N.

El ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura en Cuba, Bruno Rodríguez, calificó este lunes como «operación fallida» la convocatoria de una marcha pacífica del 15N, declarada ilegal por el Gobierno.

«Hay mucho que contar de todo lo bueno que ha acontecido y también hay algunas cosas que revelar de esta operación fallida que se intentó articular y que ha sido un completo fracaso», dijo refiriéndose a las protestas en una transmisión en vivo desde la Cancillería en su página de Facebook, obviando que el eveno se evitó a punta de represión.

«No le veo final a esto, si cada vez que alguien disiente van, le meten un acto de repudio», comentó la mujer en alusión a un cambio. «Nos vamos a quedar sin jóvenes, esto es lo más grande, pero ojalá que [el cambio] venga pronto», añadió.

Lo cierto es que antes del 11 de julio, era impensable que el régimen dictatorial hiciera tanto por impedir una actvidad convocada por sus adversarios. Lo único que ha quedado claro es que el miedo cambió de bando. Leer Organizaciones de oposición solicitan más presión internacional

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