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El pasado cuatro de octubre, el dictador Daniel Ortega inició su campaña electoral sin competencia, arremetiendo contra los obispos de la iglesia católica, tachándoles de terroristas por haber sido mediadores en el fracasado dialogo nacional realizado durante el estallido cívico del 2018.

El tirano se refirió a las elecciones de los años 90´s con una historia trasgiversada como de costumbre, argumentando que el FSLN perdió las elecciones porque Estados Unidos tenía con «una pistola en la cabeza» al país, al mismo tiempo, se proclamó estar listo para ganar los comicios que muchos ya han tachado de fraudulentos y sin garantías constitucionales.

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Organizaron un golpe, un golpe terrorista (…) lavaron dinero a través de diferentes organismos, delito penado a nivel mundial y utilizar ese dinero para armar, organizar y lanzarse al derrocamiento del gobierno legítimo, cuando el país estaba mejor que nunca a lo largo de su historia, ese entendimiento entre los ricos, los pobres, los trabajadores, los campesinos, nunca se había dado», dijo el sátrapa, pese a que antes del 2018 Nicaragua posicionaba como un país con los mayores índices de desigualdad social en el mundo.

Discurso de odio continuó con ataques a empresarios y exiliados

También, en su discurso atacó a empresarios y líderes de la oposición política que se encentran siendo procesados por el sistema judicial a su servicio, al igual, que aludió sobre los ciudadanos que se encuentran exiliados desde hace tres años, por la persecución del régimen y que hoy en día siguen la lucha para lograr la democracia desde su éxodo pidiendo sanciones individuales contra la cúpula sandinista.

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Tenemos que seguir defendiendo a como hemos defendido la soberanía de Nicaragua (…) en estas elecciones de noviembre, el pueblo va a votar por la paz y va a votar para que el pueblo continue siendo presidente», añadió el dictador.

El pasado cuatro de octubre, miembros de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), desde el exilio reiteró su compromiso para buscar el no reconocimiento internacional de las elecciones fraudulentas ya ejecutadas por Ortega para este siete de noviembre, movilizar a la comunidad internacional y a las entidades financieras internacionales, para ejecutar toda medida de presión posible a fin de lograr un proceso electoral libre, participativo, observado y transparente.

Por otro lado, el pasado primero de octubre, 14 senadores liderados por el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, Bob Menéndez, enviaron una carta bipartidista al Secretario de Estado Antony Blinken, considerando presionar a la administración Biden para que ilegitime las próximos comicios electorales, se abra un proceso para suspender a Nicaragua de la Organización de Estados Americanos y se revise la participación de Nicaragua dentro del Tratado de Libre Comercio República Dominicana-Centroamérica (CAFTA-DR).

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