El periodista Guillermo Cortés Domínguez, envió una carta al Papa Francisco en la cual le reconoce su voz de aliento por situaciones como las que atraviesa Cuba, el alcance del conflicto en Siria, las reivindicaciones de los pueblos indígenas y su preocupación por la naturaleza, sin embargo, le hace ver que ha callado sobre Nicaragua. «No le pido ninguna injerencia en los asuntos internos de nuestro país, solo que apoye el clamor ciudadano por la libertad de los presos políticos y porque haya condiciones para elecciones libres en noviembre próximo».

Estimado Papa Francisco:

Saludos cordiales.

Le escribo en primer lugar para expresarle mi deseo de una rápida y total recuperación de su reciente intervención quirúrgica. Exactamente hace 42 años triunfó una revolución esperanzadora en Nicaragua, pero se convirtió en un régimen opresor igual o peor que la dinastía somocista.

En segundo lugar, lo felicito por su mensaje de apoyo al pueblo cubano que, como dijo el escritor Leonardo Padura, el domingo 11 de este mes expresó “un alarido” de inconformidad en demanda de alimentos, medicinas, electricidad, libertad y democracia. Sus palabras inspirarán a la ciudadanía isleña que, como vimos, ya perdió el miedo a luchar pacíficamente por sus derechos individuales y sociales.

Me he alegrado también cuando en otros momentos usted ha expresado su solidaridad con otros pueblos sufridos, como los sirios, que en la reciente guerra tuvieron más de un cuarto de millón de muertos entre ellos más de doce mil niños y más de ocho mil mujeres, dos millones de heridos, más de 20 mil detenidos y once millones de desplazados de sus hogares.

“Queridos hermanos y hermanas, mientras estamos aquí reunidos para rezar y reflexionar sobre la paz y el destino de los pueblos del Mediterráneo, al otro lado de este mar, en particular en el noroeste de Siria, se está produciendo una terrible tragedia. (…)”. 

Querido Papa Francisco, no soy católico, pero lo admiro: son célebres sus mensajes para cambiar profundamente a la iglesia Católica y las injusticia del mundo, pese a la oposición de los sectores más conservadores, quienes incluso no han apoyado algunas de sus ideas transformadoras y modernizadoras para una adaptación a las condiciones cambiantes de los tiempos actuales, sobre todo más cercana a las personas de a pie, a los más empobrecidos y necesitados.

Es grandioso su documento sobre la necesidad de cuidar nuestro planeta, la naturaleza: (Debemos custodiar la creación porque es un don que el Señor nos ha dado, es el regalo de Dios a nosotros; nosotros somos custodios de la creación. Cuando explotamos la creación, destruimos el signo del amor de Dios. Destruir la creación es decir a Dios: “no me gusta”. Y esto no es bueno: he aquí el pecado. (21 de mayo de 2014)), así como su preocupación por un mundo menos desigual (Tanto a nivel nacional como a nivel internacional, la responsabilidad por los pobres y los marginados debe ser, por lo tanto, elemento esencial de toda decisión política. (6 de noviembre de 2014, Carta)).

Es extraordinaria su solidaridad con las justas reivindicaciones de los pueblos indígenas: “Considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias”.  Igualmente, sobre diferentes temáticas sociales que usted ha abordado con sentido de justicia.

No obstante, me sorprende y extraña su silencio sobre el pueblo nicaragüense –mayoritariamente católico–, que sufre una dictadura criminal y sangrienta, corrupta y nepótica (La familia Ortega-Murillo). El estallido social pacífico de abril del 2018 de la ciudadanía, en vez de ser respondido con el diálogo, fue reprimido con más de 300 muertos documentados por organizaciones de derechos humanos. Hoy, la tiranía tiene a más de 150 presos políticos incluyendo a seis pre-candidatos presidenciales y en vez de reformar la ley electoral para favorecer comicios libres en noviembre próximo, ha reducido los espacios y no hay condiciones para votar libremente.

Además, Santo Padre, se nos llevó al obispo Silvio Báez, una lúcida y poderosa voz defensora de los oprimidos y crítico de las injusticias. https://cafeconvoz.com/2021/07/18/baez-los-opresores-son-delincuentes-legalizados-y-saqueadores-estatales/

De la manera más gentil le solicito que se pronuncie acerca del sufrimiento del pueblo de Nicaragua, sobre todo de las madres y otros familiares de los jóvenes asesinados y de los presos políticos, incluyendo diez mujeres. No le pido ninguna injerencia en los asuntos internos de nuestro país ni que ataque a la dictadura orteguista, solo que apoye el clamor ciudadano por la libertad de los presos políticos y porque haya condiciones para elecciones libres en noviembre próximo.

Usted es una de las voces más influyentes del mundo, por lo que un mensaje de apoyo le daría alivio al sufrimiento del pueblo de Nicaragua, además de esperanza y optimismo en sus anhelos por construir una sociedad justa, pacífica, que funcione de acuerdo a las leyes y las instituciones y con respeto irrestricto a los derechos humanos individuales y sociales.

Un abrazo,

Guillermo Cortés Domínguez.

La última vez que el Papa Francisco habló de Nicaragua fue en abril de 2019. El Papa Francisco rezó en su mensaje pascual por una solución pacífica y negociada a la crisis en Nicaragua, y bendijo los esfuerzos de una negociación que cuenta con el acompañamiento del Vaticano.

“Que el Señor resucitado ilumine los esfuerzos que se están realizando en Nicaragua para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses”, expresó el Sumo Pontífice, 

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