Foto: Cortesía Oscar Navarrete

Voces Unidas

Preocupados se encuentran familiares de la reconocida corista de Masaya, Olesia Muñoz, de 52 años de edad, quien desde hace varias semanas fue enviada junto a otras presas políticas a celdas de máxima seguridad, aislamiento y castigo dentro del Sistema Penitenciario de Mujeres “La Esperanza”, en Tipitapa.

“Las reclusas llevan varias semanas respirando su mismo aire y sin derecho a horas de patio sol”, dijo desesperado un familiar de Muñoz.

Tras cumplirse cinco meses de su segundo secuestro, la reconocida opositora originaria del municipio de Niquinohomo, en Masaya, podría descompensarse al ser sometida a un nuevo encierro en calabozos extremadamente pequeños, sin luz, ni oxígeno, lo cual representa una amenaza a su estado de salud tras ser diagnosticada con diabetes, afirman familiares.

“Las tienen en celdas de castigo, ´la chiquita´, donde mandan a las (presas) comunes. Es un lugar horrible de castigo. Ahí un par de reclusas se escaparon de ahogaron, ahora imagínate tres personas ahí dentro, es un lugar muy oscuro”, denunció.

Huelga de hambre por demandar derechos

El familiar de Muñoz, confirmó que la corista católica también ha iniciado desde hace varios días una huelga de hambre, junto a las reas de conciencia que sufren el encierro, para demandar acceso diario a recreación y patio sol ante la “fatalidad” que viven dentro de estos calabozos de castigo por el incremento de la ola de calor que azota al país.

Diferentes organizaciones y activistas de derechos humanos, habrían confirmado que varias presas políticas se encontraban en huelga de hambre como una manera de protestar por horas de patio sol, acceso a agua potable y asistencia médica profesional de calidad.

“Esa huelga de hambre es positiva porque desde que se las llevaron a ‘La Esperanza” no reciben patio sol. Las tienen aisladas de las reas comunes porque habían presas que las ayudaban y se solidarizaron con ellas. Ahora, desde donde se encuentran, pueden gritar, lamentarse y nadie las oye”, señala el familiar de Muñoz.

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Durante la última visita a “La Esperanza”, supieron que Muñoz sufre el desprecio y la discriminación de las autoridades carcelarias.  Según el familiar, las presas deben ser asistidas con “carretillas” durante la entrega de paquetería para el traslado de los alimentos, sin embargo, en la última entrega a Muñoz, se le negó dicho protocolo. La reclusa política optó por cargar ella misma su paquetería, pero debido a una fractura que sufre en uno de sus brazos, terminó botando la comida y derramando el refresco que sus familiares le habían llevado.

“Nadie le ayudó con la paquetería, ni con la carretilla, ni la funcionaria; todo el frasco se le derramó, se le cayó todo de las manos. Es grosería, no son humanos”   describió.

Condenada al aislamiento

La primera vez que Muñoz sufrió cárcel fue en 2018, durante el inicio de las protestas sociales y ahora cinco años después, nuevamente permanece encarcelada en “La Esperanza” tras su secuestro el pasado 6 de abril, en Semana Santa, cuando oficiales de la sancionada Policía llegaron a su cas y la detuvieron cuando se preparaba para ir a la iglesia.

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Primero la tuvieron recluida en el Distrito III de Managua, de donde la sacaron por insalubridad en las celdas. A su llegada a “La Esperanza”, requirió de asistencia médica tras presentar diarrea, vómito y hongo en sus pies, además de la diabetes y posible desnutrición debido a la mala alimentación a la que fue sometida por los carceleros.

En mayo pasado, Olesia fue acusada por la justicia al servicio de Daniel Ortega, por los supuestos delitos de “traición a la patria” y “ciberdelitos”, junto al periodista nicaragüense Victor Ticay. Sus familiares lamentan el calvario en el que vive la opositora. “Vive encerrada en prisión donde ya había sido recluida cuando se le condenó por presuntos actos terroristas que nunca le probaron”, denunciaron.

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