“No dejarse paralizar por el miedo” entre el silencio cómodo, protegidos por “falsas prudencias” fue el mensaje del Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio José Báez.

En su homilía dominical desde la Iglesia Santa Aghata en Miami, Estados Unidos, el jerarca aseguró que la Iglesia Católica en Nicaragua resiste embates entre “las aguas agitadas” de poderes autoritarios y represivos, en referencia a la persecución desatada por la dictadura sandinista contra obispos, sacerdotes, religiosos y entidades de la institución.

“La Iglesia navega entre las aguas agitadas de poderes autoritarios y represivos que la persiguen y agreden porque no toleran la verdad de Dios que ella anuncia. La Iglesia navega resistiendo a vientos contrarios que la amenazan e intimidan para hacer callar su voz e impedir su misión evangelizadora”, expresó Báez desterrado y desnacionalizado.

A la vez, hizo un llamado a sus pares católicos a no guardar silencio bajo “falsas prudencias”.

“Jesús no nos quiere paralizados cómodamente protegidos en falsas prudencias y miedos disfrazados de silencio. No importa que vayamos lento, dando pequeños pasos cada día. Lo importante es caminar siempre, caminar hacia Jesús, sostenidos por su presencia amorosa y apoyados únicamente en su palabra”, dijo.

No caer en desánimo

Sin embargo, también alentó a los católicos a no caer en el desánimo en el contexto adverso que planteó y que atraviesa la Iglesia Católica de Nicaragua.

“En esos momentos no hay que caer en el desánimo, hay que conservar la rebeldía espiritual para no acostumbrarse a la normalidad forzada que quiere imponer el opresor y tampoco hay que perder la capacidad de soñar con una sociedad justa y libre”, dijo el obispo Carmelita.

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“Hay que lanzarse al mar de la historia y caminar como Pedro, con confianza, humildad y esperanza. Y aunque en la lucha haya errores o retrocesos, no hay que detenerse, hay que atreverse a caminar sobre el mar”, dijo el jerarca católico.

Con relación al miedo y temor en contextos adversos, como el que atraviesa la Iglesia Católica de Nicaragua, hizo una analogía con el pasaje bíblico del evangelio de este domingo, en el que Pedro el discípulo, pidió a Jesús caminar sobre las aguas, pero empezó a hundirse cuando el temor se apoderó de él.

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“Pedro no tiene miedo porque se hunde, sino que se hunde porque tiene miedo. Dejó de ver a Jesús y fijó su mirada en los vientos amenazantes, le entró miedo y comenzó a hundirse. Es lo que nos ocurre a nosotros cuando ponemos nuestra mirada solo en las dificultades y aprietos de la vida y nos olvidamos de mirar a Jesús y confiar en él”, refirió.

“El miedo nos ciega, hace que agrandemos los problemas, nos encierra, nos hace vulnerables y conflictivos y nos puede hundir en las aguas”, advirtió.

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