Un hombre de 35 años se acercó en el anochecer de este jueves a centímetros de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, accionó una pistola calibre 380 y el disparo o los dos disparos –podría ser un arma de doble acción– no salieron.

El intento de magnicidio conmovió a toda la sociedad argentina y ocurrió cuando Cristina Fernández estaba llegando a su vivienda y saludaba a los simpatizantes que la esperaban a su regreso, como todos los días desde que fue impedida de hablar en el juicio de Vialidad.

El presidente Alberto Fernández compareció en la televisión pública para hablar de lo que consideró «uno de los hechos más graves desde que recuperamos la democracia» y decretó para este viernes «feriado nacional».

El Frente de Todos convoca para marchar a Plaza de Mayo el viernes al mediodía y la Confederación General del Trabajo (CGT), el sindicato más importante del país, evalúa llamar a un paro mientras la gente se congregaba en forma masiva frente a la casa de la vicepresidenta.

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El supuesto atacante, Fernando Sabag Montiel, fue detenido después de que la pistola fallara pese a que –según los primeros datos– era apta para el disparo y tenía cinco proyectiles.

El tirador, al que se notaba tembloroso, tiró mal hacia atrás la corredera, la bala no entró en la recámara y eso salvó la vida de la vicepresidenta. La investigación deberá determinar qué motivó el ataque.

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El atentado se da siete días después luego que la Fiscalía acusara a Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta de Argentina, de haber encabezado una asociación para defraudar al Estado cuando era presidenta, entre 2007 y 2015, mediante el supuesto direccionamiento de contratos millonarios de obras viales en la provincia de Santa Cruz.

El fiscal Diego Luciani, al frente de esta causa que se conoce como «Vialidad», pidió esta semana 12 años de cárcel para Fernández y la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.

La también expresidenta asegura que esta acusación de corrupción —la única contra la vicepresidenta que ha llegado a la instancia de juicio oral— no tiene fundamentos y que se trata de una persecución en su contra suya y del proyecto político que representa. En sus palabras, afirma que no está «ante un tribunal de la Constitución, sino ante un pelotón de fusilamiento mediático-judicial» y que la condena en su contra ya está escrita.

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