El obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, llamó el domingo a superar la «ceguera ideológica» a quienes sumisamente obedecen a «miserables tiranos y opresores» que se «imaginan eternos», para poder construir una sociedad más justa, democrática y pluralista.

Báez desde la iglesia Santa Agatha en Miami, aprovechó el evangelio del ciego de Jericó, para exhortar a las sociedades que se encuentran es oscuranas, dejando que los que consideran sus líderes piensan y decidan por ellos, en lo relacionado a su presente y su futuro, a que reflexionen porque no es correcto dejar en manos de unos pocos que se creen poderosos y eternos, los pasos de toda una nación.

«En la vida política existe la ceguera ideológica de quienes no piensan por sí mismos y dejan que sea el líder o el partido quienes piensen por ellos. En momentos de importantes decisiones políticas en la vida de la nación, son ciegos ideológicamente quienes obedecen en modo sumiso y actúan a la ligera, sin preguntarse en conciencia si con su decisión están colaborando a la construcción de una sociedad más justa y al fortalecimiento de un sistema democrático y pluralista», dijo Báez.

Tiranos y opresores «los ciegos más miserables»

«Son ciegos también los poderosos que se imaginan eternos, que se engañan creyendo que una mentira repetida una y otra vez se convierte en verdad y piensan que reprimir a los pueblos les asegura para siempre el poder que poseen. Entre los ciegos más miserables están los tiranos y opresores. Se enorgullecen de ser ciegos», añadió el obispo Auxiliar de Managua.

Recórdó que el ciego de Jericó estorbaba a las personas que acompañaban a Jesús y que pretendían que el maestro no lo escuchara en su clamor de que hiciera algo por él, porque tenía la esperanza de que le ayudara a recuperar la vista. Eso mismo, dijo Báez sigue pasando en la actualidad, cuando la injusticia, la pobreza, la represión, el exilio y los presos políticos, nos son indiferentes.

«Lo que aquel ciego, ocurre hoy también. El grito de los pobres incomoda nuestra conciencia y estorba la tranquilidad de nuestra vida. Hoy a muchos les desagrada que se hable de justicia social, del hambre en el mundo, del dolor de los exiliados y de los presos políticos. Nos molesta el sufrimiento de los demás», dijo el obispo Auxliliar en el exilio de manera involuntaria.

«Jesús no quiere que quienes van con él ignoren el grito de los pobres. Si queremos seguir a Jesús debemos estar atentos a escuchar a quienes sufren y pasan necesidad, detener el paso con tal de no dejar atrás a los más frágiles y pobres y colaborar con Jesús para aliviar su dolor», sostuvo.

Jesús no era indiferente

Jesús -explicó Báez- no se hizo el desentendido con el hombre que le gritaba «ten piedad de mí» y ordena «llámenlo». Es entonces cuando la misma gente que antes intentó callar al ciego, se dirige a él con estas tres palabras: “Ánimo, levántate, porque él te llama”.

Báez desmenuzó la frase. «Veamos una por una de estas palabras. Ánimo es la virtud que acompaña a quienes desean comenzar otra vez. Es como decir: ten confianza, no tengas miedo, no te sientas solo ni indigno de ser amado. Levántate es una invitación a tomar la vida en las propias manos. Es como decir: todo depende de ti, no lo dudes, tú puedes, no te quedes postrado y caído. Él te llama es una frase que intenta poner en contacto personal, cercano y afectuoso con Jesús. Es como decir: Dios no es indiferente, Jesús se ha fijado en ti, está aquí para ti, no estás solo» indicó el obispo Auxiliar..

Báez dijo que el evangelio de hoy enseña que Jesús pasa siempre al lado del ser humano, sobre todo cuando está al borde del camino, al borde de la desesperanza y de la angustia. «Y cuando Jesús pasa siempre espera que le digamos qué puede hacer por nosotros. No dudemos en pedirle a Jesús con infinita confianza como el ciego: “Jesús, ten compasión de mí”. Estando con Jesús no hay ceguera que no se pueda superar, no hay fracaso que hunda para siempre, no hay camino que no se pueda recorrer. Volvamos a escuchar de boca de Jesús aquellas tres palabras que cambiaron la vida del ciego de Jericó y que hoy Jesús nos dirige también a nosotros: “Ánimo, levántate, él te llama”.

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