Enrique Saenz
Enrique Sáenz

Por Enrique Sáenz

En varias oportunidades hemos mencionado que la batalla frente al régimen de Ortega hay que librarla en todos los frentes. Igual que ellos lo hacen. Y si bien los dirigentes, o aspirantes a dirigentes opositores, y las organizaciones opositoras, tienen la principal responsabilidad en definir las líneas de acción y motivar a la población a seguirlas, los ciudadanos también tenemos nuestra propia cuota responsabilidad.

Cierto es que el principal sostén del régimen es la fuerza bruta que representan las armas. Pero debemos aceptar que también todavía preserva una base de seguidores, aunque sea minoritaria, pero es una base cohesionada alrededor de su confianza en el dictador.

Las batallas políticas se libran no solamente a nivel físico, al final, se libran, se ganan o se pierden en la mente de las personas.

En todo enfrentamiento, ya sea en competencias deportivas, certámenes o en los negocios, es esencial quebrar la moral del adversario. Minar su espíritu de lucha. Si esto es así en los negocios o en el deporte, con mucha mayor razón en la lucha política. Y aquí la comunicación desempeña un papel esencial.

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Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega

¿Por qué hablamos de esto?

Porque durante más de cuarenta años las celebraciones del 19 de julio y fechas conexas han sido un bastión, primero del sandinismo y después del orteguismo. Se han utilizado para mostrar fortaleza, animar a sus bases, intimidar a los adversarios. Millones y millones de dólares se han invertido a lo largo de los años en estas celebraciones con símbolos, propaganda, fiestas, pancartas, juegos pirotécnicos, profusión de banderas, movilizaciones, música, festivales, discursos, fintas para mostrar apoyo internacional. El propósito de fondo es mostrar que son una fuerza invencible.

Toda esta fanfarria, aunque en gran medida falsifique la realidad, deja huellas, comenzando por sus propios seguidores que olvidan penas y cultivan confianza y esperanzas. También estas percepciones se marcan en la mente del resto de la población, y se arraigan luego como opinión que guía la conducta o las actitudes de esa misma población.

El hecho claro y pelado es que la cancelación de las celebraciones del 19 de julio, el 17 de julio, el repliegue, entre otras, constituye un fracaso del orteguismo, en toda la línea.

Y nuestra obligación es convertir ese fracaso en una derrota política del régimen.

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¿Por qué es un fracaso?

Porque la campaña de la normalidad, en que se han empeñado por meses, quedó al desnudo. No ha sido más que una sarta de mentiras.

Si está la situación tan normal ¿Por qué cancelaron estas celebraciones que les deberían haber servido para mostrar precisamente la normalidad que pregonaban?

También dejó al desnudo que la campaña sobre el control de la pandemia ha sido, igual, una sarta de mentiras. ¿Por qué Ortega y su familia no sacan la cabeza de su búnker en El Carmen?

Principalmente quedó al desnudo la hipocresía criminal de la camarilla en el poder. Por un lado, los actos donde el dictador debía dar la cara, los cancelaron y los convirtieron en actividades virtuales. ¿Por qué? Para evitar cualquier posibilidad de contagio del dictador y su círculo. Pero, de otro lado, no tienen escrúpulos en animar a sus seguidores a que realicen actividades presenciales. No les importa que se mueran. No les importa que paguen con la vida su fidelidad al tirano.

El problema con los fracasos, es que no se convierten en derrotas políticas si el adversario no saca provecho. De este modo, los costos políticos del fracaso se reducen al mínimo.

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Ponerles vinagre en la herida

En consecuencia, un desafío de la oposición, toda la oposición, todos nosotros, es sacar provecho de este fracaso. Hacer pagar al régimen los costos políticos de su fracaso. Aprovechar todos los medios para minar la moral y la confianza de los seguidores que le quedan.

En el barrio, en el centro de trabajo, en los medios de comunicación, en las redes sociales, con los familiares y amistades que tiran para el otro lado. Por todos los medios debemos desenmascarar la campaña de mentiras del régimen, la hipocresía criminal que pone en peligro la vida de sus propios seguidores. A unos con persuasión, a los más pacíficos; y a los más delirantes, ponerles vinagre en la herida.

La burla inteligente es también un arma de lucha.

¿Cómo? Utilizar los hechos manifiestos para golpear la moral y la confianza de los creyentes, repetirles una y otra vez las burdas patrañas, remacharles la hipocresía criminal de los cabecillas. Por último, si no podemos hacer otra cosa, restregarles el fracaso de las celebraciones de julio, aunque sea sacarles la lengua, pero no podemos dejar pasar esta oportunidad de transformar el fracaso en derrota política.

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Rosario Murillo
Dictadora Rosario Murillo

A darles con todo

En política, hay que ganar hasta las pequeñas batallas. Y esta, aunque parezca una batalla pequeña, no lo es. Es una batalla que golpea una de las fortalezas del adversario que es la confianza en el dictador de quienes le siguen.

Así que a darle todos, cada uno puede hacerlo, de acuerdo a sus propias posibilidades y en su propio entorno. Y esta campaña da para varios días. No se limita al 19 de julio.

El piquete de una avispa en un dedo produce hinchazón y dolor, pero nada más. El piquete de cien, de mil avispas, acaba con cualquiera.

Así que a picar y a repicar todos. Como las avispas.

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