Por Luis Galeano

El lento y sinuoso camino de la Organización de Estados Americanos para aplicar la Carta Democrática Interamericana a la dictadura que Ortega-Murillo que azota a Nicaragua desde 2007, podría estar llegando a su final con la sesión de este miércoles 24 de junio en el Consejo Permanente de ese foro internacional.

Así lo estima el director del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, en entrevista en el programa Café con Voz, este 22 de junio desde Miami, Estados Unidos.

Según Orozco, la aparentemente tardía sesión del Consejo Permanente de la OEA, ocurre porque desafortunadamente los tiempos de la opinión pública no son los mismos del sistema interamericano y otros factores internacionales en la región habían apartado el foco de atención sobre los desmanes de la dictadura bicéfala Ortega-Murillo en Nicaragua.

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Sesión de la OEA es paso definitivo

Un ejemplo de ello, citado por Orozco, es la crisis política de Guyana por irregularidades electorales que centró los esfuerzos de la OEA en esa zona, sumado a la crisis regional por la pandemia del coronavirus.

Sin embargo, a mitad del año el tema de Nicaragua se retoma como un paso definitivo y un punto de inflexión en el destino político de Nicaragua ante la OEA, gracias según Orozco, a iniciativas de organizaciones fuera del seno del Consejo Permanente que han insistido en el retorno de tema a discusión y búsqueda de solución.

“Lo que va ocurrir este miércoles va ser la discusión sobre Nicaragua en función de su crisis política más exacerbada por la pandemia“, advierte Orozco, quien estima que la discusión girará en torno a votar una resolución final para agotar los esfuerzos diplomáticos y presionar al foro a asumir una postura más firme en una Asamblea Extraordinaria de Cancilleres.

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Del limbo al Consejo Permanente

“El artículo 20 de la carta democrática dice que los estados deben agotar todos sus medios diplomáticos para resolver la crisis, la interpretación que uno puede dar es que la comisión de alto nivel fue el último momento de gestión que se agotó, sin embargo, nadie quiso pronunciarse al respecto, entonces Nicaragua quedó prácticamente en un limbo, en donde no hubo una definició si ya se había agotado o no el tema“, explica Orozco.

Por esa razón, el secretario general Luis Almagro cita a Consejo Permanente para emitir un ultimátum y de aquí se pasa a la asamblea extraordinaria (cancilleres), considera el politólogo, quien sin embargo, ve un proceso difícil la expulsión de Nicaragua del foro.

Para él, la OEA cuenta con aproximadamente 22 votos a favor de sancionar a Nicaragua que podrían votar por convocar a una reunión extraordinaria, lo que permitiría cabildear para sumar 24 votos necesarios para expulsar al régimen del foro.

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OEA en momento clave

Para Orozco, el momento de la OEA está en un momento clave, en medio del mal manejo de la pandemia y en la proyección de una posible reforma electoral ficticia que Ortega impulsaría para tratar de sostenerse en el poder contra viento y marea, existiendo incluso la posibilidad de que suspenda los comicios alegando emergencia sanitaria por el coronavirus.

Una resolución desfavorable a Ortega tendría un impacto profundo en las relaciones internacionales, comerciales, diplomáticas y financieras de la dictadura, a criterio de Orozco, quien sin embargo, considera que no bastaría para deponer al régimen sin la organización y presión interna de la oposición nicaragüense.

Este escenario, sin embargo, es más complejo en este momento por la crisis que atraviesa la Alianza Cívica al negarse a aceptar los estatutos de la Coalición Nacional bajo el argumento de que uno de los aliados, el Partido Liberal Constitucionalista, no realiza acciones democráticas en el seno de su organización e impone candidaturas mediante el obsoleto y viejo método del dedazo por fidelidad al caudillo del partido, en este caso, al presidente honorario y ex convicto por corrupción, Arnoldo Alemán.

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PLC debe quedar fuera

Para Orozco, la posición de la Alianza es correcta al rechazar que el PLC forme parte en igualdad de condiciones que otras fuerzas más transparentes dentro de la oposición nicaragüense, ya que se trata de “un desorden que están tratando de ordenar“.

El analista considera que la organización liberal ha sido aliada, colaboradora y partícipe de los desmanes de Ortega y Murillo en Nicaragua y que su participación en una coalición nacional, más que un aporte, es un lastre político que contamina la unidad nacional frente a la dictadura y afecta incluso el respaldo internacional a una coalición.

Según Orozco, la encuesta de Cid Gallup que otorga a Ortega una base de 24 por ciento no solo es creíble, sino que incluso podría ser peor en una encuesta con observación internacional en unos comicios que serían el final político de Ortega.

“Ortega no tiene más que hacer, ni siquiera está gobernando, está incompetente para gobernar, quien gobierna es Rosario Murillo y Gustavo Porras“, observa el analista, quien pese a la crisis de la Alianza Cívica, no ve otro escenario político que no sea la salida de la dictadura mediante elecciones bajo atención internacional.

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