En medio de las tensas relaciones entre la dictadura que encabezan Daniel Ortega y Rosario Murillo, y la autoridad católica de Nicaragua, la Unidad Nacional Azul y Blanco invitó al papa Francisco a visitar Nicaragua.
El pasado 2 de agosto, Su Santidad se pronunció sobre el acto terrorista contra la Catedral de Managua, donde un encapuchado lanzó una bomba incendiaria contra la sagrada y venerada imagen de la Sangre de Cristo, con más de 382 años de antigüedad y la incineró.
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Invitación al papa
Al finalizar el rezo del Ángelus, Francisco dirigió su pensamiento al “pueblo de Nicaragua que sufre por el atentado que ha sufrido la catedral de Managua, donde ha sido dañada y casi destruida la imagen del Sangre de Cristo que ha acompañado durante tantos años a este pueblo fiel”.
Este 6 de agosto, la Unidad Nacional Azul y Blanco dirigió una carta de agradecimiento a el papa Francisco, por sus palabras referidas al atentado que sufrió el pasado 31 de julio nuestra iglesia la Catedral Metropolitana de Managua.
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Amenazas y terror
“Por los antecedentes de represión y violación a los derechos humanos en que se inscribe el atentado terrorista contra la Iglesia Católica, por el desprecio a la fe del pueblo católico, por la amenaza y el terror que estos hechos infunden…“.
“La Unidad Nacional Azul y Blanco solicitó a su Santidad para que considere la posibilidad de gestionar ante el régimen de Nicaragua una próxima visita suya a este país, que significaría bálsamo, aliento y esperanza para nuestro sufrido pueblo“, dice la misiva.
La carta fue enviada a través de su excelencia, el nuncio apostólico en Nicaragua, monseñor Waldemar Stanisław Sommertag.
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Aquella larga noche oscura que ha vuelto
La última vez que un papa visitó Nicaragua fue en 1996, cuando Juan Pablo II regresó a Nicaragua 13 después de una primera visita al país en 193, cuando fue boicoteada su misa por las turbas del Frente Sandinista en el poder.
En esa última visita, Su Santidad reconoció que Nicaragua había logrado salir de la larga noche oscura que vivió de 1979 a 1990 con el FSLN, frase que ahora es repetida por la Iglesia Católica para referirse a la dictadura que desde 2007 se instauró en el país y se ha sostenido durante 12 años mediante fraudes electorales, represión, violencia y saqueo de los recursos de Estado.