El Obispo de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, tildó de blasfemos los discursos que invocan a Dios, mientras se lanzan palabras de odio, se fabrican calumnias infames y se hace sufrir a los pueblos.

“Quienes ejercen el poder, no se engañen: no serán felices ni alcanzarán la salvación siendo injustos y crueles. Entiendan que hacer sufrir a los demás les cierra la puerta que conduce a la vida. Y no olviden que nadie es eterno, solo Dios”, señaló Báez.

Báez refirió que tampoco servirá de nada ostentar títulos y cargos eclesiásticos.

“Todo esto es inútil, si no nos esforzamos por acoger el amor y el perdón de Dios con humildad y no tratamos con compasión y solidaridad a nuestros hermanos. Cuando Jesús nos habla de la puerta estrecha, no quiere angustiarnos, sino recordarnos lo único que es esencial: la exigencia del amor”, añadió Báez.

No son cristianos los tiranos

El jerarca expresó que no son cristianos los poderosos que se sirven de la ley para hacer actos ilegales, ni quienes le llaman bien al mal y mal al bien.

“Se encaminan a su ruina los tiranos que cargan a sus espaldas crímenes e injusticias. La puerta está abierta también para ustedes, pero cambien de vida, dejen que el evangelio de Jesús ilumine su conciencia, asuman la responsabilidad de sus delitos y hagan espacio al amor en su corazón”, dijo.

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“Si quieren vivir de verdad y salvarse, liberen a quienes tienen cautivos, dejen de creerse eternos y actúen pensando en el bienestar de todos, no solo acumulando riquezas y aumentando su poder. Luchen no por oprimir y someter, sino por entrar por la puerta estrecha del amor, la justicia y la verdad”, añadió.

El religioso señaló que delante de Dios, no da lo mismo hacer el mal que hacer el bien, no es igual optar por la verdad que optar por la mentira.

“Delante de Dios no es lo mismo ser íntegro, bondadoso y servicial, que ser egoísta, injusto y corrupto. No da lo mismo enjugar las lágrimas de los demás, que hacerlos sufrir; no es lo mismo ser víctima que ser verdugo”, señaló.

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“Jesús nos propone vivir con disciplina y esfuerzo, acogiendo la vida como una lucha continua por acoger el don de la salvación. San Pablo habla de la vida cristiana como “el buen combate de la fe”, añadió.

Báez llamó a no recurrir a la hipocresía creyendo que se garantiza la salvación y que ni siquiera la participación en la eucaristía nos asegura la salvación.

“Tampoco escuchar predicaciones religiosas, frecuentar retiros o leer libros de religión, rezar el rosario o frecuentar el templo. Tampoco servirá de nada ostentar títulos y cargos eclesiásticos. Todo esto es inútil, si no nos esforzamos por acoger el amor y el perdón de Dios con humildad y no tratamos con compasión y solidaridad a nuestros hermanos”, dijo Báez.

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