El obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, llamó a los creyentes a no dejar que el mal y la injusticia, se impongan por la indiferencia.
El prelado, a la vez, llamó a no olvidarse de los secuestrados políticos y del pueblo Ucraniano, al hacer referencia a la importancia del sacramento de la Eucaristía y su relación con las realidades y necesidades de la humanidad.
“No olvidemos al pueblo ucraniano, víctima de una guerra feroz; pensemos en los exiliados que huyen exponiéndose a graves peligros para sobrevivir, no olvidemos a los presos políticos encarcelados injustamente y maltratados con crueldad. Levantemos nuestra voz, recemos, hagamos algo. No dejemos que el mal y la injusticia se impongan por nuestra indiferencia”, dijo Báez.
El obispo Auxiliar hizo referencia al Sacramento de la Eucaristía, asegurando que Jesús se preocupa por las necesidades de cada uno.
“Jesús se preocupa cuando no tenemos trabajo o estamos enfermos, sabe que muchos tienen necesidad de legalizar su situación migratoria, piensa en nuestros bolsillos, conoce el afán de tantos padres de familia por llegar a fin de mes para llevar el pan a la familia o pagar el alquiler de la casa”, señaló.
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Báez afirmó que la Eucaristía no es solo pan del cielo, sino pan de la tierra. “Es el pan del amor, en el cual Jesús viene a nuestras vidas para sostenernos, alimentarnos con su amor, consolarnos y tendernos su mano para que vivamos con dignidad y no perdamos la esperanza”.
Antídoto contra la indiferencia
El jerarca católico aseguró que la Eucaristía es el antídoto más eficaz contra la indiferencia y el egoísmo, puesto que ensancha el corazón para amar.
“Quienes nos alimentamos de Jesús en el pan eucarístico, no podemos vivir de espaldas a las necesidades de los otros. Hay mucha hambre alrededor nuestro: hambre de consuelo y de amor, hambre de pan, hambre de una sonrisa, hambre de esperanza y de luz”, dijo.
Báez añadió que no se puede poner como excusa, que no es problema nuestro o que no podemos hacer nada.
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“No podemos lavarnos las manos como los apóstoles aquel día, cuando querían despedir a la gente para que se las arreglara. Siempre podemos hacer algo”, añadió.
Báez también se refirió al pasaje bíblico de la multiplicación de los panes y los peces, señalando que, luego del sermón de Jesús, a los discípulos les parecía razonable despedir a la gente para que buscaran alojamiento y comida.
Jesús en cambio -explicó- no acepta que cada uno se las arregle como pueda. Jesús sabía que en medio de aquella gente no todos tenían las mismas posibilidades.
“Había enfermos que no podrían caminar, había pobres que no tendrían con que comprar, había mujeres solas y niños desamparados que no sabrían adónde ir. Jesús no quería que nadie se quedase con hambre, sino que todos pudiesen comer, no quería exponer a nadie al peligro ni dejar sola a ninguna persona”, expuso