Familiares de la secuestrada política, Suyen Barahona, demandaron una llamada con su hijo de cinco años, según dieron a conocer este jueves en un breve comunicado.
“Ella conoce sus derechos y lo único que desea es una llamada con el pequeño, quien también a diario pregunta por su mamá, recluida en la cárcel de El Chipote”.
Los familiares de Barahona recordaron que el acceso a una llamada telefónica, es un derecho fundamental de todo preso, consignado también en las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, mejor conocidas como Nelson Mandela.
“Hay muchas cosas que es imposible que un niño de cinco años pueda comprender, pero crecer lejos de su mamá es una tortura para nuestro hijo y también lo es para Suyen. Le pedimos al gobierno de Nicaragua que les permita comunicarse”, señaló César Dubois, esposo de la presa política.
“Nadie debería enfrentarse al dolor y la confusión de ser un niño que no puede ver ni escuchar a su mamá; Suyen está en todo su derecho de escuchar a su hijo y recibir dibujos o cartas de su pequeño”.
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Los familiares apelaron a los directivos de la Policía Sandinista a que respeten la ley 473 y concedan una llamada a Suyen para que se comunique con su hijo.
Además, instan a la dictadura a cumplir con la obligación de velar por la salud emocional del pequeño, en deterioro por la imposibilidad de interactuar con ella desde que fue arbitrariamente apresada.
“Buscamos que la solidaridad pueda movilizarse para hacer esta llamada posible”, manifestaron los familiares de la secuestrada política.
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Además, desde el perfil de Facebook de Suyen estarán publicando información relevante con un mensaje único para conseguir esa llamada urgente:
“Estamos aquí para denunciar que el gobierno de Nicaragua ha negado el derecho de Suyen y de su hijo de comunicarse entre sí por más de un año. ¡Queremos que se termine esa tortura para el niño y para Suyen!”.
La última vez en que Suyen vio a su hijo fue el 23 de junio de 2021, cuando la Policía Nacional la secuestró por el supuesto delito de “menoscabo a la integridad”. Desde ese entonces las visitas familiares son irregulares, ha perdido mucho peso, y no ha tenido derecho a llamadas telefónicas durante más de un año.