En un flamígero, rabioso y hepático mensaje, la vocera de la dictadura sandinista, Rosario Murillo, reconoció el jueves 18 de abril, ser la autora del «vamos con todo» de hace seis años y de ordenar acabar a «sangre y fuego» las protestas antigubernamentales del 2018, que según ella fueron el resultado de una confabulación de Estados Unidos, sus «comparsas», empresarios e Iglesia Católica.

En su letanía del mediodía del 18 de abril, Murillo habló un poco más de 32 minutos, de los cuales 14 :41 fueron para vomitar su odio y epípetos en contra de todo lo que se le vino a su perturbada mente.

«Hace seis años, seis gloriosos años de combate y triunfo contra las tinieblas, contra el mal, contra el fuego del infierno, contra las tempestades del odio, contra los sembradores de perfidia, de dolor; hace ya 6 años la cizaña y la guadaña pretendían penetrarnos por órdenes expresas de la embajada americana y otras comparsas, y de sectores de la Iglesia católica, de sectores de empresarios cobardes y de los heraldos negros que solo querian y presagiaban muerte y destrucción», dijo Murillo con tono más ardido que de «gloria».

Luego arremetió en especial contra los sacerdotes, llamándoles «discipulos de Satanás» y asegurando que estos en el 2018 «clamaban como vampiros por sangre». «Esconden veneno detrás de la manipulación de los mensajes bíblicos y la estupidez de sus propias cobardias», vociferó.

A confesión de partes

Según Murillo, los ataques tenían como objetivo “representar a los mismos traidores que a través de la historia vendieron la patria y cumplieron misiones de servirles lacayos y esclavos de los imperialistas de la tierra”.

Asimismo, Murillo reprochó a los nicaragüenses que utilizan la bandera para conmemorar la lucha de hace seis años y dijo qu este símbolo es para los nicaragüenses, pero que no le pertenece a los vende patrias. 

De acuerdo  con Murillo, todos los que se  opusieron a su régimen recibieron una merecida lección. “Les dimos una lección y la lección que les seguimos dando a todos esos apátridas porque quienes siembran ventarrones cosechan tempestades”, dijo.

Atrapada por su extásis visceral Murillo no tuvo reparo alguno en admitir su orden en el 2018. «Apagamos las llamas a sangre y fuego», confesó con orgullo Murillo.

El afán de cambiar la historia y de irrespetar la memoria de los asesinados

En el sexto aniversario del alzamiento social del 18 de abril de 2018, el régimen de Daniel Ortega, en un acto de burla y afrenta a la memoria de las víctimas y la lucha por la democracia, decretó el 19 de abril como «Día Nacional de la Paz». Esta imposición busca reescribir la historia y minimizar las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante las protestas de 2018.

Desde las primeras horas de este jueves 18 de abril, las fuerzas policiales tomaron las calles de las principales ciudades nicaragüenses con el objetivo de intimidar y reprimir cualquier muestra de conmemoración o protesta. Esta acción represiva evidencia el profundo temor del régimen a la memoria popular y su afán por silenciar cualquier disidencia.

La represión a las protestas de 2018 dejaron un saldo trágico de al menos 355 muertos según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Organismos nicaragüenses elevan la cifra a 684, mientras que el propio Ortega reconoce «más de 300» víctimas. Seis años: Así se respira en el lugar “del epicentro” de aquel abril 

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