El ofrecimiento de Hungría de apoyo a estudiantes de la robada Universidad Centroamericana, UCA y manifestar preocupación por las “atrocidades contra la comunidad católica” en Nicaragua, desató nuevamente una reacción hepática del régimen dictadorial de Ortega-Murillo.

A través de un comunicado firmado por el que hace el papel del canciller, Denis Moncada, la dictadura llamó ignorante e injerencista al Canciller de Hungría, Péter Szijjártó, luego que este manifestara su apoyo a la comunidad jesuita y a los estudiantes de la confiscada UCA por el atroz ataque del régimen sandinista.

El comunicado emitido este viernes, cargado de ofensas propias del vocabulario de la pareja dictatorial, el régimen sandinista arremete en contra del representante de Hungría y le reclama por supuestamente «hacer declaraciones injerencistas».

Lo que dijo el canciller hungaro y el hígado de respuesta

“Hablé por teléfono con el obispo Richard Gallagher, Secretario de Estado del Vaticano, sobre los alarmantes acontecimientos. Le aseguré al padre Gallagher que los cristianos en problemas en cualquier parte del mundo pueden contar con Hungría, por lo que estamos dispuestos a ofrecer becas a los estudiantes de la universidad cerrada”, dijo el ministro en su cuenta de Facebook. ¿Por qué los actos contra la UCA son de carácter confiscatorio?

«En relación a noticias difundidas sobre declaraciones injerencistas del Ministro de Relaciones Exteriores de Hungría, lesionando la soberanía de Nicaragua y entrometiéndose en asuntos propios del Estado nicaragüense, estamos con esta nota protestando enérgicamente por la violación de la Convención de Viena de parte del Gobierno de Hungría», dice el flamígero comunicado de la dictadura sandinista.

Moncada refiere que su dictadura «reclama fuertemente al Jefe de Gobierno de Hungría y al Jefe de las Relaciones con otros Estados, por inmiscuirse en asuntos que ni les conciernen, ni son de su incumbencia».

 Szijjártó también afirmó que intentaría conversar con Moncada e instaría a que Nicaragua abandone las medidas contra su comunidad católica.

Los dictadores arremetieron en contra del ministro húngaro y lo señalaron de «seguir los pasos guerreristas y esclavistas de los Imperios europeos». Al mismo tiempo, agrega que «las declaraciones del Canciller Péter Szijjártó reflejan ignorancia sobre las relaciones correctas entre Estados Soberanos».

El comunicado firmado por el disminuido «canciller» señala que Hungría busca «un desmedido afán protagónico que ni les luce, ni pueden tener, según las cartas de organismos internacionales que dan pautas sobre el respeto, la convivencia armoniosa, y sobre todo, la decencia y la cordura para no buscar protagonismos con conductas inmaduras e impropias, a costa de soberanías nacionales».

«Nicaragua nunca ha intervenido en los asuntos de otro país, ni lo haremos, porque tenemos conciencia y deber de salvaguarda de los propios y ajenos derechos. Exigimos reciprocidad», concluye la dictadura en su comunicado.

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