Escrito originalmente en inglés por Rebecca Santana y Valerie Gonzalez, Associated Press. Traducción al español por Maria Aguirre.

Bajo un conjunto de carpas blancas en la frontera entre Estados Unidos y México en Brownsville, Texas, docenas de hombres venezolanos esperaban. Algunos sentados en los bordes, otros apoyados en las barricadas de metal. Cuando las puertas eventualmente se abrieron, la larga fila de hombres lentamente llenó el camino peatonal hacia el puente y a través de Río Grande a México.

En las pasadas semanas, los funcionarios de aduana y protección fronteriza han estado facilitando las expulsiones al menos tres veces al día mientras casi 30,000 migrantes, la mayoría de Venezuela, entran al país mediante esta región desde mediados de abril. Esto se compara con los 1,700 migrantes que los agentes de la patrulla fronteriza encontraron durante las dos primeras semanas de abril.

En el otro extremo del estado, en El Paso, los funcionarios están lidiando con otra oleada de migrantes, y les preocupa que miles más están esperando cruzar.

Todo esto se da mientras el país se prepara para que termine una política vinculada a la pandemia del coronavirus que permite que rápidamente se expulsen muchos migrantes, y destacan las preocupaciones sobre si el fin de los límites de inmigración bajo el Título 42, una ley de salud pública de 1944, signifique que más migrantes intentarán cruzar la frontera sur.

«Nos hemos estado preparando por mucho tiempo y estamos listos. Lo que esperamos es sí, un aumento. Y lo que estamos haciendo es planificar para diferentes niveles de aumento», dijo el secretario de seguridad nacional, Alejandro Mayorkas, la semana pasada durante una visita a la zona sur de Texas. El también resaltó que la situación en la frontera es «extremadamente desafiante».

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Él habló desde un sitio en Brownsville donde oficiales de EE.UU. habían puesto carpas e instalaciones como baños portátiles para migrantes. Mayorkas dijo que hay dificultad en identificar la causa por la cantidad de migrantes venezolanos, pero que EE.UU. está trabajando con México para abordarla y esperan un cambio pronto.

Muchos de los que cruzan la frontera ingresan mediante Brownsville justo al norte del pueblo mexicano fronterizo, Matamoros. La ciudad fue sacudida por otra crisis el domingo, cuando una SUV se estrelló contra personas que esperaban en una parada de bus frente al albergue para migrantes de la ciudad. Ocho personas, en su mayoría hombres de Venezuela, murieron.

Ricardo Marquez, un hombre venezolano de 30 años, llegó al albergue en McAllen luego de cruzar la frontera con su esposa y su bebé de 5 meses en Brownsville. Ellos dejaron Venezuela porque su hija necesitaba una cirugía.

«Enfrenté la decisión de quedarme allí o arriesgarlo todo por mi hija», dijo él. Habían cruzado Río Grande luego de pasar un mes en Matamoros tratando de obtener una cita a través de la aplicación que EE.UU. ha utilizado para organizar citas para personas indocumentadas que vienen a la frontera y buscan entrar.

Los funcionarios de la administración del presidente Joe Biden dicen que se han preparado bien por casi un año para el fin del Título 42. La estrategia ha consistido en brindar más caminos legales para los migrantes que quieren entrar al país sin arriesgarse en ese peligroso viaje a la frontera. Esto incluye la creación de centros en países extranjeros donde los inmigrantes pueden solicitar emigrar así como un proceso de libertad condicional humanitaria ya en marcha con 30,000 espacios al mes para que personas de cuatro países vengan a los EE. UU. A partir del 12 de mayo, van a expandir citas a través de la aplicación CBP One que Marquez intentó usar. Cuando se lanzó, muchos migrantes y defensores criticaron la aplicación, diciendo que tenía problemas tecnológicos y que no había suficientes citas.

La estrategia también enfrenta consecuencias. El país esta proponiendo una regla que limita severamente el asilo a migrantes que viajan por primera vez a través de otro país, y que impone rápidamente revisar a los migrantes que buscan asilo en la frontera, deportar aquellos que no cualifican, y una prohibición de cinco años para reingresar a quienes son deportados.

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Muchas de estas consecuencias han recibido duras críticas por grupos de derechos de inmigrantes que han llegado a comparar las políticas con las del entonces presidente Donal Trump y decir que el derecho a solicitar asilo en los Estados Unidos es sacrosanto.

Mucha de la estrategia de la administración de Biden estará enfrentando peligros legales en las próximas semanas. La regla propuesta de limitar asilo es casi segura que será objeto de demandas. Y los estados inclinados al partido Republicano quieren detener a la administración Demócrata de utilizar libertad condicional humanitaria en tan grande escala.

La administración también ha estado aumentando los vuelos de inmigracion y control de aduanas para retirar a personas del país — vuelos como los que recientemente salieron de un aeropuerto en Harlingen, Texas. Poco después del amanecer, tres buses se detuvieron junto a un avión. Uno por uno, los migrantes salieron del bus. Estaban utilizando esposas, sujeciones de piernas y cubrebocas. Primero fueron cacheados por contrabando y luego subieron lentamente las escaleras al avión. En total, 133 migrantes fueron enviados a su país de origen, Guatemala.

Pero estos vuelos solo funcionan si los países los aceptan. Venezuela no los acepta. Y Colombia dijo que suspenderá vuelos de deportación debido al tratamiento «cruel y degradante» de los migrantes.

Los funcionarios de la administración dicen que están utilizando tecnología para agilizar el proceso de migrantes que cruzan la frontera sin documentos y utilizan procesamiento móvil, para que puedan procesar a los migrantes mientras son transportados en bus o van, por ejemplo. Han presionado para digitalizar documentos que en algún momento fueron llenados a mano por la patrulla fronteriza. Y también han reforzado los contratistas para que los agentes se queden en el campo.

Pero los críticos han golpeado a la administración, diciendo que no está haciendo lo suficiente. Kyrsten Sinema, una senadora nacional independiente de Arizona, dijo en el programa «Face the Nation» de CBS el domingo, que la administración no se estaba comunicando con funcionarios locales sobre cosas como el tipo de aumento que se espera o si los buses estarán disponibles para transportar migrantes. Además, dijo que la decisión de enviar 1,500 tropas militares a la frontera ya fue muy tarde.

En las comunidades de la frontera de México, funcionarios y grupos comunitarios que apoyan a los migrantes recién llegados, están ansiosos por saber lo que significa el fin del Título 42. La monja Norma Pimentel administra el centro Catholic Charities’ Humanitarian Respite Center, el refugio más grande del sur de Texas.

El refugio funciona principalmente como un centro de recursos donde los migrantes pueden comprar tickets de bus, realizar llamadas, comer y descansar antes de viajar a su próximo destino, donde suelen tener familia y otros contactos. Pero, dice Pimentel, muchos de los venezolanos de la reciente oleada no tienen vínculos en los Estados Unidos, lo cual dificulta moverlos a su siguiente destino. «Esto se ha convertido en un problema», dice ella.

El gobierno federal le brinda dinero a comunidades para que los ayuden a lidiar con el aumento de migrantes. El viernes, la administración anunció que $332 millones han sido desembolsados a 35 gobiernos locales y organizaciones de servicios. La mayoría se dirige a comunidades cerca de la frontera «debido a las urgencias que enfrentan», pero las ciudades lejos de la frontera también obtendrán fondos.

En la ciudad fronteriza de Texas, El Paso, alrededor de 2,200 migrantes están en campamentos o viviendo en las calles, a pocas cuadras de las principales entradas portuarias que conectan El Paso con la ciudad mexicana de Juárez. La ciudad esta preparada para abrir refugios la próxima semana si es necesario, en dos escuelas vacías y un centro cívico.

El alcalde de El Paso, Oscar Leeser estima que entre 10,000 a 12,000 migrantes están en Juárez esperando cruzar, mientras los funcionarios locales se preparan para lo «desconocido». Leeser dice que los migrantes acuden a la frontera bajo falsas suposiciones de que será más fácil entrar a EE.UU ahora que desaparece el Título 42, pero para muchos, habrá consecuencias más fuertes.

Este es un mensaje que los funcionarios federales han repetido. Pero, están compitiendo contra una red poderosa de contrabando de personas que facilita la migración del norte y la desesperación de los migrantes que sienten que no tienen otra opción.

En una entrada portuaria en Brownsville, los funcionarios de aduanas y protección fronteriza, dicen que han realizado simulacros para prepararse en caso de que haya una oleada de migrantes tratando de cruzar y necesiten cerrar el puente. Los peatones que cruzaron Matamoros utilizando un camino cubierto sólo pueden acomodar a pocas personas.

Preocupados del impacto de las largas filas de migrantes que vendrán al puerto luego del 11 de mayo sin una cita y los efectos en las operaciones del puerto, le están pidiendo a las personas a programar citas en la aplicación CBP One.

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