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El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, aseguró que los tiranos de hoy siguen siendo cínicos y crueles como Poncio Pilatos.

Báez reflexionó los misterios dolorosos del Santo Rosario este 21 de diciembre, en una jornada de oraciones ofrecidas por la situación en Nicaragua y por la liberación del Obispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez.

“Los tiranos de hoy siguen siendo como Pilatos, cínicos y crueles, miedosos e injustos. Vociferan altaneros porque tienen miedo, acallan la verdad porque su único argumento es la violencia. No les importa hacer sufrir, burlarse de la justicia y ultrajar a las personas. Son los Pilatos de hoy”, dijo Báez.

El jerarca señaló que no se debe encerrar en la oración y taparse la vista ante las dificultades.

“Los cristianos oramos porque no nos resignamos a vivir el dolor y los problemas de la vida en soledad, lejos de Dios. No queremos prescindir de su amor y su ternura en las dificultades, dolores y oscuridades de la vida. Al orar abrimos el corazón a Dios y nos entregamos a él, como hizo Jesús, porque sabemos que Dios es nuestro Padre, que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene y nos ama con infinita misericordia”, señaló Báez. 

En sus meditaciones, aprovechó para recordar a los migrantes, forzados a abandonar a su familia y su patria.

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“Recordamos también ante el Señor a los miles migrantes nicaragüenses, forzados a abandonar su familia y su patria, a causa de las amenazas y de la persecución, muchas veces poniendo en peligro su vida y sin saber con claridad adónde van”, añadió. 

Álvarez no está derrotado

En el tercer misterio, Báez meditó sobre la situación del Obispo de Matagalpa.

Hace unos días, vimos en una foto a Mons. Rolando José Álvarez, Obispo de la diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la diócesis de Estelí, solo, aislado. Presentándolo de este modo, querían rebajarlo y humillarlo”, expresó. 

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Báez señaló que al igual que Jesús, Álvarez mostró dignidad, fortaleza y paz interior. 

“Su mirada serena y su elocuente silencio no eran los de un hombre derrotado, sino los de alguien que es fuerte, porque tiene valores, y vive de grandes ideales, pero sobre todo porque es un profeta de Dios”, dijo. 

“Junto a Mons. Rolando, recordamos a los sacerdotes y seminaristas encarcelados. También ellos son víctimas inocentes y testigos de un amor que es más fuerte que el odio y la violencia”, añadió. 

El jerarca señaló que la Iglesia debe continuar con su voz profética y “asumir las consecuencias” de esto.

“Tomar la cruz hoy para la Iglesia significa sobre todo asumir las consecuencias, casi siempre dolorosas, de ser voz de los que no tienen voz y luchar por eliminar el sufrimiento de los crucificados de la sociedad. Como hizo Jesús”, señaló.

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