La dictadura sandinista mediante el parlamento del país, aprobó este viernes por unanimidad el decreto en el que declaran como héroe nacional al beisbolista puertorriqueño, Roberto Clemente.

El decreto de ley se dio por la exigencia del dictador Daniel Ortega, justificándolo con el motivo de que es deber del Estado de Nicaragua exaltar a personas que por sus hechos o acciones contribuyeron al desarrollo y transformación del país.

Los diputados a fines del FSLN pasaron compartiendo sus puntos de vista sobre la aprobación de este decreto, palabras que parecían guiones hechos por la vicedictadora, Rosario Murillo.

«Roberto Clemente trascendió más allá de su capacidad deportiva, siendo su mayor aspiración la construcción de una ciudad deportiva para las familias más desposeídas de su país, construcción que fue construida posterior a su paso a otro plano de vida, como deportista jugó un papel importante en su defensa en el trato equitativo de los peloteros latino», declaró la diputada Virginia Molina.

¿Cuál es la verdadera razón de este decreto?

El régimen sandinista removió la semana pasada el nombre de Dennis Martínez del Estadio Nacional de Béisbol. Decisión que se atribuye a la posición de Martínez de no estar a favor de Ortega y Murillo.

Desde entonces, Rosario Murillo en coordinación con los medios oficialistas, han hablado del beisbolista puertorriqueño, dando indicios que este será el nuevo nombre del Estadio Nacional donado por Taiwán.

La vida de Roberto Clemente

Roberto Enrique Clemente Walker, nació el 22 de agosto de 1934 en Carolina, Puerto Rico

Clemente fue un jugador profesional de béisbol puertorriqueño, que jugaba en la posición de jardinero derecho y desarrolló toda su carrera en los Pittsburgh Pirates de las Grandes Ligas de Béisbol. La afición y la prensa le apodaban «El Grande».

Ganó dos Series Mundiales con los Pirates y está considerado uno de los mejores jardineros derechos de la historia, opinión que se consolida con los doce Guantes de Oro de los que se hizo acreedor en su carrera.

Al ocurrir el terremoto en Managua en 1972, Roberto Clemente se disponía a traer ayuda a las decenas de familias afectadas por el desastre natural.

Salió en su nave DC-7 de San Juan, en Puerto Rico, volando unos cuantos metros de la costa cuando la aeronave cayó, falleciendo Clemente y todos los ocupantes.

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