El obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, afirmó que cuando en las sociedades existen tormentas de represión e injusticia, el miedo no debe prevalecer y que es en esos momentos, donde se requieren de políticos dispuestos a sacrificarse, empresarios que dejen a un lado sus intereses de grupos, periodistas que digan la verdad y jóvenes valientes dispuestos a dar la lucha para enfrentar la tempestad.

El obispo Auxiliar se refirió al evangelio en donde Jesús y sus discípulos viajan en una barca y mientras el duerme, les azota una tormenta que hace que despierten al Maestro temerosos de que la nave se hunda.

«Jesús que se despierta y se levanta, dominando las aguas impetuosas que son un símbolo del mal, evoca su resurrección y su poder divino sobre las fuerzas negativas que amenazan la vida. Estamos ante una catequesis pascual sobre la presencia de Jesús Resucitado, una presencia a veces silenciosa y aparentemente lejana, pero siempre eficaz y salvadora», dijo Báez.

Añadió que la Iglesia es una barca llamada a navegar en el mar de la historia, a pesar de los riesgos y que el anuncio del evangelio no puede detenerse. «También nosotros somos pequeñas barcas, a veces muy frágiles, llamadas a navegar. Las barcas existen para adentrarse en el mar. La vida es una travesía en un riesgoso mar en el cual las tormentas son inevitables. No sabemos por qué ocurren, quisiéramos que el cielo fuera siempre sereno, que el mar estuviera calmo y no faltara la luz. Pero la vida no es así. Existen las tormentas», añadió el obispo Auxiliar. https://cafeconvoz.com/2021/06/13/monsenor-silvio-baez-no-desfallecer-ante-quienes-quieren-sembrar-desesperanza-y-miedo/

El miedo y sus nefastos efectos

Sostuvo que el miedo de discípulos es natural por el peligro que veían delante de sus ojos y que es una emoción humana natural e incluso sana en algunos momentos de riesgo, pues pone al ser humano en estado de alerta y le permite reaccionar para buscar seguridad y poner a salvo la vida.

«El miedo se vuelve negativo cuando nos domina. Este fue el caso de los discípulos, que se dejaron llevar por el miedo porque se habían quedado viendo las olas y el viento, en vez de volver la mirada a Jesús y confiar en él. Si dejamos que el miedo nos domine, olvidándonos de Jesús, los problemas se agigantan, aumenta la sensación de soledad, se debilita nuestra energía interior, perdemos capacidad para reaccionar, las dificultades parecen insuperables», dijo Báez.

El obispo Auxiliar explicó la reprensión que Jesús hace a sus discípulos cuando le despiertan. «Donde comienza el miedo termina la fe. Jesús les reprocha su miedo porque se olvidaron de él y llegaron a sentirse solos. Aunque Jesús estaba dormido, estaba allí con ellos .Cuando Dios parece callar, nos está hablando de otra manera. Cuando Dios parece ausente, es que está presente más allá de lo que podemos comprender», dijo Báez en su homilía en la iglesia de Santa Agatha.

«La reprensión de Jesús a los discípulos indica que las tormentas de la vida las podemos soportar y superar, incluso cuando él parece dormir. Aunque esté dormido, Jesús siempre está en la barca. Tener fe no es simplemente creer que Dios existe, sino confiar en él aún cuando parece ausente. En las tormentas de la vida Jesús está con nosotros, sosteniendo nuestros humildes esfuerzos por no hundirnos y dándonos sabiduría y fuerza para que no perezcamos. Jesús también espera que en los momentos oscuros y dolorosos acudamos a él y le contemos lo que nos ocurre. Él siempre escucha el grito que sale de nuestro corazón pidiendo auxilio en la oscuridad y en la tragedia. Jesús nunca nos deja solos», añadió.

Las tormentas de los pueblos y los sacrificios

Y fue en ésta parte de su homilía en donde el obispo Auxiliar habló de las tormentas que azotan a los pueblos, como la represión, la injusticia, la maldad y el totalitarismo de los tiranos.

«Hay también pueblos enteros que sufren dolorosas tormentas desatadas por la ambición y la crueldad de los tiranos. En esos momentos no hay que dejar que el miedo nos domine pues podemos llegar a sentirnos solos y esta es la peor tragedia», dijo.

«Cada sociedad es como una barca donde todos navegamos juntos y en donde todos somos responsables unos de otros. Es necesario no dejar de remar, cuidarnos y darnos ánimo unos a otros. La hora de la tormenta es la hora de la solidaridad. Es el momento de aprender a vivir unidos», recomendó.

Asimismo Báez dijo que «cuando en la barca de la sociedad arrecia la tormenta de la represión y de la injusticia, hay que afrontar los fuertes vientos y las grandes olas. Para ello se necesitan políticos sacrificados que amen al pueblo, empresarios solidarios que antepongan el bien común a sus propios intereses, periodistas valientes que sirvan a la verdad y a la justicia, jóvenes que sueñen un mundo nuevo y contagien de confianza a los demás, personas que defienden la vida y sirven a sus hermanos».

El obispo Auxiliar indicó que la barca de la sociedad «estará más segura en la tempestad si en ella navega un pueblo que no es indiferente, que no se doblega y que no se cansa de luchar por un futuro nuevo de justicia y libertad. Más aún, la barca de la sociedad no naufragará si en ella navega un pueblo creyente, que reza y confía en Dios, sabiendo que a él le importa nuestra vida y nuestro futuro, pues nos ama entrañablemente y siempre está con nosotros».

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