Evo Morales expresidente de Bolivia

La Paz, 23 oct (EFE).- El expresidente de Bolivia Evo Morales insiste en que volverá en cualquier momento a su país, pero su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), que ha demostrado que puede triunfar en las elecciones sin él en la papeleta, parece no tener como prioridad su regreso, al menos públicamente.

Tras la virtual victoria del exministro Luis Arce en las elecciones del pasado 18 de octubre, las declaraciones desde Argentina de Morales sobre su deseo de volver a Bolivia no se dejaron esperar, pero varios miembros de su partido han manejado un cauto discurso marcando distancia con la intención del expresidente.

Mientras Morales expresa que «tarde o temprano» volverá a Bolivia, que no pisa desde noviembre del año pasado, una parte de los seguidores del MAS señalan que no es el momento adecuado para su retorno, aunque enfatizan que tiene el derecho de volver al país.

El tema ha generado opiniones divididas dentro de sus simpatizantes, en los que algunos sectores sociales piden que el expresidente vuelva, como los cocaleros del trópico de Cochabamba, uno de los bastiones del MAS y donde el expresidente comenzó su carrera política.

Lo cierto es que la propia vocera de ese partido, Marianela Paco, indicó que ahora el MAS se enfoca en conocer los resultados oficiales de las elecciones y encarar un cuarto mandato con Luis Arce como presidente y David Choquehuanca de vicepresidente.

Morales, quien fue presidente de Bolivia por casi catorce años consecutivos, el mandato más largo en la historia de Bolivia, y al que en su momento se consideraba insustituible, en estos comicios se evidenció que no es así y que su partido puede seguir triunfando sin él a la cabeza.

«El MAS nos está demostrando que en Bolivia hay más masismo que evismo», expresó a Efe el analista Marcelo Arequipa.

UNA IMAGEN AGOTADA

La posible vuelta de Morales a Bolivia genera rechazo en una parte de la población, que aún tiene fresco el supuesto fraude electoral de las pasadas elecciones de 2019 a favor del expresidente, aunque él siempre lo ha negado y que está aún en investigación judicial.

A juicio de Arequipa, esa situación ha hecho que la imagen de Morales y su liderazgo se «agote» y marcar un distanciamiento con el exmandatario es una decisión «saludable» para su partido, porque el proyecto político está «por encima de los intereses de una persona».

De la misma manera, el analista Carlos Cordero comentó a Efe que uno de los desafíos del virtual presidente será marcar una diferencia en la forma de gobernar, una que no sea «autoritaria» o «confrontacional» como la de su antecesor, sino una más bien conciliadora y enfocada en resolver las múltiples crisis que vive el país, en especial la económica.

«Si Luis Arce quisiera fusionarse para ser una continuidad del Gobierno de Evo Morales en el estilo de gobernar, podría despertar el descontento de los electores que lo llevaron al poder», reflexionó Cordero.

El propio Luis Arce no se cansa de repetir que Morales es un «mentor» y un «líder histórico», pero que ahora se debe abrir paso a un «MAS 2.0» que le urgía una transformación, una renovación que los mismos simpatizantes pedían.

DEFENDERSE ANTE LA JUSTICIA

Si el expresidente vuelve al país, deberá presentarse ante la Justicia boliviana para defenderse de casos en los que se le acusa de supuesto genocidio, terrorismo, sedición, fraude electoral y estupro, entre otros, que muchos inició el Gobierno transitorio de Jeanine Áñez.

Sin embargo, Morales ya anticipó que ahora tiene la posibilidad de regresar a Bolivia «sin mucho problema», ya que la «treintena» de casos abiertos en su contra «se van a caer» tras la victoria de su partido en los comicios.

Arequipa sostuvo que si el virtual Gobierno de Arce le da «impunidad» a Morales, estaría cometiendo un «error catastrófico» que le restaría a su partido y en un «momento clave», una «prueba de fuego» para demostrar que es un «talante distinto».

Varios dirigentes de los sectores sociales afines al MAS también expresaron que Morales debe ir a la Justicia, defenderse y así «limpiar su imagen».

A juicio de Cordero, un Gobierno del MAS con Evo podría generar «malestar» en la población, por lo que debería ocuparse de ser un «guía político» y formar nuevos liderazgos, mientras gobierne Arce.

Evo Morales dejó Bolivia el 11 de noviembre del año pasado rumbo primero a México y desde diciembre está en Argentina, tras denunciar que era forzado a salir de su país por un supuesto golpe de Estado que le negó entonces una nueva victoria electoral para un cuarto mandato consecutivo, entre denuncias de fraude electoral a su favor.

Ante el vacío de poder, como segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez activó el mecanismo sucesorio que dejó roto el entonces oficialismo, puesto que con Morales renunciaron todos los que constitucionalmente estaban habilitados para reemplazarlo.

Morales desde Argentina intentó estar en estos comicios como candidato a senador, pero el órgano electoral y una corte constitucional le inhabilitaron por incumplir un requisito de residencia en Bolivia y fungió como el jefe de campaña de su partido.

Por primera vez desde 1989 no está como candidato Evo Morales, que entró entonces en la carrera política como aspirante a diputado.

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