CIDH
En la imagen, el presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Joel Hernández. EFE

Washington, 25 ago (EFE).- El presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Joel Hernández, consideró que la decisión del secretario general de la OEA, Luis Almagro, de bloquear la renovación de su secretario ejecutivo, Paulo Abrao, «supone un límite enorme para su autonomía».

Hernández, quien en la última semana ha estado negociando personalmente con Almagro, desveló a Efe en una entrevista los entresijos de esas conversaciones sobre el futuro de Abrao y su significado para la Comisión, órgano autónomo de la Organización de Estados Americanos (OEA) que vela por el respeto a los derechos humanos.

¿Cómo recibió la CIDH la decisión de Almagro de no prorrogar el contrato al secretario ejecutivo?

En este momento hay un estado de indignación entre todas las personas que integramos la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ante la negativa del secretario general Almagro de renovar el contrato a Paulo Abrao. Además, teniendo en cuenta que, en enero de este año, la Comisión decidió por unanimidad renovar al secretario ejecutivo en su cargo para cuatro años más, es decir, para el periodo 2020-2024.

En este momento, estamos en un estado de indignación. Desde luego, esperamos que haya una reflexión y que sea respetada la decisión de la Comisión.

¿Cuál puede ser el impacto de la decisión de Almagro para el funcionamiento de la CIDH?

Es una limitación enorme de nuestra autonomía. Para que la Comisión pueda llevar a cabo su trabajo libre de influencias políticas requiere de su autonomía e independencia, de la cual, la piedra angular es el rol que tiene el secretario ejecutivo. La Comisión no puede actuar de manera autónoma e independiente si no tiene la capacidad de decidir quién va a estar al frente de su Secretaría Ejecutiva.

Hasta 60 denuncias

En un comunicado, Almagro ha atribuido su decisión a la existencia de «decenas de denuncias» contra Abrao por parte de funcionarios del organismo, algunas de ellas supuestamente graves. ¿Cuál es el carácter de esas denuncias? ¿Qué ha hecho la Comisión y usted como presidente para abordarlas?

Esas quejas han sido puestas en conocimiento de la Comisión en reuniones que la CIDH en pleno y la mesa directiva, de manera bilateral, han tenido con la Ombudsperson que fue ante quien se presentaron las denuncias.

Desde el primer momento, el secretario ejecutivo se ha dado a la tarea de atender estas recomendaciones y ha dado medidas muy concretas con el apoyo de la Comisión y un seguimiento muy cercano, no es un tema que desconocemos.

Almagro argumenta que algunas de las denuncias estuvieron en el limbo durante meses y no se tramitaron.

La Comisión reconoce el derecho que tienen funcionarias y funcionarios, no lo pone en tela de juicio. Lo que la Comisión cree, sin embargo, es una cosa distinta, que es el tratamiento que se le da. Esto se está tomando como un pretexto para la no renovación y quiero ser claro, para la CIDH, es imperativo que se lleven a cabo las investigaciones de las denuncias que correspondan, pero esas investigaciones corresponden al Inspector General no a la Ombudsperson (…)

El mandato de la Ombudsperson es realizar procesos de carácter conciliatorio, no de carácter decisivo y no hay que confundir, por tanto, con un tema que debe ser decidido por sus méritos.

Nos preocupa también que no haya una debida caracterización de las cosas. Por ejemplo, usted mencionaba que el comunicado de la Secretaría General habla de decenas de denuncias. De hecho, son 60 y eso tiene que ponerse en contexto. No son 60 denuncias, no son 60 casos, en realidad son 60 visitas, que es muy distinto y no todas son de la misma naturaleza. No todas son acciones dirigidas contra el secretario ejecutivo.

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Posturas «irreconciliables»

¿Cuál ha sido la comunicación con la Secretaría General de la OEA?

Ha habido un proceso de diálogo continuo que hemos celebrado él (Almagro) y yo a lo largo de una semana con llamadas telefónicas, mensajes de WhatsApp, comunicaciones oficiales… Ha habido un diálogo constante. Lo que resultaba evidente es que llegamos a un momento en donde no encontramos un punto de encuentro, no he logrado convencer al secretario general de que compete a la Comisión la decisión de la renovación del mandato de Paulo Abrao.

Tenemos visiones distintas que parecen irreconciliables y hoy no veo un espacio para avanzar en la dirección correcta.

¿Cuál es esa dirección en la que quiere avanzar la CIDH?

El cumplimiento de la renovación del mandato de Paulo Abrao y, por cuenta separada, llevar a cabo las investigaciones de estas denuncias que sí tienen que ser investigadas, tiene que haber una responsabilidad. Eso es para nosotros es el punto central.

Un llamado «respetuoso»

Si no se llega a renovar el mandato del secretario ejecutivo, ¿qué otras acciones baraja la CIDH?

Por el momento, Paulo Abrao es el secretario ejecutivo de la Comisión y, en este momento, la posición de la Comisión es hacer un llamado atento y respetuoso al secretario general para que se lleve a cabo la renovación del mandato.

Pero, ¿y si no prorroga el contrato?

Nosotros por el momento tenemos que seguir en esta línea, esa es la acción inmediata de la Comisión.

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