En una conmovedora homilía pronunciada este domingo, el padre Marcos Somarriba, párroco de la Iglesia Santa Aghata en Miami y voz valiente de la iglesia Católica de Nicaragua en el exilio, lanzó un poderoso mensaje basado en el evangelio de Marcos 10, 35-45.
El relato bíblico, que describe el pedido ambicioso de Santiago y Juan para ocupar lugares de honor junto a Jesús, sirve como un reflejo directo de la situación actual de Nicaragua, dominada por la corrupción y la opresión bajo la dictadura de la familia Ortega-Murillo.
Ambición y carrerismo en el poder
El padre Somarriba señaló con claridad que la solicitud de los discípulos refleja una búsqueda errada de estatus y poder, similar al carrerismo y la avaricia que prevalecen en muchos tiranos hoy en día.
«Esta ambición personal, este deseo de escalar a puestos de privilegio, es el veneno que corroe las estructuras de poder», afirmó con vehemencia.
Así, el sacerdote conectó el mensaje bíblico con la realidad nicaragüense, donde los tiranos del régimen buscan únicamente su propio beneficio, ignorando el sufrimiento y las necesidades de su pueblo.
«La verdadera grandeza no se encuentra en los puestos de poder ni en los honores vacíos», recordó el sacerdote, «sino en la disposición a enfrentar dificultades y sacrificios por el bienestar de los demás».
En Nicaragua, donde los derechos humanos son pisoteados diariamente y el pueblo vive bajo un estado de terror, Somarriba recordó las palabras de Jesús: «el liderazgo auténtico no consiste en dominar, sino en servir».
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Un llamado a la justicia y al servicio en Nicaragua
Jesús respondió a la ambición de sus discípulos preguntándoles si estaban dispuestos a «beber la copa» de sacrificio que Él bebería.
Somarriba explicó que este símbolo de sufrimiento y sacrificio es algo que los verdaderos líderes, aquellos comprometidos con la justicia, deben estar dispuestos a aceptar.
Sin embargo, en Nicaragua, observamos lo contrario. Los nefastos caudillos del régimen, lejos de caminar con su pueblo y protegerlos, han optado por consolidar su poder a través de la represión, el miedo y la violencia.
«Al igual que los discípulos que no comprendían el sacrificio que Jesús estaba a punto de hacer, los que hoy buscan poder no están dispuestos a sacrificarse por el bien común», agregó Somarriba.
«Jesús nos llama a ser pastores, no a exterminar a nuestras ovejas», proclamó.
En un país donde el régimen persigue a los opositores, censura a la prensa, y encierra a quienes se atreven a alzar la voz, el padre Somarriba denunció el papel destructivo del régimen criminal.
«En lugar de pastorear y cuidar, aquellos en el poder en Nicaragua se han convertido en lobos que devoran a su propio rebaño», dijo con firmeza.
La falsa grandeza de los dictadores
El evangelio también nos recuerda que «los jefes de las naciones dominan», pero «no ha de ser así entre ustedes».
En este contexto, Somarriba condenó enérgicamente el afán de los líderes de la dictadura Ortega-Murillo por controlar cada aspecto de la vida en Nicaragua.
Para el sacerdote, el régimen ha traicionado completamente el ideal de liderazgo que Jesús nos ofrece: un liderazgo basado en el servicio, no en la opresión.
«El régimen ha convertido a Nicaragua en una prisión», lamentó. «Al igual que Santiago y Juan, buscan gloria y reconocimiento, pero han ignorado el llamado de Jesús a servir a los más necesitados y vulnerables».
En su lugar, se han dedicado a acumular poder, aplastando a cualquier oposición y silenciando a quienes buscan justicia y libertad.
Nicaragua en busca de redención
La homilía del padre Somarriba culminó con un mensaje de esperanza y desafío. «El pueblo nicaragüense no está solo», afirmó, recordando que, al igual que Jesús prometió su resurrección tras la crucifixión, Nicaragua también verá el día de su liberación.
«La verdadera grandeza no radica en los palacios del poder, sino en aquellos que están dispuestos a sacrificarse por los demás».
Somarriba hizo un llamado a todos los nicaragüenses, dentro y fuera del país, a mantener viva su fe y su lucha por la justicia.
«Jesús nos mostró que el verdadero poder es el de dar la vida por los demás», dijo. «Que no se nos olvide que, aunque hoy el pueblo sufre bajo la opresión, la justicia de Dios es más fuerte que cualquier dictadura».
Frente a la tiranía y la ambición desmedida, el mensaje de Jesús, como lo expuso Somarriba, es claro:
«Y aunque en este momento Nicaragua está en manos de opresores, la fe en un liderazgo basado en el amor y el servicio es la esperanza que mantendrá vivo al pueblo».
«El régimen puede tener el poder temporal», concluyó el sacerdote, «pero nunca podrá arrebatar la dignidad y la esperanza del pueblo de Dios.»