Loup Besmond De Senneville, es el periodista corresponsal permanente en El Vaticano del medio frances La Croix (La Cruz). El lunes 18 de marzo escribió un artículo de opinión, en el cual fotografía las instrucciones que desdes los aposentos del Papa Francisco, se han girado en relación al tema de la persecusión de la dictadura sandinista en contra de la Iglesia Católica en Nicaragua. A continuación el artículo íntegro.
Tomado de La Croix. El 17 de marzo, del 2023 es una fecha que ya está grabada en la historia de la Iglesia Católica en latinoamérica. Fue entonces cuando Daniel Ortega, expulsó al nuncio papal y obligó a la Santa Sede a cerrar su nunciatura en Managua.
La jugada marcaba un paso más en las tensiones que han caracterizado la creciente difíciles relaciones entre la Iglesia y el país centroamericano. Sin embargo, El Vaticano no emitió ninguna declaración sobre el primer aniversario de este triste suceso. Y por alguna una buena razón: la Secretaría de Estado ha prohibido terminantemente cualquier comentario sobre el tema.
«Es una situación muy difícil», comentó sobriamente una fuente vaticana. «No se nos permite hablar de eso».
Pero el colapso casi total de las relaciones diplomáticas entre Nicaragua y la Santa Sede no fue la única presión que el régimen de Ortega ha impuesto a la Iglesia. Varios sacerdotes de las comunidades religiosas católicas también han sido expulsadas, y las actividades de la Iglesia han sido cerradas.
Obispo Rolando Álvarez de Matagalpa, una destacada figura opositora del régimen de Ortega, fue liberado después de más de un año en prisión el 14 de enero y expulsado a El Vaticano. Otro obispo, quince sacerdotes y dos seminaristas fueron expulsados junto con él.
La Secretaría de Estado de la Santa Sede les ha ordenado observar la máxima discreción, también. Y nadie parece saber exactamente en qué parte de Italia se encuentran en este momento.
La cautela de El Vaticano ha sorprendido a muchos diplomáticos destinados en Roma. Pero hay una razón muy específica para ello: evitar represalias contra los católicos que todavía en Nicaragua.
Esto se debe a que El Vaticano sabe que la más mínima palabra sobre el tema, ya sea pronunciado por el Papa o por cualquier otro funcionario del Vaticano, podría poner en peligro directamente la vida de los católicos que se encuentran a casi 10.000 kilómetros lejos de Roma. Padre Marcos Somarriba: «Un pueblo perseguido y asesinado es vivo testimonio de la Iglesia de Dios»