El ex jefe del Ejército Popular Sandinista, EPS, Humberto Ortega, hermano del dictador Daniel Ortega, consideró que el destierro de 222 secuestrados políticos fue «un paso positivo», porque a su parecer «cierra» la coyuntura del 2018 y abre la puerta a una «nueva coyuntura» con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2026.

En una entrevista con el periodista de CNN en Español Andrés Oppenheimer y emitida este domingo, Ortega señaló que la liberación de presos ha permitido cerrar «la coyuntura» creada tras el proceso electoral de 2018, la cual llevó al encarcelamiento de candidatos presidenciales y líderes opositores.

«Esta (nueva) coyuntura tiene su meta en las elecciones del 2026 (…) donde con las elecciones presidenciales se pueda ya tener unas elecciones en donde Nicaragua entre a un proceso totalmente diferente al que teníamos desde 2018 hasta ese momento», declaró.

Reconoció que la vía para llegar a ello y resolver la actual crisis es «una negociación complicada, dura y siempre con presiones de un lado y otro», pero alertó de que si no se entra en «una ruta de verdad, de ir buscando vínculos» Nicaragua se encaminaría «a un total desastre de anarquía que no lo podría cubrir ni la oposición ni el actual partido de gobierno».

«En este momento no pueden haber elecciones, por eso trato de ser lo más razonablemente posible en mi análisis de visión de la coyuntura», afirmó indicando que a su juicio, ni la oposición ni el Gobierno están preparados para ir a unos comicios.

El encierro del obispo de Matagalpa

Asimismo Humberto Ortega, se refirió al encierro del obispo Rolando Álvarez, a quien calificó de «es un hombre serio, consecuente» al no aceptar ser desterrado.

«Considero que su discurso está en la línea de lo que son las libertades que uno tiene que tener y tolerar en un gobierno democrático», agregó sobre el obispo, quien tras negarse al destierro fue despojado de su nacionalidad y condenado a 26 años y 4 meses de prisión. Obispo Rolando Álvarez no aceptó el destierro

El general calificó esa condena de «precipitada», que ha dejado «grandes repercusiones» («el Papa incluso abogó directamente por Álvarez»), y opinó que el Gobierno de Ortega debe corregir la situación.

«Yo creo que eso tiene que corregirlo el Gobierno, porque no le conviene ahondar un choque con el sentimiento cristiano de todos los cristianos de Nicaragua y de América Latina, que es muy cristiana y muy católica»

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