El obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, dijo que domingo que es urgente la unidad para enfrentar las consecuencias de «tiranías» que dañan a la sociedad y que pretenden imponerse destruyendo a los pueblos en su presente y su futuro.
Báez, recordó desde la iglesia Santa Agatha en Miami, el evangelio en el cual Jesús iba con sus discípulos de camino a Jerusalén y en el trayecto habían visto a un desconocido que “expulsaba demonios” en su nombre, algo que a los discípulos no les pareció bien y entonces se lo prohibieron porque no pertenecía a su grupo.
El obispo Auxiliar, explicó porque la actitud de los apóstoles no era la correcta. «Pensaban que sólo ellos, los que seguían a Jesús, tenían derecho a actuar en su nombre y a hacer el bien. Ponían en primer lugar al grupo, antes que el bien de las personas; colocaban la idea antes de la realidad. Cuando actuamos así es muy fácil caer en actitudes sectarias y excluyentes», dijo Báez.
Indicó que todos los seres humanos abrigan en el corazón la tentación de creer que son los únicos capaces y con derecho de llevar adelante proyectos e iniciativas buenas. «Esta actitud de cerrazón nos impide reconocer el bien que hacen otros, solo porque no son de nuestro grupo. Los vemos como extraños, los juzgamos, los descalificamos y hasta los tratamos con hostilidad», dijo.
Los que luchan por la libertad
Este, explicó Báez, es el principio de la intolerancia y de todos los totalitarismos que han hecho tanto daño en la historia. «Para Jesús el primer objetivo no es hacer que aumente el número de quienes lo siguen, sino que crezca el bien en el mundo. Prohibir, excluir, desautorizar son acciones que Jesús nunca practicó», afirmó Báez.
«Jesús nos enseña que quien se comprometa a luchar por ´echar demonios´, está de parte suya. Por eso, toda persona, organización, partido político o gobierno que esté dispuesto a sanear las estructuras sociales y construir sociedades fundadas en el respeto a los derechos de las personas y la búsqueda del bien común, está de parte de Jesús», añadió Báez.
El obispo Carmelita, sostuvo que quien luche por la libertad y la dignidad de la gente, sobre todo a favor de los más pobres y olvidados, trabaja por el proyecto del reino de Dios que anunció Jesús, aunque no lo sepa o no esté dispuesto a reconocerlo.
«En nuestros países es necesaria la reconstrucción de la gran familia nacional, a menudo fracturada y fraccionada por artificiales enfrentamientos que no le hacen bien a nadie. Urge la unidad de la ciudadanía para afrontar las consecuencias nefastas de las tiranías que nos dañan a todos y las grandes diferencias sociales que crean nuevas pobrezas», aseguró el prelado. Leer Báez: “Quien se impone por la fuerza, no revela grandeza sino mezquindad enfermiza”
Los «signos del reino de Dios»
Por eso, manifestó que hoy está fuera de lugar crear «innecesarios y muchas veces artificiales enfrentamientos “ideológicos” que impiden una unidad nacional que busque el bien de todos. El evangelio de hoy nos recuerda que no es el momento de descalificaciones absurdas. Ha llegado el tiempo de reconocer que es más lo que nos une que lo que nos separa», afirmó.
De acuerdo a Báez, son «signos del reino de Dios los políticos honestos que renuncian a sus intereses y aman al pueblo, los educadores que se dedican a formar con auténticos valores a las nuevas generaciones, los empresarios que anteponen a la ganancia económica el bien de las personas, los periodistas que dicen la verdad y usan la libertad de expresión para crear una sociedad mejor, los trabajadores que son responsables y solidarios, los policías que se niegan a reprimir a su pueblo por seguir su conciencia recta, los médicos que se dedican a curar a la gente enferma con competencia y cariño, a veces a costa de su propia vida».
Todos ellos, agregó el obispo Báez, aunque no sean cristianos, aunque no profesen explícitamente su fe en Jesús y no vayan a un templo, “están con nosotros”, “están a favor nuestro”, “son de los nuestros”, pues con su vida y su trabajo contribuyen a que el mundo sea mejor, más humano, más fraterno, más digno.
La iglesia tampoco debe excluir
Báez aseguró que Jesús no quiere que los cristianos se crean los dueños exclusivos de la verdad, del bien y de la salvación en el mundo, sino que trabajen por un mundo mejor con entusiasmo y humildad con otras personas, codo a codo, aunque no profesen la misma fe.
«Quien hace el bien no es un rival de la Iglesia, sino alguien a quien apoyar y acoger. Muchos seres humanos encarnan los sueños del evangelio sin ser cristianos, porque el reino de Dios es más grande y amplio que la Iglesia», dijo el obispo Báez.
«La Iglesia puede caer en esta tentación de cerrarse al mundo y sentirse un grupo privilegiado que juzga y descalifica. Hay organizaciones sociales, por ejemplo, que luchan por la justicia, defienden a los pobres o promueven el cuido de la creación, y muchas veces no los aceptamos, los excluimos y hasta los descalificamos simplemente porque no son creyentes o no piensan como la Iglesia en algunas cosas», añadió.