Rechazando la versión apurada y cínica de la vicedictadora sandinista, Rosario Murillo, el cardenal Leopoldo Brenes negó que hubiera velas encendidas en la capilla de la Sangre de Cristo en la Catedral Metropolitana.
Su conclusión fue determinante: el incendio que destruyó la venerada imagen de 380 años de antigüedad fue un acto terrorista dirigido a golpear la fe católica. No había cortinas, ni veladoras desde hace muchos años. Fue una bomba incendiaria.
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Joven encapuchado llegó directo a la Sangre de Cristo
Según trabajadores del sagrado lugar, un joven con capucha llegó minutos antes del incendio en actitud sospechosa. Una de las trabajadores le preguntó a dónde iba y él le preguntó cuál era la Sangre de Cristo.
Le indicaron el sitio y se dirigió al punto, donde un feligrés estaba orando y un trabajador limpiaba los pasillos, cuando de pronto el hombre tiró algo sobre el altar donde reposaba la imagen y todo empezó a arder en cosas de minutos.
Los trabajadores y unas religiosas dieron la voz de alarma, llevaron baldes y mangueras para tratar de sofocar el fuego, pero las llamas acabaron rápido con la imagen y el sujeto aprovechó la situación caótica para huir rumbo al sur de la catedral, hacia el sector de Metrocentro donde se mantiene un grueso grupo de policías multando gente y asediando.
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Murillo camufla acto terrorista
Sin embargo, para Rosario Murillo, en sus antipopulares, aburridos y alucinantes monólogos, dijo que el incendio se generó a partir de veladoras que según ella, colocan los feligreses para pagar algún milagro a la imagen de la Sangre de Cristo.
“Cómo somos de devotos, de la Sangre de Cristo. Lamentablemente se combustionó la estructura, por la presencia de velas que coloca la feligresía. Las autoridades están investigando las causas del incendio”.
Vice-dictadora Rosario Murillo
La Murillo dijo que la policía sandinista y los bomberos al servicio del régimen “trabajan rápido“ para esclarecer el incendio, pero Brenes y los sacerdotes de Catedral fueron enfáticos en que no habían veladoras y que el incendio fue producto de un acto terrorista y asedio contra la Iglesia Católica, que se ha repetido en varios templos e iglesias del país.