La propaganda de Daniel Ortega y de su consorte Rosario Murillo “pintan” también un país próspero en generación de energía como hablan de los felices que son los que sin opción viven bajo su régimen, aunque sea por la fuerza.

Pero en este caso, la contradicción flota cada mes cuando las familias deben pagar un alto costo por la energía que llega a sus casas. 

Los medios de comunicación del régimen que son administrados por los hijos de Ortega y Murillo, repiten con frecuencia que en los últimos años, Nicaragua ha dado un salto significativo en la generación de energía.

Sin embargo, para muchos nicaragüenses, este supuesto progreso no se refleja en sus bolsillos.

“Aquí la luz es cara”, dice don Marcos, un capitalino que cada vez y cuando, debe ir a las oficinas de la distribuidora de energía para hacer algún acuerdo de pago y evitar así que le corten el servicio de energía.

“Es que en este país o comés o estás a oscuras, te cortan la luz, el agua, este gobierno cristiano, socialista y solidario no perdona, no pagás no hay servicios básicos”, señala en tono molesto don Marcos que acaba de pagar el recibo de energía de septiembre y debe ingeniárselas para solventar octubre.

“El problema es que tampoco hay trabajo”, dice el hombre de 49 años que se gana la vida como albañil. 

Don Marcos, como miles de nicaragüenses no entienden esto: de ser cierto lo que dice el régimen sobre la capacidad instalada para producir energía eléctrica, por qué los consumidores como él pagan tarifas tan altas en sus hogares.

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La producción de energía no ha resultado en beneficio de la población.
La producción de energía no ha resultado en beneficio de la población.

Quejas en los barrios 

Doña Argentina Espinoza, residente del sector de la colonia 10 de Junio de  Managua, es también otra afectada.

Ella dice que el problema es tan grande que ha tenido que suprimir actividades cotidianas que implican el consumo de energía eléctrica. “Aquí definitivamente hemos suspendido el uso de la plancha”, comenta. 

Señala que en su hogar, compuesto por tres menores y tres adultos, “viven encima del uso de electrodomésticos”.

“Vivimos pendientes de usar los necesarios; una refrigeradora, un microondas, dos televisores y siete bombillos”, explica.

“A pesar del calor, tratamos de evitar al máximo el abanico”, añade. La razón es simple: si su consumo excede ciertos límites, el costo de la energía “se dispara”.

Esta realidad refleja el dilema que enfrentan miles de familias nicaragüenses. Ello, aunque el régimen informe, felizmente, que ha aumentado su capacidad para generar energía en números casi históricos.

“No se entiende, por qué si producimos más, pagamos más. Deberíamos tener algún beneficio ¿no?”, reclama don Marcos. 

En palabras de funcionarios de la Empresa Nicaragüense de Electricidad (ENEL), “en 2006 teníamos cerca de 600 megavatios (MW) de capacidad instalada, y ahora tenemos alrededor de 1,350 MW”, dice su director Ernesto Martínez Tiffer.

Informó además, que se ha construido una planta de gas natural en Puerto Sandino con una capacidad de 320 MW, lo que supuestamente permitiría alcanzar a más de 1,600 MW de capacidad instalada en el país.

Sin embargo, al contrario de bajar el costo de las tarifas, a algunas familias les siguen llegando recibos casi impagables.

Cambios en la matriz energética pero… 

Uno de los discursos del régimen Ortega-Murillo, alrededor de este tema es que ha logrado cambiar la matriz energética del país de forma muy significativa.

Señalan sus autoridades que en 2006, más del 70% de la electricidad en Nicaragua se generaba a base de bunker y diesel, lo que resultaba en constantes apagones.

“Pero hoy, el país supera el 50% de energía generada a partir de fuentes renovables, como la hidroeléctrica y la geotérmica”, señalan.

Lo contradictorio es que si antes de 2007 que Ortega llegara al poder, ya se pagaba una energía cara, ahora que ellos anuncian “ese progreso”, las tarifas siguen aumentando de costo.

Y es que en 2007, cuando Ortega asumió el poder, el costo por kilovatio hora (kWh) en el país era de 0.14 dólares, lo que equivalía a 2.81 córdobas al tipo de cambio de la época.

Hoy, en 2024, ese costo ha subido a 6.66 córdobas, equivalente a 0.18 dólares, un incremento sustancial considerando que el dólar ha aumentado de 18.8 a 36.1 córdobas en esos 17 años.

“Es posible que haya avances en esta materia, pero hay poca información disponible y no hay manera de contrastar lo poco que se sabe o lo que el gobierno dice”, señala un experto que pide hacer comentarios bajo anonimato para evitar la persecución del régimen. 

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Pese al publicitado aumento de energía en Nicaragua, las tarifas no se reducen, sino que aumentan.
Pese al publicitado aumento de energía en Nicaragua, las tarifas no se reducen, sino que aumentan.

Ni en Costa Rica es tan cara la energía

El experto menciona que Costa Rica, teniendo unos de los costos de vida más altos de la región, ofrece a las familias que allá habitan una de las tarifas más bajas de Centroamérica. Explica que ese país, cuenta con una capacidad instalada de 3,500 MW, casi tres veces la que tiene Nicaragua.

El 94.9% de la electricidad que se genera en Costa Rica, proviene de fuentes renovables, principalmente hidroeléctrica, lo que para el experto, hace que las autoridades permitan bajos y estables costos de la energía domiciliaria. 

Los costarricenses pagan 0.17 dólares por kWh. En el caso de El Salvador y Guatemala, la tarifa es de 0.14 dólares por kWh. El Salvador, con una capacidad instalada de 2,461 MW, incluso ha logrado generar ingresos por más de 40 millones de dólares gracias a la venta de energía a otros países.

La única nación que supera a Nicaragua en tarifas altas es Honduras.  El costo es de 0.20 dólares por kWh.

A pesar de tener una capacidad instalada mayor que Nicaragua, de 2,937 MW, la falta de eficiencia en la gestión de recursos y la dependencia de fuentes no renovables ha mantenido las tarifas altas, de acuerdo a la explicación del experto.  

El impacto en los hogares

Doña María es otro ejemplo de cómo los altos costos de la electricidad han afectado la vida de los nicaragüenses.

Durante años, su factura de electricidad rondaba los 700 córdobas, pero desde 2022, ha aumentado a más de 2,000 córdobas. El cambio abrupto en los costos se debió a que dejó de ser beneficiaria de los subsidios eléctricos que el régimen otorga a los consumidores.

En Nicaragua, el gobierno implementó un sistema de subsidios durante la crisis energética de los años 2000.

Estos subsidios se han mantenido hasta hoy, pero solo benefician a los hogares que consumen menos de 150 kWh al mes. En 2023, más de 939 mil familias y 66 mil jubilados recibieron subsidios, según datos oficiales.

No obstante, con la reforma de la ley en 2018, el régimen ajustó los subsidios, de manera que solo los que consumen entre 0 y 50 kWh reciben un 50% de subsidio.

Aquellos que consumen entre 51 y 100 kWh reciben un 45%, mientras que los que utilizan entre 101 y 150 kWh solo se benefician de un 25%. Esto significa que cualquier hogar que supere los 150 kWh, verá un aumento significativo en su factura.

¿Por qué  el régimen vende tan cara la energía? Un economista que también pidió hacer comentarios bajo identidad protegida, explica que las tarifas elevadas se deben a varios factores.

Entre ellos, destacó los costos de comercialización, el alto costo del alumbrado público y el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que puede llegar al 15%. “Todo esto hace que cualquier usuario que supere los 150 kWh pague una tarifa elevada”, advierte. 

No alegran nuevos proyectos de energía 

Aunque el régimen de Daniel Ortega se jacta de los avances en la generación de energía aún son reducidos el número de proyectos en ese sector.

Uno de los que logró materializarse en el país es el de la planta de gas natural en Puerto Sandino, impulsada por la compañía noruega Statoil. 

“Hay muchos desafíos en esta materia, está pendiente avanzar en el cambio de la matriz energética hacia la producción de energía renovable, hay pasos, pero pocos y muy lentos. No se avizora inversión para esto en el horizonte, la verdad”, dice el especialista. 

La mayor parte de la infraestructura eléctrica del país data de décadas anteriores, construidas incluso en los años 50, 70 y 90.

Se destaca el impulso a la producción de  energía eólica, cuyos proyectos estaban contratados desde años anteriores, pero se ejecutaron durante este régimen. 

“El problema mayor es que mientras no se refleja este avance en aliviar la factura que las familias pagan por la energía eléctrica, no sirve de mucho, una energía cara aumenta el costo de la vida de todo un país y el costo de la vida en Nicaragua se ha disparado como no se vio en años anteriores”, señala el economista. 

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