El padre Marcos Somarriba, párroco de la iglesia Santa Agatha en Miami, dijo en su homilía de este domingo que por mucho que los poderosos quieran que se ignore el clamor de los pueblos a los que oprimen, Jesús no dejará de escuchar esas voces que piden justicia y libertad.
Basado en el pasaje del Ciego de Jericó, de nombre Bartimeo que estando a la orilla del camino logró que Jesús lo escuchara en medio de una muchedumbre, pidiendo que lo sanara, Somarriba dijo que los pueblos también son escuchados por Dios aún cuando algunos pretenden hacerse sentir como sus amos y dueños.
«Hay pueblos que están pidiendo agua por señas, que tirados en el camino como basura claman como Bartimeo clama desde la oscuridad de su sufrimiento, pueblos que quieren ser levantados y restaurados en sus derechos y libertades, cegadas por gente si escrúpulos que se sienten dueños de lo que no es suyo y tratan a las naciones como propiedad privada, como si fuera su finca», dijo el sacerdote en la homilía.
Añadió que el relato bíblico refleja mucho del presente en un contexto social dominado por políticas injustas y dictaduras opresivas.
«Bartimeo representa a los marginalizados en la sociedad. En muchas ocasiones, las dictaduras y sistemas injustos dejan a las personas sin voz ni oportunidades. La figura de Bartimeo, ciego y pobre, simboliza la lucha de aquellos que, a pesar de su condición, buscan esperanza, derechos y reconocimiento», explicó Somarriba.
El grito de los pueblos oprimidos
Agregó en su homilía que el grito de Bartimeo suplicando ayuda («¡Hijo de David, ten compasión de mí!») es un llamado a la justicia y a la atención por parte de aquellos que están en el poder.
«Nuestras gentes sufridas desde el suelo de sus desgracias elevan sus ojos en busca de quien los atienda y los ayude, como Jesús ayudó a Bartimeo, a ponerse de pie una vez más, ya que no han logrado levantarse del oprobio impuesto por aquellos cínicos que siguen arrojándoles mantos de dolores y desgracias», dijo.
Asimismo Somarriba dijo que en contextos de opresión como la que viven pueblos a estas alturas de la historia, las personas suelen elevar sus voces en busca de cambio, reclamando atención ante la indiferencia de los sistemas corruptos que solo recetan dolor y muerte.
Por eso dijo que hay que seguir gritando como Bartimeo hasta que se nos escuche, “Jesús, hijo de David, ten compasión de nuestros pueblos, atiéndenos, mándanos a llamar, levántanos para ir detrás de ti».
«Restaura la luz de la libertad que algunos han apagado, dejándonos al borde del camino cubiertos con el manto del sufrimiento, el manto del aislamiento, el manto del exilio, el manto de la carcel y el manto de la pobreza, el manto de la incertidumbre que no nos deja ver la luz de la libertad y de la justicia».
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A un pueblo no lo detiene nadie
El evangelio dice que Jesús, al escuchar el clamor de Bartimeo, se detiene y lo llama, reiteró Somarriba en la homilía dominical.
«A un pueblo no lo detiene nadie, ni los discípulos pudieron atajar el grito desesperado de Bartimeo, por lo que nadie, aunque se haga llamar discípulo puede atajar la angustia de un pueblo que ha sido empujado a la vera del camino», indicó el purpurado.
Y añadió que Jesús «siempre se identifica con el clamor de los que sufren, la sangre de los que han sido sacrificados o asesinados y que clama al cielo en busca de justicia»
«Jesús mismo es cercano al que grita desde su mundo de dolor, ceguera y sufrimiento», dijo.
Jesús se detiene siempre, Jesús nunca nos ignora, Jesús dice: “¿que quieres que haga por ti”?
«¡Queremos que se acabe de una vez por todas las violaciones y los crímenes de lesa humanidad, queremos ver, como Bartimeo, la luz de la verdad, de la justicia, queremos ver que no se persiga más al que exige sus derechos y defiende su vida y la de sus familias, queremos vivir, y trabajar para producir lo necesario para nuestras familias que tienen que andar mendigando por el mundo lo que en su tierra les han robado a base del poder y la imposición de las armas!», dijo Somarriba.
Homilía con mensaje a los dictadores destructivos
Y recordó que «hay muchos hoy en día que no se detienen, sino que siguen adelante con sus planes maquiavélicos y destructivos aplastando con sus botas a los demás por el camino de muerte que circulan».
«Este acto de Jesús de detenerse a ayudar a Bartimeo, puede verse como un contraste con los líderes de dictaduras que a menudo ignoran a sus ciudadanos e ignoran las voces que claman democracia, libertad, paz, justicia, vida».
Recomendó entonces aprender que la respuesta compasiva de Jesús subraya la importancia de la empatía y la justicia, ofreciendo un modelo de liderazgo que escucha y actúa en favor de los necesitados.
«La curación de Bartimeo no solo le devuelve la vista, sino que también le devuelve la dignidad que le había sido negada», expresó.
En contextos de la opresión que viven pueblos enteros, el acto de devolver la dignidad a los marginados es fundamental para la sanación de la sociedad. «Esta restauración puede ser vista como un acto subversivo contra las estructuras de poder injustas», concluyó.