La comunidad internacional ha visto, una vez más, cómo la dictadura sandinista comete el delito de lesa humanidad del destierro contra 135 nicaragüenses, ex presos políticos que fueron sacados de las cárceles de Nicaragua a Guatemala.

La práctica del destierro como castigo politico del régimen de Nicaragua, no es nuevo.

El informe de marzo de 2024 del grupo de expertos de la ONU alertó sobre la presunción de crímenes de lesa humanidad, incluida la persecución y el destierro, por parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Así funciona la puerta giratoria

El régimen ha consolidado su control a través de una política de persecución conocida como “puerta giratoria”, que lleva a los nicaragüenses del encarcelamiento arbitrario al exilio, sin garantías de justicia ni derechos. 

Este sistema represivo, originado en Cuba durante la Primavera Negra de 2003, fue adoptado posteriormente por Venezuela en 2014, y finalmente por Nicaragua en 2018, utilizando secuestros exprés, desapariciones temporales y asedio constante para neutralizar la oposición sin aumentar la presión internacional. 

Desde las protestas de abril de 2018, la dictadura ha liberado y encarcelado a miles de personas, aplicando amnistías que protegen a los responsables de las violaciones de derechos humanos mientras continúa la represión. 

Luego de capturar a más de 1,350 personas en los primeros días de las protestas de abril de 2018, la dictadura liberó a cerca de 1,300, luego de golpearlos, torturarlos, humillarlos y amenazarlos, de acuerdo a la Comisión Permanente de Derechos Humanos, CPDH, una organización que el régimen anuló en el país.

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Desterrados a Guatemala, Nicaragua
Imágenes de los 135 desterrados de Nicaragua.

Vacían las cárceles y las vuelven a llenar

“La puerta” siguió girando: luego de sacar a los más de 1,300 manifestantes, ingresaron a más de 100 nuevos presos políticos.  

La dictadura aplicó una amnistía el 11 de junio de 2019 para proteger a policías, militares y paramilitares por los asesinatos y torturas ejecutados durante las operaciones criminales llamadas “operación limpieza”.

En ese proceso, sacaron a 56 presos políticos. 

“La puerta giratoria” no se detuvo y siguió atrapando inocentes: el 30 de diciembre de 2019, la dictadura liberó a 91 presos políticos. 

En su comunicado, la dictadura agradeció el acompañamiento del Comité Internacional de la Cruz Roja, la Procuraduría de Derechos Humanos y el nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag. 

Pocos años después, la dictadura expulsó al Nuncio y rompió relaciones con El Vaticano, eliminó a la Cruz Roja y confiscó sus bienes y funciones, mientras que la Procuraduría de Derechos Humanos perdió el estatus de reconocimiento del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y terminó en una vocería más del régimen. 

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Sin humanidad, por amor al poder  

Luego de esas liberaciones, Daniel Ortega y Rosario Murillo, siguieron llenando las cárceles, pero esta vez, cuando llegó el momento para liberarlos cambió la modalidad: ya no los regresaban a la libertad en el país, sino que empezó a desterrarlos. 

El 9 de febrero, desterraron a 222 presos políticos a Estados Unidos, mientras “torcían” las leyes para desnacionalizarlos y confiscarlos.   La dictadura echó mano de sus diputados para modificar las leyes y decretar la pérdida de la nacionalidad.  

Cuando fueron contra la iglesia, “la puerta giratoria” se abrió para secuestrar sacerdotes y llevarlos a prisión, para luego expulsarlos del país.   El 18 de octubre expulsó a 12, acusados de traición a la patria. 

El 22 de noviembre, regresó del aeropuerto internacional de Managua a la directora de Miss Nicaragua, Karen Celebertti y su hija a México, mientras detenía a su esposo y su hijo tras regresar de El Salvador, donde Sheynnis Palacios, ganó la corona de Miss Universo 2023. 

2024: año de destierros y secuestros

A ellos dos los expulsó de la cárcel y del país el 7 de enero de 2024, luego de confiscar sus bienes y propiedades. 

Pocos días después, el 14 de enero de 2024, desterró a 19 religiosos de la Iglesia Católica, incluyendo al obispo de Matagalpa Rolando Álvarez. 

Y el régimen siguió con su práctica. A inicios de julio, la periodista Nohelia González fue detenida y según versiones periodísticas, desterrada por la dictadura a Estados Unidos.

El 7 de agosto, desterró a Roma a siete sacerdotes que tenía secuestrados y que mantenía en condición de desaparición forzosa.

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La puerta giratoria sigue activa

La última acción siniestra de esta política de terror ocurrió este 5 de septiembre: 135 nicaragüenses desterrados de su patria a otras tierras, a Guatemala. 

Según el Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas de Nicaragua, en Nicaragua podrían quedar en condición de presos políticos un poco más de 30 personas.

Todo hace indicar que el régimen espera aumentar esos números para volver a activar la funesta “puerta giratoria”, la que sigue activa y  aceitada, aplastando la libertad de los nicaragüenses y su derecho a vivir en el país que los vio nacer. 

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