Voces del Sur

En Rivas nadie olvida lo que pasó. Los que sobrevivieron a las balas, las recuerdan como si hoy pasaran por sus cabezas. “Aquello fue de terror”, dicen. A muchos los hirieron y los arrastraron hasta las delegaciones policiales donde los torturaron y los humillaron. Otros fueron secuestrados después de los ataques y hay quienes desde entonces no pudieron volver a casa.

“Vivimos en el exilio por ejercer el derecho social a una protesta”, dice un opositor que estuvo en el tranque de El Rosario, la trinchera de mayor fama de esta zona del país, la que estaba ubicada sobre la Carretera Panamericana, y que les daba el poder a los ciudadanos de bloqueara el acceso al departamento.

Los que estuvieron allá defendiendo el tranque, contaron que hace cinco años vieron la muerte de cerca. Relataron que comandos policiales y paramilitares con armas de grueso calibre les dispararon a matar. “Sin armas, solo con piedras y palos, no íbamos a permanecer. Fue una lucha desigual, eran policías disparándole a su propio pueblo alzado. Una ofensa que no se olvidará jamás”, sentencia un opositor que vive desde entonces en Estados Unidos.

“Era todo un pueblo”, recuerdan

En esta ciudad, los jóvenes autoconvocados organizaron marchas pacíficas. “Era todo un pueblo, sin partido, sin líder, sin caudillos, era un pueblo que habló y el dictador hizo callar con balas”, agrega otro opositor en el exilio.

Este opositor no olvida el día que un grupo de jóvenes se encontraban reunidos en el Parque Central de Rivas, ondeaba banderas azul y blanco y cantaban el himno nacional. “Los policías llegaron disparando balas de goma, llegaron directo, no pidieron que dejáramos el lugar, llegaron a atacar directamente. Ese día hubo decenas de heridos”, recordó.

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“Para ponernos a salvo, buscamos refugio en la iglesia San Pedro de Rivas, es importante destacar que en esta misma iglesia fanáticos de Ortega esparcieron diésel en las afueras de la emblemática iglesia y amenazaron con incendiarla con nosotros adentro. Fue una barbarie”, agrega.

Rivenses no olvidan los acontecimientos y toda la forma de represión que vivieron los jóvenes autoconvocados en abril de 2018.

Los opositores rivenses recuerdan que a muchas marchas gente de gobierno se infiltraba para identificar líderes, que después policías los llegaron a sacar de sus casas. “Era gente inconsciente que tomaban fotografías, daban nombres y  apellidos de nosotros y después la policía los cazaba, lamentable, porque mucha de esa gente también huyó después cuando vieron las masacres”, recuerda el opositor.

“Con órdenes de matar”

El tranque de la ciudad de Rivas, fue levantado la tarde del 21 de junio. “Eran hombres  armados, diestros, disparaban a matar, con entrenamiento militar. Muchos sapos (militantes sandinistas) de Rivas se arrepintieron después de  señalar a sus vecinos, al ver tanto sufrimiento que causaban, pero era tarde. Ahora cargan en la conciencia con esta desgracia que vive Nicaragua”, confirma otro exiliado rivense para este reporte.

“Yo recuerdo que aquí nosotros les suministramos agua o comida a los muchachos, pero la vez que atacaron el tranque, el municipio de Rivas sintió miedo, porque eran hombres armados con orden de matar sin mediar palabras. Muchos jóvenes tuvieron que esconderse en varios lugares para evitar la muerte”,  relató otra ciudadana que pidió estricto anonimato por su seguridad.   

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Entre las personas del departamento de Rivas que fueron encarcelados se recuerda a Alexander del Socorro Pérez (Xander Montiel), Evert  Barrios Altagracia, José María Fuentes González, Luis Miguel Diaz Barrios, Marbi Salazar, Max Francisco Cruz Gutiérrez.

Muchos de los excarcelados políticos de esta zona del país, hoy se encuentran en el exilio como una forma de resguardar su seguridad.

A ellos se suman Miguel Ángel Rosales Cruz, Roberto Carlos Cajina, Amílcar José Cerda conocido como “Celia Cruz”, Elman Jean Carlos Mora Ortiz, Ángel José López Mora, Edwin Javier Mora Cajina, Yubran Abel Mora Romero, entre otros.

A inicios del mes de mayo de hace cinco años, en la isla de Ometepe también se levantó un tranque, exactamente en el empalme del Quino. Éste evitaba el paso de combustible. Otra barricada valiente se instaló en el sector de las cuatro esquinas, en Potosí. Los rivenses pagaron con su sangre la resistencia. Los paramilitares los hicieron huir a punta de balas. “Creyeron que era una guerra, se equivocaron, el pueblo puso los muertos, pero ellos están vencidos”, dijo un exiliado rivense en una actividad en la que celebraban el quinto aniversario del levantamiento social.       

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