El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, expresó que existen “muchos políticos” que manipulan la fe y se sirven de la religión, a quienes tachó de fariseos.
El jerarca católico se refirió al Evangelio de este domingo, que relata la parábola del Fariseo y el Publicano, señalando que los políticos que generalmente manipulan los temas religiosos, son aquellos autoritarios.
“Hoy hay muchos políticos que manipulan y se sirven de la religión y se vuelven como el fariseo. Invocan a Dios y le dan gracias por las supuestas bendiciones que reciben, que más que bendiciones divinas son el fruto de estrategias y acciones políticas que ellos mismos realizan para afianzarse en el poder y lograr sus propios intereses”, señaló.
Báez expresó que la manipulación religiosa esconde un deseo de culto a la personalidad de actores políticos autoritarios.
“Practican la religión del “yo”, exigiendo culto a sus personas, imponiéndose como pequeños dioses y utilizando la religión para justificar sus posiciones de poder, sus actos de corrupción y su crueldad”, añadió.
Báez señaló que el político creyente, en cambio, muestra su fe en el Dios justo y bueno, reconociendo humildemente sus errores y aceptando su parte de responsabilidad en la problemática de la sociedad.
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“Los políticos auténticamente creyentes viven escuchando a Dios y a los demás, examinan su conciencia constantemente, no culpan a otros de lo que ellos son responsables, sienten necesidad de convertirse y modelar su vida a la luz del evangelio, piden perdón y se abren con confianza al amor del Señor”, añadió.
El fariseo no hace oración
Báez señaló que el fariseo no hace oración porque está centrado en si mismo, orgulloso de sus acciones, creyendo que tiene méritos ante Dios.
“No se puede estar con Dios rechazando y juzgando a los otros. A continuación, enumera las buenas obras que realiza como orgulloso e irreprensible cumplidor de la Ley de Moisés: ayuna “dos veces por semana” y paga el “diezmo” de todo lo que posee”, expresó.
“Sin darnos cuenta podemos falsear y pervertir la práctica religiosa. Tener fe no es un privilegio que automáticamente nos coloca cerca de Dios, cumplir los mandamientos de la religión no es una garantía de santidad y llevar una vida moralmente recta puede convertirse en un motivo de soberbia”, añadió.
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El jerarca consideró que lo que Jesús critica del fariseo no son las buenas obras que realiza, sino el hecho de que vive cerrado en sí mismo y lleno de confianza en sus acciones y en sus fuerzas.
“Se siente justo, bueno y fuerte por sí mismo, a tal punto que se presenta ante Dios para exhibirse y despreciar a los demás, sin abrir su corazón al amor y a la misericordia del Señor, de la que no siente necesidad pues está complacido de sí mismo”, dijo.
En cambio, el publicano se presenta a orar con las manos vacías y el corazón desnudo, reconociéndose pecador.
“Su actitud no es falsa modestia, sabe que ha hecho acciones deshonestas, no oculta ante Dios sus errores y su pecado, pero confía infinitamente en la bondad del Señor. El publicano va a rezar y deja que el Señor lo mire tal como es, con sus luchas interiores, sus culpas, sus errores y sus pecados vergonzosos. Podemos engañar a los hombres, pero no a Dios”, refirió.