El Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM) presentó el estudio “Quebrar el cuerpo, quebrar el alma. Las reconfiguración de las violencias hacia las mujeres en Nicaragua. 2018 – 2021”, el que identificó cómo las formas de violencia en el país se reconfiguraron y agudizado a partir de la represión institucionalizada de los Ortega – Murillo y la pandemia por el Covid-19.
Elvira Cuadra, autora de la investigación y directora de CETCAM, explicó que durante el periodo 2018 – 2021, “la política de represión impuesta por la dictadura en contra de la sociedad nicaragüense y la pandemia provocada por el Covid-19 han dinamizado otras formas de violencia y las han reconfigurado de tal manera que las mujeres viven en un ambiente de diversas, agudas y multidimensionales formas de violencias.
De acuerdo con los datos de organizaciones de mujeres, los femicidios se han incrementado significativamente, así como las agresiones y abusos sexuales”.
El estudio detalla que las formas de violencia y su incremento ocurren en medio de una profunda desprotección hacia las mujeres, debido al desmantelamiento de mecanismos e instrumentos institucionales para la protección de la vida e integridad de las mujeres, tales como la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres (Ley 779) y las comisarías de la mujer y la niñez que fueron desactivadas por el gobierno desde antes de 2018 y reabiertas nuevamente con un enfoque diferente.
La pandemia como acelerador de la violencia sistémica Según Cuadra, la aparición de la pandemia provocada por el Covid-19 se convirtió en un factor adicional que ha reforzado la violencia sistémica contra las mujeres.
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“Al estar recluidas en la casa, se recargaron sus tareas como cuidadoras de personas menores de edad, adultos mayores y personas enfermas; además, se vieron expuestas a mayores niveles de violencia doméstica, abusos y agresiones sexuales al permanecer más tiempo dentro de la casa con sus agresores”, explicó.
En el caso de la Costa Caribe, los efectos de la pandemia se combinaron con la devastación provocada por los huracanes Eta e Iota que impactaron a la región a finales de 2020. Las comunidades indígenas y particularmente las mujeres fueron las más afectadas por la destrucción de sus bienes, la escasez de alimentos, la falta de acceso a servicios médicos y medicamentos, entre otras cosas.
Violencia política exacerbada
Por otro lado, desde antes de su llegada a la presidencia en 2007, Ortega manejó una política hostil y represiva en contra de las mujeres, destaca el informe.
En cuanto a la violencia política Cuadra, puntualizó: “Las mujeres de diferentes sectores sociales y localidades se involucraron en las acciones sociales de protesta y movilización desde el inicio en abril de 2018; su beligerancia ha sido castigada por la dictadurade los Ortega-Murillo con una política de represión específica para hacerlas sentir el peso del poder machista y patriarcal, doblegarlas, hacerlas sufrir doblemente y como ejemplos crueles a toda la sociedad nicaragüense”.
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Dos de las expresiones más graves de la violencia política en contra de las mujeres son los asesinatos y los apresamientos; “en realidad se trata de femicidios, la mayoría de ellos perpetrados en el contexto de las protestas de 2018; y secuestros ejecutados desde 2018 hasta la actualidad, por la policía y grupos paramilitares” mencionó la autora.
“No dejar atrás a ninguna”: estrategias de protección y defensa
La carga física y emocional que significan el contexto de crisis sociopolítica, represión, pandemia y crisis económica para las mujeres, las ha llevado a desarrollar diversas estrategias de protección y defensa frente a las diferentes formas de violencia que las acechan, según indica CETCAM.
“Como sujetas activas de cambio, las mujeres reconocen su capacidad de reinvención durante la crisis sociopolítica y la pandemia. Una de sus más grandes fortalezas es la existencia del movimiento y las redes de apoyo que han construido paciente y sistemáticamente a lo largo del tiempo. Esos espacios organizativos han sido fundamentales para acompañar y acuerpar a otras mujeres; pero también para desarrollar acciones en defensa de sus derechos, la denuncia y la búsqueda de justicia”, detalla la investigación.