Luis Blandón, un joven activista de 28 años que actualmente está en el exilio, recuerda con mucha nostalgia el levantamiento de abril de 2018 y lo califica como una oportunidad de denuncia ante las injusticias que se venían cometiendo.
Recuerda que su participación fue gracias a convocatorias que vio a través de redes sociales y por la participación de algunos amigos que “despertaron” ante la indignación luego que las turbas de la dictadura agredieran a los adultos mayores que protestaban contra las reformas a la Seguridad Social.
“El 18 de abril salí de mi casa normalmente. Vivía con mis padres y estudiaba contabilidad en la UCA. Salí hacia la universidad y me sumé al plantón, donde se vio la solidaridad entre todos los que participábamos”, recuerda.
En el Centro Comercial Camino de Oriente, recuerda que se juntó con un grupo de jóvenes, en lo que llegó la Juventud Sandinista a agredir a los manifestantes.
Blandón recuerda que este fue uno de los episodios más impactantes para él desde el estallido de la crisis sociopolítica.
“Nadie creía que llegarían con tanto nivel de violencia. Había represión en años anteriores, pero no se esperaba que llegaran con tubos. Vi cuando golpearon a Ana Quiroz y me dio mucho miedo. Vi correr a muchos jóvenes y eso me marcó muchísimo”, comentó a Café con Voz.
Blandón recuerda que en la noche, a la Universidad Centroamericana, UCA, llegaron las turbas de la dictadura a golpear a los manifestantes, lo que considera como una “orden” del régimen.
En ese momento, asegura que sintió mucho miedo ante la posibilidad de ser agredido.
“Sentí miedo y sentí que en ese momento, Ortega se enfrentaba a una movilización de jóvenes que él no esperaba. Creyó que tenía todo controlado y pensaron que si infundían miedo golpeando, todo iba a volver a la normalidad. Nunca esperaron la reacción contraria”, dijo.
Cuatro años de resistencia
Pese al exilio, Blandón asegura que continúa luchando por la libertad de Nicaragua y que estos cuatro años dan la oportunidad de reflexionar sobre el rumbo del país.
“Estos cuatro años nos dan la oportunidad de reflexionar un poco más y ser autocríticos. Creo que lograron uno de sus objetivos mediante la represión, pero al mismo tiempo, hay una conciencia colectiva que busca salir de esta dictadura”, expresó.
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Ante esto, destacó que el nicaragüense tiene mucha sed de libertad y a pesar de que el panorama esté adverso, considera que al ver las movilizaciones en los últimos días, el esfuerzo ha valido la pena.
“La llama de abril sigue y cuando vuelva a explotar, va a ser para salir definitivamente de la dictadura”, concluyó.
Adultos mayores, el talón de Aquiles de la dictadura
El activista Levis Rugama también se enteró de las protestas a través de noticias en redes sociales, específicamente de las agresiones a los adultos mayores.
“En Nicaragua, los jóvenes convivimos mucho con los abuelos y tenemos mucha empatía con los mayores. Al ver todo esto, nos indignó”, dijo Rugama.
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Rugama señaló que la población exigió la renuncia del dictador pese a que él mismo derogó la reforma a la Seguridad Social, responde a una sed de justicia de los nicaragüenses.
“Había una podredumbre en los partidos políticos, entonces la gente se volcó a las calles, porque no habían interlocutores. Sentíamos que todo el sistema estaba podrido y sentimos que debía haber un cambio hasta en las organizaciones políticas tradicionales. Los jóvenes mirábamos la represión y los problemas ambientales, más allá de Indio Maíz”, dijo.
Rugama aseguró que la lucha armada en 2018 era una opción, pero que los estudiantes optaron por seguir la vía cívica, misma que consideró como correcta.
“Nosotros escuchamos la voz de los obispos de mantener un espíritu de paz. Haber elegido el camino de paz nos ha traído mucho dolor, pero si hubiéramos tomado la lucha violenta no sé qué hubiera pasado”, añadió.