El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, refirió que los profetas no buscan contentar a sus oyentes y que por decir la verdad incomodan a los poderosos, que buscan eliminarlos.
“Los profetas de Dios no buscan contentar a sus oyentes, diciéndoles lo que quisieran oír, ni pretenden ganar su aprobación, sino que anuncian lo que Dios les manda que digan. Por eso, como sucede todavía hoy, los profetas resultan incómodos y son objeto de ofensas, calumnias y agresiones”, dijo Báez durante su homilía.
Eliminar profetas: una práctica antigua
El Obispo Auxiliar de Managua refirió que la práctica de eliminar e injuriar a las voces religiosas incómodas es muy antigua que aún se sigue implementando.
“Esto de eliminar a los profetas es algo muy antiguo. Lo practican siempre los sistemas injustos, intolerantes y violentos. Antiguamente, echaban a los profetas en cisternas llenas de lodo, como le ocurrió a Jeremías los expulsaban del país como ocurrió al profeta Amós o intentaban despeñarlos desde lo alto de un monte como a Jesús”, expuso.
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Añadió que hoy esos mismos sistemas siniestros, injustos y corruptos, que no soportan la verdad, no están dispuestos a escuchar a Dios, calumniando y ofendiendo a los profetas y a la Iglesia.
“No soportan el anuncio de la verdad y de la justicia que pone al descubierto su maldad y sus crímenes. Los poderosos de hoy temen a una Iglesia profética, quisieran ver a la Iglesia encerrada en la sacristía, con la boca cerrada y ojalá doblegada ante ellos”, dijo.
Báez señala que los tiranos arremeten contra la Iglesia por no lograr su objetivo
Sin embargo, considera que al no lograr su objetivo, los tiranos se llenan de rabia con discursos agresivos “que no hacen más que mostrar su propia debilidad y la oscuridad de su conciencia”
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“El profeta denuncia las injusticias y llama a la conversión, sacude la indiferencia e introduce una nueva esperanza, invitando a pensar y a construir el futuro desde la libertad y la justicia, la vida y la misericordia. Una sociedad sin profetas se adormece y se acomoda al sometimiento y a las injusticias”, expuso el jerarca.
Expresó que una Iglesia sin profetas se vuelve temerosa e indiferente ante el sufrimiento humano, corriendo el riesgo de volverse sorda a las llamadas de Dios.
“A pesar de las amenazas, un profeta auténtico, que ha recibido de Dios la misión de hablar en su nombre, nunca se calla”, refirió.
Hay que superar la rigidez
Báez llamó a no dejarse condicionar por las expectativas de los tiranos, ni tener miedo de las pretensiones humanas.
“Como verdadero profeta, Jesús no tuvo miedo ni se doblegó ante las pretensiones humanas, sino que “abriéndose paso entre ellos, se fue”, enseñándonos que el éxito del profeta no está en ser acogido por los hombres, sino en ser obediente y fiel a la misión recibida de Dios”, afirmó.