Tomado de Nicaragua Investiga. 1:59 de la madrugada, Juan Daniel Treminio merodea inquieto por la sala de la casa de una amiga en Honduras donde le dieron posada tras quedar sin dinero ni esperanzas. Tiene 30 años, 10 de ellos ha sido periodista. Enciende su computadora, el único bien de valor que le queda después de haber salido de Nicaragua ante la persecución del régimen de Daniel Ortega contra la prensa y los periodistas independientes.

Le tiembla mano sobre el teclado, sus ojos se pierden entre las letras que acaba de escribir con prisa, está a punto de tocar el botón de “publicar”, pero recuerda con nostalgia sus días de entusiasmo frente al espejo con tan solo seis años, cuando fingía ser un destacado locutor de Radio Corporación, la emisora que sus padres escuchaban en las profundidades de la vida campesina en Ciudad Darío, Matagalpa. “Un día me escucharán ahí y estarán orgullosos”, le dijo a su familia.

Las palabras de Juan Daniel fueron un presagio mas que un anhelo. Fue en Radio Corporación donde empezó a conocer las mieles y amarguras de este oficio.

Otro recuerdo más fresco diluye sus soñadas aventuras de infancia. Es una charla que más temprano ese día, tuvo con su mamá.

“Tenés que hacer algo por vos, tenés que ponerte primero, necesitás un par de zapatos, necesitás un pantalón y los frijoles del día siguiente”, le dijo angustiada por la precaria situación en la que se encuentra su hijo.

Juan Daniel apretó el botón, y lloró amargamente.

“Vendo o cambio mi computadora por un boleto de avión a cualquier parte del mundo donde pueda empezar una nueva vida. He decidido poner fin a mis 10 años de carrera periodística en la que entregué alma, vida y corazón. Ya no puedo más y es difícil clamar ayuda en un desierto como este”, dice el impactante mensaje de este joven periodista.

Aunque los periodistas dedican su vida a contar historias ajenas, las propias quedan siempre reservadas para las anécdotas familiares, o para los desahogos ocasionales entre colegas. Pero esta vez Juan Daniel estuvo dispuesto a ventilar duras vivencias a las que el exilio le empujó.

Lloró cuando lo llamamos para esta entrevista. “Me duele porque mañana no voy a estar aquí (haciendo periodismo), necesito hacer otras cosas. Le tengo mucho amor, no me miraba haciendo otra cosa, siempre supe que quería ser periodista, nunca lo dudé, pero ahorita es difícil”, nos explica.

Treminio fundó en agosto de 2017 junto a otro colega, Jairo Videa, el medio digital Coyuntura. En 2018 se enfrentó, como todos los medios de comunicación, al nuevo contexto al que forzó al periodismo la embestida estatal y pronto no había publicidad comercial para sostenerse. Con el paso de los años, los proyectos periodísticos que permitían acceder a becas y fondos para financiar sus operaciones se terminaron y hoy la situación es tan crítica que Juan Daniel dice estar en modo supervivencia. Se retira.

Es una decisión a la que se atreven cada vez más periodistas nicaragüenses. El Colectivo de Derecho Humanos Nicaragua Nunca + publicó un informe en el que revelan que 253 periodistas han salido del país desde 2018 por razones de seguridad o han sido desterrados por la dictadura.

Un informe de la Fundación para Libertad de Expresión y la Democracia FLED, señala que al menos 36 periodistas se han dedicado a otras actividades económicas, solo durante el primer trimestre de 2024. Cifras nada alentadoras.

FLED identificó en una encuesta con estos periodistas que la mayoría decide abandonar a causa de los bajos salarios o para probar suerte emprendiendo en otras áreas.

Directores de medios: volverse multitarea o cerrar

Son las cuatro y media de la mañana. Luis Galeano ya está en pie preparándose para salir a trabajar como un rider de Uber. Mientras espera que su primer cliente aborde el carro, aprovecha para leer noticias o asomarse por las redes sociales para saber si ha pasado algo extraordinario. Maneja hacia los destinos que la aplicación le indica, pero su mente se disocia, a ratos en la carretera y a ratos imaginando el programa que tiene por delante. Desde hace 12 años produce Café con Voz, un incisivo espacio de opinión y análisis con una amplia audiencia ganada.

A las diez y media concluyó su primer trabajo. Es hora de lo que realmente le gusta hacer: una taza de café, alguna rebanada de pan, su computadora y a escribir. También aprovecha para llamar invitados, seleccionar videos y fotografías que usarán en la transmisión y ponerse de acuerdo con su esposa, Deykel Santamaría, quien luego de tener una prometedora carrera en el mundo del marketing, se vio arrastrada por los acontecimientos de 2018 a convertirse en controlista y productora para sacar el programa.

Hace poco, el periodista multitarea que tenían contratado renunció. Otro medio le hizo una mejor oferta económica. Buscaron periodistas, pero no encontraron. Al final, pensaron que no les venía nada mal ahorrarse ese salario, después de todo, al igual que la mayoría de los medios de comunicación independientes de Nicaragua, Café con Voz está en crisis. Ahora Deykel quiere aprender a hacer más cosas para llenar el vacío que les dejó la salida de este periodista.

“Cuando me entra esa desesperanza por no poder hacer las cosas como queremos, me pongo a pensar en la oscurana informativa que habría si todos decidimos no seguir por las circunstancias, y digo: ¿la gente en Nicaragua que va a hacer si nosotros nos callamos?”, se cuestiona Galeano.

El periodista exiliado en Estados Unidos desde finales de 2018 dice que, aunque aún no ha pensado en retirarse o dejar de hacer el programa, reducir su duración a media hora, 15 o 10 minutos si es algo que posiblemente estaría obligado a hacer si las cosas se siguen complicando. Por ahora su audiencia lo disfruta durante dos horas al día.

La pareja ha hecho esfuerzos enormes para sobrellevar las cargas domésticas, el cuidado de su hijo y los dos trabajos, pero Luis reconoce que es “agotador” y poco sostenible a largo plazo. Asegura que de no ser por la determinación de su esposa por aprender a hacer de todo para producir el programa “posiblemente este ya fuera historia”.

A las 11 de la noche Luis y Deykel detienen su faena. Están cansados. Apenas pueden creer que hace unos instantes acababan de apagar las luces. Otra vez son las cuatro y media de la mañana.

Se acaban los periodistas

Marling Balmaceda, directora de Prensa de Artículo 66 expresa su preocupación porque cada vez es más difícil contratar periodistas. No hay.

“Muchos de los periodistas que trabajaban con nosotros, tuvieron que dedicarse a otras tareas o profesiones temporales porque el tema salarial no les funcionaba trabajando para Artículo porque obviamente los países en los que habían decidido refugiarse requerían de mayores ingresos”, señala.

Y es que los principales países de destino de los exiliados nicaragüenses son Costa Rica, Estados Unidos y España donde el costo de vida no se corresponde con el salario que puede ofrecer un medio nicaragüense, que oscila entre 300 y 600 dólares mensuales.

Aníbal Toruño, director de Radio Darío también ha enfrentado serios problemas para contratar nuevo personal.

Dice que los seis años de crisis sociopolítica no solo han cansado a la gente, los periodistas también están agotados de las duras circunstancias.

“Nos hemos quedado bastante solos”, dice en referencia a los programas de apoyo al periodismo que ofrecen fondos para la producción de contenido, los cuales han reducido significativamente sus flujos de cooperación.

“La psicología de la incertidumbre afecta a las personas, lo que ocurre en nuestra comunidad es grave. No hay publicidad comercial y ha llegado el momento en que estamos desabastecidos, cansados”, expresa el reconocido empresario radial.

Toruño y Balmaceda coinciden en que las universidades en Nicaragua han dejado de formar nuevos periodistas. “Es una carrera criminalizada”, dice Toruño y hay que “reinventarnos”, advierte.

Para la directora de prensa de Artículo 66 el contexto actual favorecerá “una oleada de cierre de medios digitales” en los próximos meses, o la reducción significativa de sus equipos periodísticos. Las grandes redacciones como las conocimos antes posiblemente no vuelvan a verse en mucho tiempo, y según su análisis habrá solo medios con equipos de dos o tres redactores luchando por ganar visualizaciones para apoyarse con la monetización digital, que nunca terminó de consolidarse como un pilar importante para el autosostenimiento de ningún medio de comunicación nicaragüense.

La escasez de periodistas es tal que según el informe de la FLED ya hay siete departamentos de Nicaragua en los que «no existe práctica periodística independiente». Estos son; Carazo, Chontales, Jinotega, Madriz, Nueva Segovia y la Región Autónoma del Caribe Norte y Sur. FLED registra 1,329 agresiones al periodismo desde 2018

¿Qué se puede hacer?

Un excatedrático universitario y periodista, que pidió el anonimato por razones de seguridad, señala que la falta de formación de nuevos periodistas en las universidades nicaragüenses, tendrá repercusiones sociales importantes, considerando que los periodistas “escriben el primer borrador de la historia” y que su trabajo es importante para documentar lo que pasa y generar reflexiones colectivas que trasciendan.

Para él, es necesario tomar acciones ahora mismo, y pone como ejemplo la experiencia de diarios como La Vanguardia y El País, que fundaron su escuela de periodistas a nivel de postgrado con reconocimiento universitario para crear el relevo generacional que tanto se necesitaba en la profesión.

“Podría haber una alianza de medios de comunicación nicaragüenses en el exilio con un programa modular de una universidad de Costa Rica, El Salvador, Guatemala que formen estudiantes que quieran dedicarse a trabajar en estos medios”, propone.

Juan Daniel Treminio tiene incontables aplicaciones a programas de apoyo al periodismo guardadas en su computadora. Ninguno le dio el sí. Por mucho tiempo sus hermanos menores y su familia le apoyaron para que siguiera el sueño de infancia de ser un gran periodista, pero ahora tocó fondo; hay días en que no ha comido o ha bajado la mirada para alcanzar a ver que sus zapatos, como le dijo su mamá, ya necesitan ser cambiados.

“No soltaré mi sueño de ser periodista, lo guardaré”, dice con la voz quebrada pero totalmente convencido que por ahora esto no es lo que debe hacer. Cuando venda su computadora, ya no tendrá nada que lo ate a esta profesión.

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