Voces en Libertad

Unos a celebrar Las Purísimas en cautiverio, con fe, otros ven oportunidades para aliviar la“comidita en casa” y claro, no faltan los altares de lujo del régimen en las que no dan “gorras” pero derrochan el dinero de los contribuyentes. 

María José es una capitalina de 57 años de edad originaria del barrio El Bóer en Managua y como dice la canción de Carlos Mejía Godoy, ella posee “una marimba de siete chavalos”.  Es una madre soltera que ha sacado adelante a sus hijos y  para ella el 7 de diciembre día de “La Gritería”, es una oportunidad para recolectar para la despensa a través de “las gorras” que dan los que celebran a “La Purísima”.  

Pero María José no está tan optimista como en años anteriores.  “Era un buen día para sacar algo, pero ahora ya no, casi nadie la celebra, la situación económica está tan difícil, antes en una cuadra, con mis hijos recolectamos casi un salveque (saco), ahora tenemos que recorrer dos y hasta tres cuadras en busca de las escasas purísimas”, cuenta.  

“Yo no sé para qué ponen altares lujosos si no van a regalar nada bueno, es una pérdida de tiempo yo antes prefería recorrer los barrios, ahí si son buenas las purísimas, sobre todo en Monseñor Lezcano, el barrio San Luis, El Edén, esos barrios si celebran a todo dar a La Conchita, ahora de esas purísimas solo quedan recuerdos”, cuenta María José, mientras apura el paso para alcanzar a parte de “la prole” que llevan ya listos sus sacos para la recolección del día. 

Dos caras de una celebración

En tanto, una treintena de altares fueron instalados en la Avenida de “Bolívar a Chávez”, de Managua con fondos estatales. Son notables el del Ministerio de Gobernación, el de la Dirección General de Aduanas, el de la Dirección General de Ingresos, el del Ministerio de Salud, el de la Alcaldía de Managua y los de otras entidades públicas. 

Cada altar es financiado con los impuestos de los  nicaragüenses, en una extraña contradicción, pues el mismo gobierno, ha prohibido la celebración de “La Purísima” fuera de los templos católicos.   

La otra cara de la moneda la protagonizan los hogares humildes que desbordan su fe mariana y su devoción hacia “La Conchita”, como muchos le llaman por cariño.  Los barrios más humildes de la capital, los que están en las periferias de la ciudad se visten de gala para recibir a los miles de marianos que desfilan por las calles de barrios como monseñor Lezcano, Alta Gracia, residenciales como Bolonia hasta pasar por el populoso mercado Oriental, además de Ciudad Jardín, San Luis, El Edén, La Salvadorita,  el barrio Costa Rica, en Bello Horizonte, Villa Progreso, en fin un recorrido de kilómetros que los devotos ni los sienten por llenar sus sacos   entre cánticos y de altar en altar. 

Doña Socorro es una señora de 59 años que se dedica a la venta de cajetas. Dice que este día aprovecha para recolectar su saquito de víveres y artículos tradicionales que entregan en “las purísimas”, como lo hace Maria José.  

“Este día yo aprovecho para vender mis cajetas, todas se me van, además logró mi saquito de provisión, yo no desaprovecho, ando en una vida y dos mandados, gracias a la virgencita”, dijo. 

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