Por Expediente Público I Entrega

Para Daniel Ortega y Rosario Murillo que en sus discursos hablan tanto del respeto a la soberanía de los pueblos, la invasión rusa a Ucrania que este 24 de febrero cumple un año, es como darse con la piedra en los dientes. Nicaragua es uno de los pocos países en el mundo que defiende abiertamente la invasión rusa que ha dejado más de siete mil civiles muertos y varias ciudades destruidas.

“No hay muchos amigos de Nicaragua en la región y como consecuencia, Ortega mira más a Rusia y obviamente a China por el apoyo que necesita bajo las sanciones de los Estados Unidos y la Unión Europea”, afirmó a Expediente Público el director del programa para América Latina y el Caribe del Internacional Crisis Group, Iván Briscoe.

El experto en América Latina del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra de la Armada de Estados Unidos, Evan Ellis, en entrevista con Expediente Público coincide también que “fue algo muy natural que los Ortega, dado el aislamiento ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros sectores, mirara hacia Rusia con ojos ciegos ante las violaciones de derechos humanos contra los ucranianos”, igual que hizo con las anexiones de territorios en Georgia en 2008.

Ocho millones de refugiados

La invasión rusa ha provocado más de 200 mil bajas militares, más de siete mil civiles muertos, y obligado a 8 millones de ucranianos a refugiarse más allá de sus fronteras. Las pérdidas económicas para este país rondan los 137 mil millones de dólares, según cifras de Naciones Unidas.

Incluso es irónico este apoyo a Putin para un Ortega que se esforzó por ser ungido como un líder bajo el aura que tuvo alguna vez la revolución sandinista. Ahora vota en Naciones Unidas en un bloque de países con las dictaduras más repudiadas del mundo como Siria, Corea del Norte, Irán o Bielorrusia.

En un acto el 23 de diciembre del año pasado en Managua, Ortega se atrevió a mencionar que fue el pueblo invadido el que “obligó a Rusia, en todo su derecho, a librar una batalla para defender, no solamente a los ciudadanos rusos del nazismo, porque si Ucrania se impusiera en esta batalla, el nazismo se impone en el mundo».

El embajador Molina

Este es el mismo Ortega y el mismo régimen que en mayo de 2011 nombró al primer embajador de Nicaragua en Ucrania, Luis Molina Cuadra, quien era el diplomático de cabecera en Moscú, pero llegaron los cambios democráticos en 2014 y la anexión rusa de Crimea, que, por cierto, Nicaragua reconoció inmediatamente.

Molina quedó solo como embajador en Moscú tras la ruptura con Kiev y desde finales de 2021 es embajador en El Salvador.

El 9 de abril de 2011 el entonces canciller nicaragüense Samuel Santos realizó la primera visita de alto nivel del país centroamericano a Ucrania. Lo recibió su homólogo Kostyantyn Gryshchenko, quien se convertiría en el vice primer ministro de Ucrania al año siguiente, hasta que el Gobierno prorruso cayó tras las protestas pro democracia de 2014.

Sancionas contra Nicaragua

Como si no faltasen ironías, Kiew argumentó contra la intervención rusa en Crimea de 2014 en base al fallo de la Corte Internacional de Justicia de 1986 contra Estados Unidos por las acciones militares de la llamada “Contra” en Nicaragua.

En marzo de 2014, Nicaragua votó en contra de la resolución de la ONU sobre la integridad territorial de Ucrania. Luego en 2020 Kiev protestó contra Nicaragua por el nombramiento del cónsul honorario en la península ocupada de Crimea, Oleg Beloventsev.

La Rada Suprema o el Consejo Supremo ucraniano (parlamento) estableció el primero de febrero de 2021 sanciones económicas contra Nicaragua por su apoyo a la anexión rusa de Crimen.

Estas incluyen la prohibición de realizar operaciones comerciales entre los dos países, tanto en importaciones como en exportaciones; la suspensión de las obligaciones financieras y económicas con Nicaragua; prohibición de transferencia de tecnologías y propiedad intelectual y el cese completo de tránsito de vuelos, transporte y recursos en el territorio ucraniano.

El peligro de la ideología rusa

Vladimir Rouvinski, director del Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas de la Universidad Icesi en Colombia, analizó para Expediente Público esta relación como un “matrimonio por conveniencia”, pero, además, como un peligro para la estabilidad continental por el surgimiento de una nueva ideología que comparte Rusia con sus aliados como Nicaragua.

Con la narrativa de construir un nuevo orden mundial alternativo, los regímenes autoritarios toman pasos para cambiar los contrapesos en la geopolítica, de la mano de una ideología de pensamiento de usurpación del poder que cae bien tanto para la izquierda tradicional, como a la derecha conservadora que no están comprometidas con la democracia, explicó el analista.

“En Europa los mayores aliados de Putin son los gobiernos conservadores. Eso tiene que ver con la forma en cómo están ejerciendo la política y cómo estos líderes autoritarios tienen este sentido incluso de solidaridad”, manifestó Rouvinski.

La moda de usurpar el poder

Independientemente de la carga ideológica de izquierda o derecha, el orden no democrático que proponen, involucra realmente la usurpación del poder como completamente legítima, por ejemplo, apagando a la oposición o eliminándola. “Esta ideología que todavía está en un proceso de formación cae muy bien a líderes como Daniel Ortega y Putin”, dijo el experto.

Rouvinski no descartó una evolución hacia acciones más provocativas de parte de Moscú en América Latina, tomando en cuenta su política de reciprocidad, como llama el analista a la idea de división de la influencia geopolítica, una filosofía remanente de la Guerra Fría.

Rusia ve a Ucrania como parte de su espacio de influencia, y América Latina como zona de influencia de Estados Unidos.

En América Latina, han sido las dictaduras los principales aliados de Rusia. Cuba por su relación histórica con la Unión Soviética, Nicaragua desde la década de los 80, por el mismo vínculo ideológico y Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999.

El mejor aliado

De estos tres, “Nicaragua es el mejor aliado de Putin si mañana decide hacer algo aquí (en el continente), en el término de reciprocidad”, en el caso de Venezuela es mucho más difícil, porque es un país mucho más grande y el presidente Nicolás Maduro tiene cosas a favor para poder negociar con otras potencias, y estos son los argumentos que Ortega simplemente no tiene, aseveró Rouvinsksi.

Cuba tiene su propia posición, es mucho más autónoma que Nicaragua. También tiene una historia, un legado, las expectativas, y el contexto es mucho más complejo en las relaciones con los Estados Unidos, advirtió.

“Entonces si nosotros hablamos de estos tres países, que son más cercanos a Rusia, en este tiempo, después del colapso de la Unión Soviética, Cuba, Nicaragua y Venezuela, yo creo que Nicaragua es el número uno en término de la facilidad para poder llevar a cabo los cambios que está pensando hacer Rusia”, agregó Rouvinski, en relación al impulso que realizan China y Rusia por transformar el orden mundial.

Si Putin tuviera que decidir, hacer algo en América Latina, Nicaragua es el trofeo más fácil, porque después de la caída de la Unión Soviética, los rusos perciben que pueden hacer más con Nicaragua y a un costo relativamente bajo en comparación con Venezuela, admitió el analista.

“Ortega se siente bastante seguro con el poder dentro de Nicaragua, pero en cuanto a los aliados que puede tener fuera de Nicaragua, la situación sí es crítica. De las potencias que están dispuestas a colaborar con él en cualquier escenario crítico, la única es Moscú, yo creo que no tiene con quien más buscar el apoyo político”, determinó.

Votos en la ONU y acuerdos con Rusia

El régimen de Nicaragua retiró su embajador de la OEA desde el 19 de noviembre del 2021 pero ha participado en seis resoluciones de las Naciones Unidas que condenaron la invasión rusa, pasando de la abstención a una clara posición prorrusa.

Las primeras dos resoluciones de la Asamblea General de la ONU a inicios de 2022, Nicaragua se abstuvo. En octubre y noviembre de ese mismo año votó contra otros dos documentos uno sobre reparaciones a Ucrania y el otro sobre la integridad territorial. En diciembre también hizo lo mismo contra los documentos por las violaciones de derechos humanos y la situación en los territorios ocupados de Crimea y Sebastopol.

Nicaragua rechazó también la presentación de un mensaje en video del presidente de Ucrania en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre del 2022, por lo cual, el mismo mandatario Volodimir Zelensky denunció al régimen de Ortega cuando se trasmitió su discurso.

Peligrosos acuerdos

En los primeros meses de guerra, Laureano Ortega, hijo del presidente Ortega y la vicepresidenta Murillo, asesor presidencial y de facto encargado de manejar las relaciones con los grandes socios del régimen, llegó a Washington para negociar la flexibilización de las sanciones, según The New York Times, en una publicación de mayo, pero al parecer las pláticas no prosperaron.

Managua aprobó posteriormente un nuevo ingreso de tropas, naves y aeronaves rusas en junio y desde entonces los encuentros de enviados de ambos países son frecuentes.

Nicaragua y Rusia han firmado al menos 12 acuerdos entre septiembre 2022 y enero 2023 pasados, desde cooperación electoral, aduanera y transporte, hasta energía atómica, seguridad digital y entrenamiento militar.  El último acuerdo bilateral fue la donación de buses para el transporte colectivo del país centroamericano.

Rouvinski, que el pasado 20 de julio testificó ante el subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara Baja del Congreso sobre las implicaciones de la presencia rusa en América Latina, no desestimó estos acuerdos, porque hay un potencial en ellos.

Hasta acuerdo nuclear

Desde su perspectiva los miles de acuerdos y tratados firmados que Rusia ha firmado con los países latinoamericanos, son como una caja de pandora de la que pueden sacar documentos cuando necesiten un respaldo legal para alguna acción en el continente.

Pese a la suspicacia que despiertan los acuerdos en energía nuclear con Nicaragua, no hay muchas posibilidades que ocurra un hecho como la crisis de los misiles en Cuba de 1962 o que exista peligro de una bomba sucia.

Rouvinski afirmó que ni Europa, Estados Unidos ni los países de América ni la misma Rusia estarían dispuestos a tolerar algo así y tienen un control férreo sobre estos materiales, cuyo desarrollo, ya de por sí, es muy caro.

Desinformación y propaganda

Tras un año de guerra, los medios oficialistas de Nicaragua y los rusos han abarrotado el espacio público con mensajes a favor de la guerra y justifican la invasión bajo los mismos argumentos del Kremlin. A eso se suma la cancelación de medios independientes y la persecución de periodistas que impiden brindar una versión de los hechos diferente a la ciudadanía nicaragüense.

Briscoe consideró que la relación rusa con Nicaragua es fundamentalmente de reciprocidad simbólica, y que “los dilemas fundamentales de la legitimidad del Gobierno de Ortega no se van a leer con un poco de propaganda y un poco de ayuda diplomática de Rusia”.

“Creo que los periodistas y la comunidad de opositores exiliados, obviamente tienen una tarea muy difícil en intentar mantener un flujo de información desde afuera hacia Nicaragua. No va hacer fácil con un Gobierno que no ha mostrado ningún perdón y no tiene ninguna creencia en la pluralidad de voces, en las divergencias de opiniones humanas, en la posibilidad de que dos nicaragüenses podrían estar totalmente en desacuerdo sobre temas políticos”, afirmó.

Putin y el amor a la Guerra Fría

Por su parte, Ellis, enfatizó que Rusia maneja todavía la doctrina de control reflexivo de la Guerra Fría y tiene un pacto con sus aliados no solo para fomentar sus mensajes, sino también, para aumentar la polarización en ciertas elecciones en el extranjero.

A diferencia de Rusia, Ucrania no tiene un equipo para contrarrestar a los medios de Moscú, pero el presidente Zelensky representa muy bien la situación de su pueblo. “Esto muestra que no solo se trata de cosas a sofisticados, bots y troles, sino también lo que sale de la calidad humana y la justicia de su caso”, agregó Ellis.

El entrevistado también mencionó que hay crímenes de lesa humanidad y bombardeos rusos a poblaciones civiles con su artillería o blancos en el medio del invierno para afectar el sistema eléctrico que calienta a la población civil en inviernos con temperaturas gélidas.

Rouvinski señaló también que Putin usa los medios de comunicación para jugar muy hábilmente con el sentimiento antiamericano o antiestadounidense. “Se presentan como alguien que levantó su cabeza contra supuestamente el dominio del sistema internacional que domina”, dijo.

¿Hasta dónde llegarán Ortega y Putin?

Briscoe sostuvo que las prioridades de Putin están lejos de Nicaragua y no va a ayudar fundamentalmente a Ortega a resolver la crisis política, económica, de migración y aislamiento en el país centroamericano.

Por otro lado, si Daniel Ortega percibe que no recibe los recursos y apoyo que necesita de parte de Rusia o China, y siente que los peligros del aislamiento son más grandes que los de una apertura política y el fin de la represión dentro de Nicaragua, puede fácilmente cambiar un poco su política, afirmó el analista.

“La liberación de los presos políticos recientemente a Estados Unidos muestra señales de un posible relajamiento de los controles, pero férreos bajo el líder Ortega y según la velocidad y los criterios que él determina. En estos contextos es muy difícil decir que Nicaragua va a cambiar, que se va a reinsertar en América Latina y que vamos a otra faceta de su liderazgo”, agregó.

La invasión a Ucrania que no concreta Putin

Para Briscoe el problema del aislamiento para Ortega está ahora concretamente en América Latina, por los Gobiernos que deberían ser sus amigos y aliados en la región, pero la izquierda de Lula en Brasil, Gustavo Petro en Colombia, de Alberto Fernández en Argentina, de Andrés Manuel López Obrador en México, ha tenido enormes problemas en sus esfuerzos de acercarse a Nicaragua.

Por otra parte, si Rusia comienza a perder en Ucrania o si esto se percibe como una pérdida, «Putin va a asociar esto, en primer lugar, con la ayuda de los Estados Unidos” y “puede buscar hacer algo aquí (amenaza) en el hemisferio occidental, para poder recompensar las pérdidas de su reputación”, argumentó Rouvinski.

Pequeños intercambios

Ellis recordó que desde que Ortega retornó al poder en 2007, la presencia rusa se ha visto de manera sistemática en Nicaragua, aunque en pequeña escala, porque el país no cuenta con muchos recursos para ayudar a Rusia, ni Rusia tiene muchos recursos para ayudar a Nicaragua, tampoco hay mucha complementariedad.

El intercambio consiste en la entrega de buses y tanques de guerra, ayuda alimentaria, colaboración con Glonass, (Sistema de navegación global por satélite) el centro de entrenamiento policial, las vacunas y el intercambio regular de tropas.

Sin embargo, Ellis no descartó que estos tres países (Nicaragua, Cuba y Venezuela) estén dispuestos a servir como anfitriones de las amenazas de competidores más grandes para Estados Unidos, especialmente Rusia, pero también Irán.

En 2008, Ortega autorizó la entrada de aviones estratégicos Tu-160 capaces de llevar armas nucleares. Repitieron esto en 2013, y esta vez los bombarderos violaron el espacio aéreo colombiano, recordó Ellis.

Pero las alianzas rusas en el continente como Nicaragua, Venezuela y Cuba no son amenazas de nivel internacional, aunque contribuyen a socavar otras democracias o generar inestabilidad donde hay problemas con la democracia, dijo el experto.

El Ejército de Nicaragua y las armas rusas

Por otra parte, Ortega compromete al Ejército de Nicaragua con su cercanía a la armada rusa en el contexto en el que varios generales están sancionados por Estados Unidos, incluyendo Julio Avilés, el jefe del Ejército sandinista.

Ellis precisó que dentro del Ejército existe personal que ha tenido experiencia y educación profesional en Rusia y conocen bien su doctrina militar. “Imagino que hay cierta simpatía personal y familiaridad con el tema, pero el sandinismo tiene sus propios problemas por la ruta de los Ortegas”.

Sanciones contra Rusia

Rusia, pese a las sanciones occidentales, espera un superávit récord del comercio exterior. Sin mencionar a China, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, explicó a los medios locales el pasado 30 de enero que este resultado se debe a que reorientaron las exportaciones a otros mercados como el de América Latina, y se vieron favorecidos por los cambios de los precios de las materias primas, según la agencia de noticias Sputniknews.

Por eso, Briscoe es escéptico del resultado de las sanciones, porque considera que existe una especie de solidaridad entre los sancionados.

Las primeras sanciones hacia el régimen nicaragüense de Estados Unidos en el contexto de los abusos a los derechos humanos en 2018, pudieron motivar a Ortega a entablar los dos diálogos posteriores, uno en mayo de 2018 y el otro en febrero de 2019. En ese momento reconocía el efecto que tuvieron estas medidas en Venezuela, consideró Briscoe.

Pero las sanciones tienen un valor decreciente cuando un Gobierno empieza a subsistir a pesar de ellas, y se arreglan con otros Gobiernos que también quieren evadirlas, como China, Irán y Rusia.

“En el caso de Venezuela, en lugar de crear fracturas y rupturas en el Gobierno, muchas veces hacen lo contrario, cohesionan las fuerzas, porque todos sienten que están bajo la misma presión y su supervivencia depende de quedar juntos”, admitió el experto.

Existe un sentimiento de solidaridad entre los sancionados, pero también está el tema de la salida, pues levantar sanciones no obedece a una lógica clara y no es rápida en muchos casos.

SOS a China

El profesor Ellis consideró que Rusia no ha tenido mucha opción de utilizar Nicaragua para evitar sanciones, porque no hay mucho intercambio comercial o inversión para servir como un vehículo salvavidas. Tampoco el régimen de Ortega tiene muchas opciones para usar Rusia como trampolín o intermediario para escapar de su dependencia económica de Estados Unidos.

El vehículo principal de escapar a las sanciones para ambos países ha sido hasta ahora China. Putin vende a Pekín petróleo a precios más bajos que los del mercado internacional, y sus bienes agrícolas. Además, usa el sistema financiero chino para escapar las sanciones del sistema Swift internacional.

Por su parte, Nicaragua, rompió con Taiwán en diciembre de 2021 con la intención de reconocer a China continental para evitar las consecuencias de los aumentos en sanciones por los Estados Unidos y la Unión Europea o en su contra.

“Realmente ninguno ha podido usar mucho del otro para escapar a las sanciones mutuas. Los dos han buscado terceros como China para salvar pérdidas”, reiteró Ellis.

¿Gana algo Nicaragua en apoyar la invasión a Ucrania?

Encima de eso, “los costos de la guerra son altos para Putin, porque las sanciones económicas comienzan apenas ahora (a tener efecto), pero si comienzan a tener el impacto sobre los ingresos del estado ruso, entonces para poder mantener algo, para poder hacer cosas al otro lado del mundo, que es América Latina y Nicaragua, sería una decisión, a mi modo de ver, bajo unas circunstancias muy particulares”, consideró Rouvinski.

Antes que estallara la guerra en el este de Europa, Ucrania importó en 2021 bajo el régimen general 245,386 dólares en mercancías de Nicaragua. Por el contrario, Rusia no compró ni una sola onza de productos nicaragüenses de los US$ 3.286,79 millones logrados en exportaciones, revelan datos del el Centro de Trámite de las Exportaciones (Cetrex).

Moscú sustituyó al mercado ucraniano con 1.3 millones de dólares en compras en 2022, según el Cetrex. Sin embargo, el 17 de febrero de 2022, el viceprimer ministro de Rusia, Yuri Borisov, dijo que el intercambio comercial entre ambos países se había triplicado a 160 millones de dólares anuales.

Que acabe la guerra

El 2022 fue en América Latina el año de la consolidación de gobiernos de izquierda en Sudamérica, particularmente con la elección de Lula da Silva en Brasil, la principal economía de Sudamérica.

A pesar de eso, los gobiernos latinoamericanos han tenido una posición más independiente hacia Rusia y Estados Unidos en cuanto a la guerra, lo cual aleja más al régimen de Ortega de los intereses regionales.

Briscoe indicó que en América Latina hay un marcado interés para que la guerra termine, porque existe conciencia de los efectos económicos que tiene el conflicto. Los países de la región están sufriendo después de una década de crecimiento relativamente bajo y una pandemia que tuvo un efecto recesivo.

El costo de la invasión a Ucrania es expansivo

A juicio del académico, los gobiernos latinoamericanos ven limitada la capacidad de salir de este largo período de estancamiento económico por el efecto de la guerra y las sanciones de Estados Unidos con Rusia, que limita su acceso a mercados internacionales y tiene efectos sobre los precios internacionales de bienes básicos, comida y energía.

Muchos países de América Latina cayeron en estanflación, la mezcla de inflación y estancamiento económico, como Colombia, por lo que “la condena a Rusia ha estado matizada por un deseo muy claro de parte de América Latina de terminar la guerra de una vez y no seguir con ese nivel de conflicto”, argumentó Briscoe.

Por otra parte, Brasilia está comprometida con Rusia y seguirá manteniendo el intercambio comercial en el futuro. Ninguno de los países de América Latina está dispuesto a ser aliado de un lado u otro en esta guerra y perder un socio, agregó el experto.

Briscoe afirmó que para Latinoamérica “en el tablero geopolítico hay amistades y relaciones con todos los grandes poderes y es necesario mantener relaciones con China, con Rusia, con Estados Unidos, con Europa y también con los grandes poderes emergentes del mundo en desarrollo”.

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