El obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, afirmó el domingo que «ninguna cruz es definitiva, que la muerte no tiene la última palabra, como tampoco la tienen los poderes tiránicos injustos como los que están destruyendo a Nicaragua».

Báez al finalizar la misa de «Domingo de Pascua» desde la iglesia Santa Agatha en Miami, Florida, en donde agradeció al padre Marcos Somarriba, nicaragüense que es párroco de esa iglesia y quien le ha acogido «en éste exilio que vivo lejos de mi pueblo», dijo que Satanás el «príncipe de éste mundo» ha sido derrotado y que él y sus seguidores, son dignos de lástima.

Nicaragua resucitará, pero no por milagro, sino por persistencia

El obispo de la orden Carmelita, reiteró como hace dos años que al igual que Jesús Crucificado ha resucitado hoy, «el pueblo de Nicaragua resucitará», pero insistió en que no será por «soluciones milagrosas», sino por la perseverancia de los nicaragüenses en la búsqueda de un mejor país.

«El cambio que Nicaragua necesita y que va a llegar, porque el Señor ha vencido, el poder tiránico, la violencia y la injusticia que han hecho pedazos nuestra patria, el cambio va a llegar, pero no milagrosamente sino a través de nuestra perseverancia, no perdamos la capacidad de soñar una patria distinta, porque si la patria es pequeña, uno grande la sueña», dijo Báez emocionado, con la voz quebrantada, pero acuerpado y acompañado por el grito, aplausos y vítores de decenas de nicaragüenses que se encontraban en el templo presencialmente.

«Solo nuestro esfuerzo cotidiano, perseverante y pacífico, por construir una nación como la que los nicaragüenses nos merecemos, lo hará posible, pero no lo olviden, a como lo dije en la homilía: El Señor Resucitado está de parte de los pobres, está de parte de los presos políticos, de parte de los perseguidos, está de parte de las víctimas que claman justicia y a quienes hay que responder, dando justicia», añadió.

Báez sostuvo que el Resucitado «está de parte de los pueblos oprimidos como Nicaragua y entonces no perdamos la esperanza».

Sacudida a los opositores

Durante su homilía Báez exhortó a los políticos a no caer en «egoísmos estériles» ni «confrontaciones inútiles» por puestos ni privilegios y más bien les habló de la necesidad de trabajar por una sociedad solidaria, libre y justa.

recordó lo ocurrido en el sepulcro cuando al tercer día de haber muerto Jesús, María Magdalena, llegó al sitio, vio que la enorme piedra que cubría la sepultura había sido removida y que el cuerpo del maestro había desaparecido.

Las piedras más grandes pueden ser removidas

La mujer desespera al ver el sitio vacío, pero busca y para Báez eso es enormemente significativo. «Lo decisivo es que se pone a buscar, que no se resigna, que no se queda paralizada por el miedo y la desesperanza», dijo monseñor Silvio Báez.

Añadió que María Magdalena demuestra con su búsqueda que no cabe la resignación a decir que no se puede hacer más. «Cuando dejamos de buscar, comenzamos a morir. Cuando creemos que nada nuevo puede ocurrir, cuando dejamos de esperar y de luchar, nuestra existencia se vuelve gris, la tristeza nos invade y vamos esparciendo amargura por todas partes», afirmó.

«Sin embargo, -añadió Báez- una cosa le queda clara a María aquella mañana: aún las piedras más pesadas pueden ser removidas. Una lección que nosotros no debemos olvidar. Con la fuerza del Señor Resucitado hasta los obstáculos que parecen más insalvables, se desvanecen y llegan a desaparecer».

La unidad para el bien común

Y fue esa parte del evangelio el que monseñor Silvio Báez, mostró como un ejemplo de que la unidad es la mejor aliada para alcanzar el bien común. María Magdalena corre a informar a los discípulos que el cuerpo de Jesús no estaba en el sepulcro. Pedro y el otro discípulo «empezaron a correr juntos».

«No hablan, solo corren. Cada uno corre como puede: ´el otro discípulo corría más rápido que Pedro y llegó primero al sepulcro, vio los lienzos en el suelo, pero no entró’. Esperó que llegara Pedro y dejó que entrara primero, para luego entrar él (Jn 20,8). Habían corrido sin competir

«Habían corrido sin competir. Habían llegado al sepulcro con espíritu de comunión y de respeto recíproco. Sin saberlo, con estas actitudes van preparando su corazón para acoger con fe al Señor Resucitado: correr juntos, sin competir», expresó el obispo Auxiliar.

Y añadió: «Nuestra sociedad está necesitando urgentemente de personas y grupos dispuestos a correr sin ponerse zancadillas unos a otros. Los líderes políticos deben correr no para llegar primero y acaparar puestos y privilegios, sino para construir entre todos una convivencia nueva basada en la solidaridad, la libertad y la justicia».

La exhortación del obispo Báez, se da en el contexto en el que en Nicaragua Daniel Ortega, pretende su reelección con comicios amañados y con reglas a su conveniencia, sin las reformas electorales que han pedido tanto a lo interno como externamente; y con unas fuerzas opositoras divididas, entre otras cosas por intereses, egos y cargos a diputaciones, según lo han confirmado varios de sus miembros. https://cafeconvoz.com/2021/03/31/condicionamientos-de-cxl-frustran-otro-intento-de-unidad-de-opositores/

«En la sociedad, hay diversidad de visiones y de estrategias entre las personas y los grupos, pero todos deben esforzarse en buscar el bien común. En la sociedad es urgente superar los egoísmos estériles y las confrontaciones inútiles que hacen de la convivencia social una grotesca competencia».

El obispo Báez dijo en esa misma línea que en la vida cada uno despliega sus propias posibilidades, unos de un modo, otros de otro, unos primero y otros después. Sin embargo, esta diversidad no debería ser origen de envidias y conflictos.

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