¿Otra vez pactos entre los poderes fácticos? Por: Oscar René Vargas
- En medio de una crisis política, Nicaragua vive una pandemia que muta en depresión económica, social y psíquica y una sociedad que vive entre el miedo y el resentimiento. La situación del país es patética y la economía está seriamente herida.
- La recesión y la pandemia han sacado a luz una realidad de hambre, de desempleo, de falta de viviendas y de ausencia de oportunidades; realidad incómoda para la dictadura, precipitada por las cinco crisis y por el actuar errático del mal gobierno que ha dejado a miles de trabajadores humildes, en las ciudades y en el campo, aguantando hambre y necesidades.
- El pleito del dictador y el gran capital es una disputa por la hegemonía del poder; las recientemente leyes aprobadas son para dejar claro quien manda. Para ello utiliza el perjurio, la represión, la mentira y la astucia frente a la ingenuidad de los alfiles políticos del gran capital. El dictador en su desesperación por mantenerse en el poder y garantizar su impunidad para su círculo íntimo se aferra al poder retorciendo todo el entramado institucional.
- Para sobrevivir la dictadura utilizará una combinación del poder duro (represión generalizada) y poder blando (elecciones y negociaciones), utilizando su desequilibrante superioridad militar, policial y paramilitar. Al mismo tiempo, Ortega sabe que no puede superar esta crisis, por sí mismo, y necesita aliados estables.
- Las ilusiones de apertura política a través de elecciones transparentes contrastan con realidades palpables: ninguna reforma a leyes electorales, ni atisbo de parar la represión contra la gente sencilla y líderes sociales, al contrario, más violencia y abuso del Estado, más odio contra el pueblo.
- Tratará de reconstruir un bloque de poder alternativo a los movimientos sociales surgidos a partir de abril de 2018. La condición previa para la conformación de ese bloque de poder es, de una y otra forma, que los aliados cuenten, sean tomados en consideración e incorporados en las decisiones estratégicas.
- El gran capital, dueños del dinero y grupos reales de poder, quiere ser un aliado privilegiado a cambio de renunciar a ser sujeto político autónomo, ser un actor con intereses propios y definidos; protagonista de una política multisectorial y ser tomados en cuenta, eso es lo que se está negociando. Esta es la línea de demarcación que puede marcar el futuro de nuestro país.
- La alianza pública-privada quiere ser refundada, para transformarla en el eje vertebrador de la estrategia política-económica futura. En esta estrategia tendrá mucha importancia lo ideológico, la plataforma política-cultural que legitime el discurso de este nuevo pacto renovado. El objetivo explícito será reconstruir el orden.
- Este nuevo pacto retomará viejos temas y consignas en nombre del libre comercio, el orden y la paz, no habrá ningún cambio fundamental. Nicaragua seguirá siendo un país disfuncional en términos democráticos.
- Al interior del orteguismo existe un sector que piensan que es necesario un acuerdo político para salir de la crisis, legalizar y dar estabilidad a sus negocios, favoreciendo un “aterrizaje al suave” con el objetivo de limpiar sus nombres y participación en todo el proceso represivo y despojo que han sido partícipes, necesitan lavarse las manos, quedarse con el dinero y sin el pecado.
- El otro sector es primordialmente fanático y torpe, cree que hace falta más sangre y represión para evitar unas elecciones transparentes y consolidar, de esa manera, la soñada dinastía con su jefe único, partido único, doctrina, opinión y poder único.
- Cada tendencia mueve sus fichas tratando de no afectar la unidad del orteguismo, manteniendo la unidad en reprimir y golpear al pueblo “desobediente”. Ambas son facciones del mismo proyecto económico y político, lo cual les garantiza el manejo del poder político dictatorial, el control social e impedir que un proyecto político alternativo acceda al poder.
- Ambas camarillas se han beneficiado de la corrupción, del lavado de dinero, de la brutalidad paramilitar y la masacre policial. Esta maraña de intereses necesita garantizar la impunidad, la ganancia y los bienes adquiridos; de ahí la necesidad de entablar una nueva alianza entre el gran capital y el dictador, y de mantener subordinados a los políticos zancudos mafiosos y corruptos al dictador.
- La historia nos enseña que la dictadura ha cometido crímenes atroces para favorecer los privilegios de la clase hegemónica (nueva y vieja oligarquía), pero luego quieren lavarse la cara y se hacen las víctimas del repudio popular para que ambas fracciones de la clase hegemónica sigan compartiendo el poder a través de un nuevo pacto.