Por Róger Reyes. El 10 de julio de 1978 las calles del Departamento de Carazo son cubiertas con un silencio de luto por la llamada en ese momento por los periódicos como la «Masacre de Carazo».

La Historia se repitió hace seis años por que volvieron a aparecer para no irse rostros con reflejo de dolor, vacíos en los corazones y sentimientos de soledad, quienes hoy son los acompañantes de más de veinte familias en el Departamento, un departamento que su pasado pareciera cobrar vida, la oscuridad del espíritu de la muerte vuelve a aparecer, pero esta vez con mas fuerza, sufrimiento y mas sangre derramada.

Me refiero a la masacre más cruel y sangrienta en la historia de Nicaragua, en un solo día en contra de civiles, tragedia ocurrida el 8 de julio del 2018 perpetrada por el gobierno de Ortega y Murillo en su desesperada ambición por recuperar el poder en las calles del país.

En este caso en el Departamento de Carazo, que era defendido por jóvenes valientes ambiciosos de un futuro rodeado de oportunidades y libertad. Esta ejecución sangrienta fue denominada por los mismo ejecutores como «Operación Limpieza» la que cobro la vida de mas de 20 personas, en su mayoría jóvenes.

Esta orden fue enviada a todas las fuerzas que en ese momento tenía el gobierno de Ortega Murillo, a través de Rosario Murillo en el “Vamos con Todo” mandato que llegó a todas las Instituciones Estatales, CPC y todo grupo de fuerza opresor del gobiernito.

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Róger Reyes, forma parte de los 222 nicaragüenses excarcelados y desterrados por la dictadura sandinista.

Aplausos mezquinos entre ríos de sangre

Esta dirección fue aplaudida y aclamada por muchos que en ese momento simpatizaban con la pareja Ortega Murillo, algunos sin entender que correrían ríos de sangre por las calles de Nicaragua, afectando a muchas familias.

Es incomprensible como algunas personas confían en la protección que Ortega y Murillo, pueden darle por ser seguidores de su ceguera doctrinaria la que hoy no tiene ninguna raíz ideológica mas que las raíces alimentadas por el interés propio de permanecer en el poder a cualquier costo, aunque este sea con la misma sangre de sus propios seguidores, fanáticos o la misma familia de ellos. 

A seis años de esta masacre permanece intacto el sufrimiento de las madres, viudas e hijos por la pérdida de su ser amado, a quienes nunca más volverán a ver.

Algunas madres no volverán a tener el abrazo y beso de su hijo, tampoco volverán a servir el plato de comida a su hijo cuando llegaba de clase o cuando llegaba después de terminar algún juego. Ellas esperaban que se cumpliera la naturaleza en que en un momento fueran ellas enterradas por sus hijos y no ellas enterrarlos a ellos.

Dolorosa herencia a la niñez

El sueño que un día tuvieron unas jóvenes en permanecer con su amado esposo por toda una vida y criar junto a sus hijos, fue arrebatado sin esperarlo, ese olor conocido de su amado ya no volverá a ser sentido por ella, el sueño de más de 10 niños de permanecer bajo la protección de su papá, su héroe, les fue arrebatado sin despedida alguna.

A esos niños les fue quitado despiadadamente la oportunidad de conocer con ejemplo vivido lo que es una figura paterna y así continuar con el ciclo de la vida para cuando a ellos les llegará su momento de ser padres.

Enfrentan el sufrimiento cuando tienen que promocionarse en sus escuelas y ver como los otros niños pasan con su papá a retirar el diploma o cuando van a una actividad de padres y ellos no pueden tener lo que los otros niños tienen, la compañía de su papá. 

Una vez un niño de cinco años le pidió a su tío que le prestara una escalera, su tío con curiosidad le pregunta para qué quería la escalera y el niño le contestó que era para subir al cielo a ver a su papá.

Recién ocurrida la masacre, una niña de cinco años le dijo a su mamá que cuando regresara a casa su papá, lo regañara porque ya había tardado, sin saber que ya no volvería porque su vida fue arrebatada de manera injusta. Un niño de aproximadamente de ocho años vuelve a orinarse en su cama por las noches producto del trauma por no tener a su papá. 

¿Nos olvidamos del dolor de la familia?

Tristemente de manera involuntaria quitamos nuestra atención en estas víctimas que hoy claman por justicia, están claras que su hijo, esposo, padre no regresará jamás, pero sí el consuelo que ellos llegarán a tener justicia y este dolor no volverá para cobrar más vidas, este hecho no puede volver a pasar, no podemos volver a tener más derramamiento de sangre y con ello, más viudas, mas llantos de madres y padre.

No, no podemos volver a tener más niños sin padre porque les fue arrebatado injustamente.

Cuando nuestro afán está en ver qué ideología política es la correcta, cuando nuestra balanza de atención es inclinada a discusiones estériles provocadas por pensamientos que en años no han sido resueltos por ningún país aun con democracia, desarrollo cultural, económico, social etc..

De manera inconsciente estamos no olvidando el dolor de las víctimas, pero sí desviando el interés en la necesidad de la búsqueda de la justicia y la búsqueda de ayuda humanitaria para los niños que quedaron si su papá, familias y hoy quienes aún se encuentran presos por soñar con una Nicaragua libre y estoy consiente que no podría ser atrevido en decir, que no existen personas que sí tienen como prioridad velar por las víctimas porque las hay. 

Termino diciendo que la unidad no es tener un mismo nombre, no es permanecer en una misma organización, pero sí compartir un mismo interés con diferentes estrategias que llevarán al mismo propósito.

Mi solidaridad con todas las víctimas de la Masacre de Carazo ejecutada el 8 de julio del 2018, más de 20 asesinados. 

Róger Reyes, forma parte de los 222 nicaragüenses excarcelados y desterrados por la dictadura sandinista.

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