En febrero de 1990 Nicaragua tenía que celebrar las primeras elecciones democráticas luego del derrocamiento de la dinastía de la familia Somoza que mantuvo a este país bajo bota militar por 40 años y que mantuvo por otra década al sandinismo que se había quedando con el poder
El 11 d agosto de 1987 Daniel Ortega anunció la realización de elecciones tras la firma de los tratados de Esquipulas II. Fue así que iniciaron las conversaciones entre la oposición para solidificar la Unión Nacional Opositora (UNO) que aglutinaba a unos 14 partidos de oposición de diversos criterios.
Los candidatos a la presidencia y vicepresidencia fueron Violeta Barrios de Chamorro, viuda de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, mártir de las libertades públicas y Virgilio Godoy Reyes liberal independiente, nominados el 2 de septiembre de 1989.
Y mientras las vallas publicitarias y spot televisivos anunciaban a estas dos fuerzas políticas, el pueblo de Nicaragua tenia claro que querían dejar atrás el pasado de guerra a la que fue sumergida el país tras 11 años del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el poder, tras derrocar por medio de las armas al antiguo dictador Anastasio Somoza.
Esa guerra provocó la muerte de un estimado de 50,000 hombres y mujeres en una guerra civil entre defensores del sandinismo que contaban con armas suministradas por la extinta Unión Soviética y por el otro lado, alzados en armas proporcionadas por el gobierno de EEUU de esa época con el fin de no permitir que el FSLN se quedara en el poder después de provocar la matanza de niños, jóvenes y ancianos.
Violeta Barrios estaba segura de su triunfo
El 18 de febrero de 1990, cuando Violeta Barrios de Chamorro, finalizaba su campaña electoral, anunció que iniciaba el fin de las dictaduras del somocismo y el marxismo-leninismo, lineamientos a los que se regía el FSLN.
“En este día radiante, que anuncia el fin de la oscura noche sandinista, levando mi bandera de la reconciliación nacional, los vientos de cambio soplan por el mundo y arrecian en Nicaragua, y yo les garantizo que no nos vamos a quedar en el pasado, las dictaduras del somocismo y el marxismo-leninismo, hoy terminaron”.
Anunciaba con seguridad Chamorro, a pesar de que las encuestas daban como ganador al FSLN con más de la mitad de los votos.
Sin embargo, al final del 25 de febrero y en la madrugada del 26, el Consejo Supremo Electoral anunciaba el triunfo de la UNO con el 54 % de los votos, mientras que el FSLN encabezado por Ortega solo alcanzó el 40 %.
“Confieso que me siento muy emocionada en este momento tan importante para Nicaragua y quiero ratificar ahora que haré honor a mi compromiso de lograr reconciliación nacional porque solo así podremos tener paz y bienestar económico”, dijo tras su victoria.
Celebraba victoriosamente Violeta Barrios su triunfo en las elecciones de 1990. El 26 de febrero de ese mismo año, Daniel Ortega aceptaba su derrota.
“Quiero expresarle a todos los nicaragüenses y a los pueblos del mundo que, el presidente de Nicaragua, el gobierno de Nicaragua va a respetar y a acatar el mandato popular emanado por la votación en estas elecciones” expresó Ortega con cara de tristeza.
Gobierno de la UNO entre aciertos y desaciertos
Dentro de sus compromisos de gobierno, Chamorro logró pacificar el país luego de la guerra de la década de los 80, desarmó a los miembros de la Resistencia Nicaragüense que estaban en las montañas; institucionalizó a la Policía Nacional y Ejército de Nicaragua, dos órganos que nacieron del sandinismo y que se regían a las ordenes de Daniel Ortega y el Frente Sandinista. Como parte de esa política de inclusión y reconciliación, la nueva y primera presidenta mujer de Nicaragua dejó en su cargo al jefe del Ejército Humberto Ortega, hermano de Daniel Ortega, una decisión que le valió severas críticas incluso de sus aliados.
“Mientras se completa la desmovilización ya acordadas de las fuerzas de la resistencia y la recuperación de las armas que se encuentran en las manos de civiles, he ordenado al general del Ejercito Humberto Ortega Saavedra, continuar con el ejercicio de su cargo y al mismo tiempo el general Ortega deberá establecer un programa ordenado de reducción de las fuerzas armadas y deberá de garantizar la subordinación militar a las autoridades civiles” dijo Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios.
Remontada nefasta del sandinismo
Pero tras haber aceptado su derrota, Daniel Ortega no se quedó atrás en dar otro discurso. El caudillo sandinista gritó a una multitud que ahora que estaban en la oposicion iban a empezar a gobernar desde abajo, promesa que cumplió cuando con asonadas y revueltas desestabilizaban a la administración de Violeta Barrios
“Querían que el Frente fuese la oposición, somos la oposición. Desde abajo estaremos botando, y con nosotros, hermanos, no seamos hombres de poca fe, con nosotros se va a ir sumando todos esos que votaron por la UNO”.
Advirtió Ortega, quien además de haber provocado problemas a la administración de Chamorro; luego realizó un nefasto pactó con el corrupto expresidente de Nicaragua Arnoldo Alemán, para reformar la Constitución y luego se alió con él mismo para no dejar gobernar al ingeniero Enríque Bolaños entre 2001 y 2006.
“Mi madre, Violeta Barrios de Chamorro, sintió que tenia que cumplir una misión y aceptó y le dijo Sí a Nicaragua cuando la UNO le propuso ser la candidata y ella confió en los nicaragüenses y también siento que estaba segura en darles esperanza, si ella tenia esperanza, podía dar esperanza a los nicaragüenses, confió en ese silencio inteligente que tiene el pueblo de Nicaragua; que sorprendió a Somoza en el 79, sorprendió a los sandinistas en el 90, entonces este gobierno se basó en el diálogo, en la búsqueda de consenso, de concertación de los sectores, en la que tenias que incluir a los derrotados porque todos aquí tienen opinión” reveló Cristiana Chamorro.
Historia de 1990 con el triunfo de la UNO se puede repetir
Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Chamorro y quien ahora aspira a repetir la historia de su madre, en una entrevista con el Diario La Prensa señaló que si hay unidad dentro de la oposición podrían derrotar al dictador Daniel Ortega a como ocurrió el 25 de febrero de 1990.
“Tenia que reconstruir el país y estábamos pasando momentos bien difíciles, además que nos encontramos con la oposición del Frente Sandinista que boicoteaba todo el proceso de pacificación, democratización y demás, yo creo que si se logra aquí una unidad nacional, podemos volver a sorprender”, dijo.
En búsqueda de esa añorada unidad, de cara a la realización de elecciones para sacar al dictador Daniel Ortega del poder tras permanecer por 14 años consecutivos en él acusado de fraudes electorales, corrupción y violación de derechos humanos; en más de tres ocasiones líderes disidentes han firmado acuerdos para concretar una alianza, no obstante, es truncada por los diferentes intereses de las organizaciones que integran las dos facciones de la oposición, La Alianza Cívica y la Coalición Nacional.
Unidad opositora en estira y encoge en 2021
En 25 de febrero de 2020, se firmó la Coalición Nacional, donde estas dos organizaciones se comprometían a luchar por recuperar la democracia de Nicaragua a como lo hizo la Unión Nacional Opositora liderada por Violeta Barrios de Chamorro.
“El 25 de febrero de 1990 la inmensa mayoría de los nicaragüenses votó para acabar la guerra y traer la paz a Nicaragua; y acabar el desempleo y la pobreza que aun afecta a los nicaragüenses. 30 años después perseveramos en nuestra lucha por una Nicaragua con democracia, justicia, paz y libertad que han sido cercenada por la ambición desmedida de la sed de poder, la intolerancia, el odio, la represión y corrupción“, dijo Yubrank Suazo, miembro de la Alianza Cívica al momento de la conformación de la Coalición Nacional.
Meses después, la Alianza Cívica se divorció de la Coalición Nacional para conformar su nuestra propuesta política con el partido Ciudadanos por la Libertad llamada Alianza Ciudadana.
Para Luis Fley, quien participó en la lucha contra dictadura militar sandinista desde la Resistencia Nicaragüense en los años 80 y que aportó al triunfo de Violeta Barrios; la unidad que llevó a la oposición al poder en 1990, está siendo boicoteada en la actualidad por la división de la Alianza Ciudadana, y aseguró a Café con Voz que nadie votará por ellos sino que lo harán a favor de la Coalición Nacional, que a su juicio cuenta con representatividad y aceptación.
“La mayoría del pueblo nicaragüense está respaldando a la Coalición Nacional la gente sabe que estas son unas elecciones trascendentales, mucho más que las de 1990 porque en 1990, habían una fuerza coercitiva donde habían 24,000 hombres, que si no habían elecciones libres y transparentes la guerra seguía, me quede un poco traumado de hablar de la guerra, pero fue determinante para que hubiera el cambio en 1990, pero hoy no existe eso, solo estamos esperanzados en la presión diplomática internacional… no hay otra presión para que Daniel Ortega acceda a reformar la Ley Electoral… Daniel Ortega está sostenido por las armas… va a estar en manos de los nicaragüenses organizados dentro de la Coalición Nacional, el resto no existe, es un chamarro lo que les está vendiendo la Alianza Ciudadana, no tienen nada en los territorios”, expresó Fley.
A 10 meses de la realización de elecciones en Nicaragua, la oposición no cuenta con la unidad a como se dio en 1990, mientras tanto, el dictador Daniel Ortega sigue reformando y creando leyes para perpetuarse en el poder controlando los cuatro poderes del Estado a como lo hace en la actualidad.