Managua, 16 nov (EFE).- El régimen de Nicaragua, en la voz de Rosario Murillo, exigió este lunes una compensación a la comunidad internacional por la devastación causada por los huracanes en los últimos días, al denunciar que son consecuencia del cambio climático.
«Nicaragua también se manifiesta, se expresa en los organismos internacionales diciendo justicia climática, compensación para los países que estamos en esta situación de extrema vulnerabilidad sin merecerlo», dijo la vocera oficialista Rosario Murillo, a través de medios del Gobierno.
Nicaragua estará recibiendo este lunes el impacto del huracán Iota, de categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson, apenas 13 días después de haber sido embestida por el ciclón Eta, de categoría 4, que dejó devastación en el noreste del país, como parte de la temporada de huracanes más activa de la historia.
«Centroamérica está viviendo momentos particularmente difíciles como resultado de la extrema vulnerabilidad (…) frente a la destrucción del clima, de la naturaleza, y todos estos desastres que nos continúan llegando y nosotros los pueblos pequeños, los países pequeños no hemos hecho nada para merecerlo», agregó Rosario Murillo.
El impacto de dos huracanes seguidos se da a pocas semanas de finalizar el tercer año consecutivo de retroceso económico en Nicaragua, uno de los países más pobres de Latinoamérica.
La comunidad internacional ha destinado decenas de miles de dólares en ayuda para los damnificados de Nicaragua, sin embargo, los donantes han evitado, en la mayoría de los casos, que los recursos sean administrados por el régimen que preside el sandinista Daniel Ortega, acusado por los opositores de utilizar el presupuesto público para actos de «represión» contra la disidencia.
«Insistimos justicia climática, compensación para nuestros pueblos», reiteró Murillo.
Nicaragua atraviesa una crisis económica desde 2018, a raíz de un estallido social por unas controvertidas reformas a la seguridad social, protestas que fueron reducidas por el Gobierno con ataques armados que dejaron cientos de presos, muertos o desaparecidos, miles de heridos, y decenas de miles en el exilio.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al menos 328 personas murieron en dichos ataques. Organismos humanitarios locales cuentan hasta 684. Ortega admite 200 y ha dicho que se defendía de un supuesto intento de «golpe de Estado».