Aquel 19 de abril del 2018, en Tipitapa, a 27 kilómetros de Managua, y tras horas de protestas contra las reformas al Seguro Social, Richard Pavón fue asesinado y se convirtió en la primera víctima de la Rebelión de Abril.
Tenía 17 años, cursaba el último año de secundaria y ese día dejó sus actividades por defender a los ancianos. Richard junto a Darwin Urbina y Hilton Manzanares, ese 19 de abril, sumaron los tres muertos en violentos enfrentamientos entre policías y paramilitares armados contra jóvenes que se defendían con piedras, palos y morteros.
El caso de Manzanares es el único que está cerrado con unos supuestos culpables. Con respecto al de Pavón y Urbina, no ha habido ninguna investigación, tan solo “una mampara de querer hacerlo al inicio”. Los familiares de Pavón están convencidos de que la guardia sandinista, sabe quiénes fueron los responsables, pues según cuentan nunca le fue dado el dictamen médico que se realizó en la morgue.
El dolor de por vida
“Sigue doliendo”, dice en tono muy triste Carlos Pavón el padre de Richard. “Es algo que no se superará nunca, como nunca dejaremos de pedir justicia para quienes le arrebataron la vida cuando tan solo tenía 17 años”, aseguró en mayo de 2023 recién llegado a la ciudad de Indianápolis, Indiana, Estados Unidos.
Pavón, como decenas de pinoleros aplicó al beneficio humanitario para ingresar a ese país y le fue aprobado. “Vamos a luchar, a vivir esta nueva vida”, dijo al mencionar que en Nicaragua, las cosas no andan bien, menos para una familia que tiene algún pariente asesinado durante la rebelión cívica de hace cinco años. «El asedio y las amenazas son insoportables», afirma.
En los siguientes cinco meses de 2018, las familias de 328 víctimas compartían en dolor que tocó a los Pavón el 19 de abril y que a tres años se ha transformado en un enérgico reclamo de justicia y libertad, y que este año alcanza a quienes aspiran derrocar a Daniel Ortega por la vía electoral.
Tristes y duros recuerdos
Richard Pavón se unió a las protestas el 19 de abril de 2018, en Tipitapa, Managua y fue asesinado por fuerzas represivas del régimen frente a la alcaldía de esa localidad. Aquel crimen, solo sería el inicio de un drama familiar que no termina y que continúa ahora, obligándolo a salir de su país.
Su padre Carlos, asegura siempre que su muchacho dejó “un legado de amor al pueblo nicaragüense”. “Vio que sus amigos, y que otros que no conocía, estaban en una lucha justa y él decidió ser parte de eso. Nadie lo mandó, fue solo, sintió que su país lo llamaba, su patria lo necesitaba y ya ve, su amor por la patria fue tan grande que ofrendó su propia vida por Nicaragua”, dijo don Carlos.
Su recuerdo más recurrente es la fecha de su último cumpleaños. Rememora que cuando su hijo cumplió 17 se le acercó y le dijo: “papá lo voy dejando”. “Ese día estaba fachento, se sentía orgulloso de su altura, desgraciadamente ya no lo tenemos, me lo mataron”.