El padre Marcos Somarriba, párroco de la iglesia Santa Agatha en Miami, afirmó que Dios no está de lados de los malvados que asesina, persiguen, exilian y destierran, sino de los débiles y que por tanto no se debe perder la esperanza de que los tiranos tendrán un fin.

Somarriba dijo que Dios sabe del sufrimiento de los oprimidos. Recordó que el Señor le dijo a Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo», y que eso es reconfortante y esperanzador saber porque Dios tiene sus ojos puestos los que sufren.

Dios también dice: «he oído sus quejas contra los opresores», es decir, los que sufren no están solos, en el calvario que se les ha hecho vivir como pueblo bajo la opresión y la persecución, porque Dios está presente y consiente del oprobio que sufre su pueblo tanto en el pasado como hoy en el presente.

«Dios sabe de primera mano y se ha conmovido por el sufrimiento que clama a sus oídos por tanta sangre derramada por la violencia y arrogancia de algunos que se han creído mayoría porque tienen las armas, dinero y poder de su lado, estos creído y auto encumbrados vieron y verán la mano y el amor poderoso de Dios que no tarda porque todo pasa y solo Dios es eterno», dijo Somarriba.

Dios, sostuvo, ha descendido para liberar a su pueblo de la opresión, para sacarlo de su sufrimiento y miseria y llevarlo a una tierra buena y espaciosa, «para dar una patria libre y soberana, una tierra que mana leche y miel”, una tierra donde todos puedan vivir en la paz a la manera suya, no una paz de la boca para fuera».

Dios no está con los asesinos de Abeles inocentes

«El Señor no está con el que no da frutos buenos, Dios no está con los que hunden a los demás en dolores y sufrimientos que denigran su existencia, Dios no está con los que se llenan la boca de palabras espirituales, pero su corazón esta lleno de maldades y aberraciones, Dios no está con los asesinos de los Abeles inocentes que los matan por agradar a Dios, Dios no está con los que oprimen, exilian, expatrian y derraman la sangre de un pueblo inocente que solo suena con un amanecer lleno de luz, esperanza y libertad», afirmó el sacerdote.

Somarriba dijo que Dios escucha y le da la razón al oprimido. «La intervención de Dios por medio de nuestra propia carne nos debe llevar a considerar que lo primero no es preguntarnos dónde está Dios, sino dónde estamos nosotros también, que estamos haciendo, como también nos metemos o no nos metemos en los zapatos del prójimo que sufre, que vive desterrado y si somos voces de los que han sido silenciados y que no tiene voz ya», dijo.

Añadió quela parábola de la higuera estéril es una potente metáfora que puede ser utilizada para reflexionar sobre la justicia social en el contexto de un pueblo oprimido por dictadores.

«La higuera representa al pueblo, a la comunidad, incluso a los líderes. Está plantada en la viña con la expectativa de dar fruto, de aportar al bien común. Sin embargo, no lo hace. En el contexto de una nación oprimida, esto puede reflejar a un gobierno que, en lugar de cuidar y nutrir al pueblo, se mantiene estéril y chupa sangre sin beneficios reales para la comunidad», indicó Somarriba.

«La parábola de la higuera que no ha dado fruto nos invita a reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad y nuestro papel en la búsqueda de justicia social. Nos recuerda que, con el tiempo y el esfuerzo adecuados, hay potencial para el cambio y el crecimiento. Que cada uno de nosotros sea inspirado a trabajar arduamente para que nuestras comunidades florezcan en justicia, libertad y amor, siguiendo el ejemplo de paciencia y dedicación manifestado en las enseñanzas de Jesús», concluyó Somarriba.

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