Rosario Murillo estuvo amargada el domingo y busco con quien desquitarse. Decidió hacerlo con El Vaticano, el Papa Francisco, con monseñor Rolando Álvarez, con los sacerdotes, con la iglesia Católica y todo lo que se le pareciera.

Lo hizo a través de un flamígero y hepático comunicado en el que tildó de «depravado» y «pedófilo» a El Vaticano  y a los obispos y sacerdotes de «apátridas, destructivos, ambiciosos e irredentos». Además, rechazó lo que considera una «pretendida imposición» de Roma de estas figuras como autoridades, asegurando que «nadie reconoce ni reconocerá» su legitimidad en el país.

El escrito de Murillo surge como respuesta de la dictadura, a recientes declaraciones realizadas desde plataformas oficiales del Vaticano. El documento no especifica cuáles fueron estas declaraciones.

Sin embargo, ocurre menos de 72 horas después de que el obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, Rolando Álvarez, brindó su primera entrevista en video a 390 días de su excarcelación y destierro de Nicaragua al Vaticano, tras 17 meses secuestrado y encarcelado por la dictadura Ortega-Murillo. «Soy obispo de Matagalpa hasta que Dios quiera», dijo monseñor Rolando Álvarez en esa entrevista y la esotérica estalló en furia.

«Nos pronunciamos sobre declaraciones que, a nombre del Estado Vaticano, se realizan desde páginas y plataformas que les son propias, declaraciones que constituyen un agravio y un insulto a la soberanía y dignidad del Estado nicaragüense», señaló el un comunicado firmado por la Cancillería de la dictadura, pero que en realidad es escrito de puño y letra por la desdentada vociferante de El Carmen.

 Murillo estima que las declaraciones de monseñor Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, «son irresponsables e irrespetuosas y violentan las máximas leyes y normas que rigen la vida independiente de» Nicaragua.

Quiere mandar hasta en El Vaticano la flamígera

La amargada y flamígera protestó especialmente a Roma por mantener dentro de la jerarquía de la Iglesia católica en Nicaragua a «personas apátridas, destructivas, ambiciosas e irredentas» en alusion a líderes católicos a los que ha desterrado, sin mencionar sus nombres y refiriéndose a ellos siempre en plural.

«Además, sin ninguna autoridad política supranacional, el Estado Vaticano pretende disponer sobre cargos y poderes que otorgan, en Nicaragua, a personas que dejaron de ser nicaragüenses, por conductas impropias e intolerables de promoción de crímenes, políticamente instigados, así como constantes llamados a romper la paz, con todo tipo de violencia, falsedades y planificadas calumnias, infringiendo angustias, sufrimiento y dolor a las familias de nuestro país», continuó.

El obispo Álvarez fue condenado en febrero de 2023 a 26 años y 4 meses de prisión por delitos considerados traición a la patria, y en enero de 2024 el Ejecutivo sandinista acordó con la Santa Sede el envío al Vaticano del jerarca, junto al obispo Isidoro Mora, 15 sacerdotes y 2 seminaristas nicaragüenses, a los que tenían privados de libertad.

La excarcelación de los religiosos nicaragüenses ocurrió 14 días después de que el papa Francisco, tras el rezo del primer Ángelus de ese año, expresara su «preocupación» por la detención de decenas de sacerdotes en Nicaragua.

Desconoce obispado en Nicaragua

«Condenamos estas conductas inadmisibles de personas que desde tronos ególatras, con disfraces y máscaras de benevolencia y farisaico misticismo, continúan agrediendo al pueblo nicaragüense, en su pretensión de poder político, ridícula, insolente e indecente, por ocultar tras ropajes fantasmagóricos, y pretensión absurda, al fin, por basarse en arbitrariedades, falsificaciones, afán de sometimiento y violación de todos los derechos», agregó Murillo

«Esos individuos han roto con el sagrado deber de todo ciudadano de este país, de custodiar y preservar soberanía, seguridad, paz y trabajo digno de cada persona», sostuvo.

Por tanto, a juicio de Murillo, «nada autoriza al Estado Vaticano, que debe regirse por las normas del Derecho Internacional, y el respeto a los Gobiernos e instituciones nacionales, a otorgar nombramientos de cualquier tipo en el territorio soberano y digno de nuestra Nicaragua».

«Toda conducta jurídicamente inadmisible, y por lo tanto ilícita e ilegal, se considera ofensiva a la dignidad, decoro y libertades de nuestro pueblo», apuntó la vocera de la dictadura sangriemta.

Asimismo la frustrada expresó su «más enérgica protesta por la promoción de personas apátridas, destructivas, ambiciosas e irredentas, y la pretendida imposición de tales personajes deleznables, como autoridades que nadie reconoce o reconocerá».

«Ese Estado depravado, pedófilo»

Murillo también señaló al Vaticano su «historia de inclinaciones y prácticas abominables, perversas, inhumanas en sintonía con infames monarquías colonialistas», que lo incriminan como Estado, y que «usurpando el nombre de Dios cortó cabezas, enterró espadas, y exterminó pueblos y culturas enteras».

«Desde los millones de voces y almas, acalladas brutalmente por la Inquisición, se alzan todos los pueblos sacrificados y desangrados por ese Estado Vaticano depravado, pedófilo, denunciado así en todo el Mundo, que en estos tiempos todavía desconoce virtudes, derechos y se alía con las fuerzas de la oscuridad, la barbarie, el genocidio y el mal», acusó la sancionada por EEUU.

Las relaciones entre el Vaticano y el régimen, que están suspendidas oficialmente, atraviesan momentos de gran animadversión: el papa llegó a denunciar el «desequilibrio» de Ortega y a su régimen de «dictadura guaranga». Este, a su vez, acusó al Vaticano de «mafia» y de formar parte del «conglomerado del fascismo.

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