El año 2025 significará una caída de migrantes nicaragüenses, lo que tendrá efectos sobre la economía de la dictadura sandinista, en las familias nicaragüenses, además de otros «problemas impredecibles», vaticinó el politólogo nicaragüense Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano.
«La migración y las remesas son un subproducto de un problema político del que para la dictadura lo que fue fortuna ayer, puede ser causa de infortunio para el clan familiar del 2025 en adelante», indicó Orozco.
Entre 2018 y 2024 salieron más de 850, 000 nicaragüenses en su mayoría hacia Estados Unidos, en un cambio repentino de la histórica trayectoria hacia Costa Rica y lo hicieron como los otros centroamericanos lo venían haciendo a pie por la frontera con México y Estados Unidos.
Cambio de tendencia
«La perversidad represiva expulsó casi a un millón de personas en menos de seis años, y creó un patrón de dependencia económica con el envío de dinero. Al igual que la migración, las remesas crecieron de forma gigantesca, rescatando a sus familias de la mala situación económica del país, y del desinterés del régimen por el bienestar de su población», explicó Orozco en un artículo de opinión publicado en Confidencial.
La tendencia de aumento de migración, tuvo sus límites y para el 2024 se pudo observar una disminución migratoria, atribuida al efecto del alivio humanitario como táctica de Estados Unidos para contener la migración irregular. Sin embargo, explicó Orozco, los factores son mayores y de naturaleza demográfica.
Debido a la salida de más de 850, 000 personas desde el 2018, la población nicaragüense no creció lo suficiente, ya que al 2024 deberían haber sido siete millones de habitantes en Nicaragua y sin embargo son 6.7 millones (descontando la migración y ponderando el crecimiento natural de personas de 1.35% anual).
Orozco señaló que la fuerza laboral es la que más ha sufrido, porque 90% de los que emigraron son adultos en edad laboral, en promedio unos 750, 000 trabajadores, y como resultado, el peso de esta disminución poblacional recayó sobre los que se están quedando, que ahora solo son 3.6 millones (en 2017 eran 4 millones).
«Hasta la mano de obra formal también disminuyó de 900, 000 personas a 800, 000. Esta migración le resolvió al gobierno un problema de empleo, y a pesar de eso y el populismo que pregonan, la economía informal sigue siendo de 78% y la productividad no aumenta», agregó el politólogo.
Los datos indicaban para mediados de año una expectativa de no más de 80, 000 personas saliendo, lo que implicaba 30, 000 nuevos remesadores en 2025 y 35, 000 más en 2026, apuntando a una disminución del crecimiento anual de remesas a menos de 5%.
Amenaza de deportaciones cambia el escenario
Pero, para Orozco la amenaza de deportaciones de migrantes en Estados Unidos con la llegada de Donald Trump al poder, trae consigo otro escenario más preocupante para los nicaragüenses, ya que más del 95% de estos migrantes están en status irregular, ya sea indocumentado, y muchos con órdenes de deportación y para quienes están bajo el alivio humanitario en situación de vencimiento de su estadía.
Aquellas personas bajo riesgo de deportación son las que no tienen una autorización legal de vivir en el país. Sin embargo, el riesgo sube dependiendo del estatus más específico de la persona indocumentada, explicó.
Los grupos de riesgo a ser deportados
Orozco ejemplificó que hay al menos tres grupos que están bajo mayor riesgo de expulsión. Primero, son los que ya tienen una orden de deportación. Desde 2018, había 63, 000 nicaragüenses con orden de deportación, y 67% de estos no habían sido detenidos.
Segundo, otras personas bajo riesgo de expulsión son aquellos cuya solicitud de asilo político fue rechazada. De más de 150, 000 peticionantes de asilo, el retraso burocrático solo ha logrado decidir sobre un 10%, con la mitad en rechazo de asilo, y éstas son ya más de 5000 personas cuya estadía está condicionada a irse o apelar de nuevo ante una corte migratoria.
En tercer lugar, están aquellos beneficiados por el alivio humanitario, “parole”, que no realizaron un ajuste de estatus migratorio—fuese solicitud de asilo, u otro ajuste de legalización. En 2023 fueron 38, 154 personas las que recibieron el “parole” por dos años, para abril 2025, al menos 7,000 de estos estarán con su estadía vencida. En la mayoría de los casos estas personas no aplicaron a un ajuste de estatus.
«Frente a una disminución migratoria, el espectro de deportación, aun si fuera a una fracción y sumara de 50,00 personas (un aumento del 300% en relación con años anteriores), tendría un impacto sobre la disminución en el número de personas que envían remesas afectando a miles de hogares. Es decir, si habría expectativa de un aumento de 30, 000 nuevos remesadores, con las deportaciones este número podría bajar a 25, 000», indicó Orozco.
Impacto real en economía
Por ello el especialista, consideró que los efectos de los próximos dos años para los nicaragüenses son sustanciales, porque el país vive en un régimen represivo que no crea oportunidades económicas a su sociedad.
Sostuvo que la disminución de las remesas afectará el consumo privado (las remesas son responsables de más del 30% del consumo nacional), el aporte tributario (que es 20% de la renta) y el crecimiento económico en general (el incremento anual de las remesas es mayor que el incremento del PIB entre 2022-2024).
«Ante una eventual retorno de nicaragüenses las tensiones económicas, laborales y políticas en medio de una consolidación del poder de Rosario Murillo que ha creado tensiones dentro del círculo de poder, podría tener efectos convulsivos para el país», estimó Orozco.
Asimismo expuso que el 2025 avizora dificultades y retos para los expulsados por la dictadura, ahora en estatus irregular, para los trabajadores explotados por el régimen, cuya carga económica aumentaría si disminuyen las remesas y el número de receptores, y para las familias transnacionales cuya situación se vuelve incierta.
«Las leyes de noviembre y la Constitución ´Chamuca´,aprobadas por la dictadura agregaron otro nivel de incertidumbre y angustia, para unos, está el escenario que no los dejen entrar si deciden volver o los deporten—ya a muchos con “parole” los habían amenazado al salir del país los oficiales de migración nica. Pero el temor de ver cómo han socado la tuerca represiva con controles económicos, financieros, migratorios y monetarios ha asustado a la gente y muchos están reconsiderando quedarse», concluyó.