El Corral Legislativo de la dictadura sandinista recibió este martes una desquiciada orden del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo que busca someter toda cooperación internacional a los lineamientos establecidos por la dictadura.
La esquizofrénica medida, presentada como un intento por proteger la «soberanía nacional», acelera el aislamiento del país respecto a los donantes tradicionales y se da en un contexto de acercamiento limosnero con China y Rusia.
La propuesta estipula que la cooperación internacional deberá alinearse estrictamente a los planes, programas y prioridades del Carmen.
“Todo proyecto o programa de cooperación debe contar con la anuencia y autorización del Gobierno, tanto en su inicio como en su implementación”, señala el texto de marras.
Asimismo, prohíbe cualquier condicionamiento político, económico, social o cultural, exigiendo respeto a la «soberanía, independencia y autodeterminación» de Nicaragua.
A la vez delega al Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), encabezado por el espía del régimen Valdrack Jaentschke, el control absoluto sobre las relaciones con organismos, agencias de cooperación y misiones diplomáticas.
Valdrack como patrón de la cooperación internacional
Valdrack será el único canal de comunicación entre el régimen y los organismos internacionales, con facultades que incluyen acreditar a las agencias de cooperación, monitorear la ejecución de sus proyectos, y proponer mecanismos de subordinación interinstitucional.
Adicionalmente, podrá exigir informes periódicos sobre la implementación de los programas financiados.
Los organismos que deseen acreditarse deberán cumplir con un riguroso proceso que incluye la presentación de información detallada sobre sus operaciones y representantes en el país.
Restricciones a cooperación y guerra a las ONG
La ley llega tras la cancelación de más de 5,700 organizaciones sin fines de lucro desde 2022, muchas de las cuales operaban con financiamiento internacional en áreas como salud, educación y derechos humanos.
Estas acciones han sido justificadas por el régimen como necesarias para eliminar la «injerencia extranjera», pero han sido calificadas por analistas como un intento de silenciar a la sociedad civil y centralizar el poder.
El endurecimiento del control sobre la cooperación se produce en paralelo al fortalecimiento de las relaciones de Nicaragua con China y Rusia, países que han ofrecido respaldo político, económico y militar al régimen.
La reciente adhesión de Nicaragua a la iniciativa china de la Franja y la Ruta y los acuerdos en materia de seguridad con Moscú subrayan el giro estratégico del país hacia estas potencias en detrimento de sus históricos vínculos con donantes occidentales.
Un giro que profundiza el aislamiento
Desde el retorno de Ortega al poder hace 17 años, la cooperación internacional ha disminuido considerablemente, con numerosos países y programas retirándose debido a denuncias de autoritarismo y corrupción.
La iniciativa legislativa actual consolida esta tendencia al imponer un control absoluto sobre la ayuda internacional, dificultando aún más la operación de programas que no estén alineados con las políticas del régimen.
Con este movimiento, Ortega y Murillo fortalecen su narrativa de «defensa de la soberanía» frente a Occidente, mientras profundizan su dependencia de las alianzas con China y Rusia para enfrentar la creciente presión internacional.